Técnicos y especialistas del Departamento de Arqueología de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios sacan a la luz los misterios del sitio San Isidro de los Destiladeros.
Un pozo empedrado recién descubierto y los vestigios de lo que se presume haya sido un barracón de esclavos figuran entre los sitios que estudiarán más de 30 arqueólogos e historiadores reunidos en Trinidad, la tercera villa de Cuba, en marzo próximo como parte del XIII Taller de Arqueología Industrial que auspicia, tradicionalmente, la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.
El evento, cuya peculiaridad consiste en aunar los debates teóricos con las investigaciones de campo, se centrará este año en puntos específicos de San Isidro de los Destiladeros, al decir de los especialistas el escenario cubano y del Caribe insular donde mejor se conservan, en un mismo contexto, el sistema fabril azucarero del siglo XIX.
Este lugar emblemático en la geografía del valle ha constituido, desde el primer Taller de Arqueología Industrial, el más beneficiado con las excavaciones llevadas a cabo por los especialistas de todo el país, gracias a lo cual hoy se encuentran identificadas las áreas correspondientes al antiguo trapiche, el complejo hidráulico que impedía la acumulación de agua en la zona y abastecía a la casa-hacienda, dos naves utilizadas como barracones y el tren jamaiquino, tecnología que significó un ahorro considerable de combustible debido a la utilización del bagazo en lugar de la madera y al sistema de cinco calderas sometidas al fuego de un horno único.
Leonel Delgado Ceballos, jefe del Departamento de Arqueología de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, explicó a Escambray digital que el taller dinamiza anualmente las excavaciones en San Isidro al reunirse en dicha área todos los participantes, trabajo que continúa a un ritmo más lento durante el resto del año bajo la supervisión de los seis arqueólogos que laboran en la sureña villa.
Con vistas a la realización del taller, se encuentra lista la cerca perimetral de 1 600 metros que delimita el sitio, se mantiene el área libre de malezas y plantas parásitas, se labora en la reparación de la cubierta que protege al tren jamaiquino y ya han comenzado a colocarse las estructuras metálicas alrededor de la torre campanario para iniciar su restauración.
Erigido en la segunda mitad del siglo XVIII y transformado hacia 1830, San Isidro de los Destiladeros está llamado a convertirse, según aseguran los expertos, en un museo a cielo abierto dedicado a la temática de la industria azucarera y sus sistemas y procesos de producción.
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