Que el Papa venga y vea

María del Carmen Cruz Valdivia, catequista de la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus por más de 30 años, comparte criterios con Escambray digital a propósito de la próxima visita del Papa Benedicto XVI Parece llevar el gen de los buenos modales y de la comunicación afable en su sangre.

Por más de tres décadas María del Carmen ha impartido clases de Catecismo en la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus.María del Carmen Cruz Valdivia, catequista de la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus por más de 30 años, comparte criterios con Escambray digital a propósito de la próxima visita del Papa Benedicto XVI

Parece llevar el gen de los buenos modales y de la comunicación afable en su sangre. Acostumbra a tratar a personas de cualquier ralea y le concede gran importancia al acto de hacer bien. Eso, asegura, además de constituir un modo de educar, la hace feliz.

Graduada de la Universidad Central de las Villas como Licenciada en Computación y jubilada recientemente del Grupo Empresarial de la Construcción, María del Carmen Cruz Valdivia se abre al diálogo.

¿Cómo asimila, desde su fe, la próxima presencia en Cuba del Papa Benedicto XVI?

Será un suceso muy relevante, pues se trata, para nosotros los católicos, del representante de Cristo en la Tierra. En el 2005, cuando fue elegido como el Papa numero 265 en la lista, conocía que era el Cardenal alemán Joseph Ratzinger, un intelectual y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por lo que lo imaginaba muy fuerte, muy conservador, quizás distante, pero su primera encíclica, publicada el 25 de diciembre de aquel año bajo el título Deus Caritas est, en que habla del amor a Dios y a los hombres y nos recuerda la práctica de la caridad y el servicio a los más necesitados, me hizo comprender que era una persona distinta de la que yo había imaginado, un hombre más cercano. Ese rostro cercano también se muestra en el  Mensaje de la Cuaresma de este año, donde ha dicho: “Interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades”.

 

¿Qué espera de la visita del Papa y qué frutos podría traer para la Iglesia Católica?

Espero únicamente que nos confirme, nos aliente en la fe desde el Evangelio, que venga a animarnos en la esperanza en un mundo lleno de aciertos y desaciertos, que conozca más a esta porción de Iglesia que vive en Cuba cuando se cumplen 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.

Nos traerá también el fruto de la alegría por escuchar las palabras de nuestro pastor, el fruto del acercamiento a la Palabra de Dios   de los que no conocen el Evangelio, el fruto del redescubrimiento de la fe y del crecimiento del diálogo entre el Estado y la Iglesia.

Usted sostiene que la Iglesia puede contribuir en buena medida al mejoramiento de la sociedad cubana actual. ¿De qué forma?

Hay un mandato de Jesucristo: “Id y enseñad a todos los pueblos” (Mt. 28,18).

La Iglesia desde siempre ha tenido entre su quehacer la formación humana, la ayuda al necesitado. Así, en Cuba, en el pasado, desde la época de la colonia, fue la primera en ocuparse de fundar escuelas, hospitales, hogares de beneficencia  para niños y asilos. De las escuelas católicas salieron los grandes hombres fundadores de nuestra nación. Siguiendo esa continuidad histórica y para dar cumplimiento a ese principio de ser Maestra por mandato de Jesús, la Iglesia tiene hoy mucho que aportar y enseñar, por ejemplo, en el tema de los valores y de la familia, en el tema de la identidad y el cuidado del entorno y del patrimonio en general, también en cuanto al amor a la Patria.

Para nosotros los cristianos el otro siempre merece un respeto y tiene un valor que hay que estimar y cuidar, en virtud de lo que dice el Génesis, el primer libro de la Biblia: Dios nos creó a su imagen y semejanza, por tanto cada ser humano tiene una dignidad y una inviolabilidad. En esa temática tenemos los cristinos que aportar; la violencia se observa desde un gesto, una mirada, una palabra, no tiene que ser en una guerra o en un acto de sangre. Otro valor es el de la familia, célula fundamental de la sociedad. Si la familia anda mal, anda mal la sociedad, y nuestro alto número de divorcios es un indicador desfavorable.

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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