Sancti Spíritus invitó nuevamente a debatir y apreciar la lírica nacional con la XXIV edición de la Jornada de la Poesía cubana.
La fiesta de las rimas y libertades métricas se dio cita en la villa del Yayabo del 12 al 15 de noviembre y reunió a poetas de aquí y allá, signados por la pauta de crear, pero conscientes de las dificultades que hoy cercenan la publicación y promoción de la literatura en Cuba.
Dedicado al aniversario 160 del natalicio de José Martí, a la poesía en la trova espirituana y a los escritores Caridad Atencio y Juan Eduardo Bernal Echemendía, el encuentro propició la lectura de creadores del patio e invitados nacionales como Roberto Manzano y Legna Rodríguez, que el público pudo disfrutar en sitios tan disímiles como la Universidad de Ciencias Pedagógicas o algunos círculos infantiles de la cabecera provincial.
Las ventas de los libros de poesía, según los expertos en temas editoriales, discurren actualmente por cauces precarios. Sobre el tema versó la mesa redonda Poesía y mercado, ¿irreconciliables?, dirigida por la escritora Yanetsy Pino y donde varios autores ofrecieron sus valoraciones personales del fenómeno.
La investigadora Caridad Atencio señalaba: “La poesía no necesita venderse para existir, esa idea viene de sectores oficiales y de semicreadores; lo que deben es buscarse formas viables de promoción, por ejemplo, a través de los medios de comunicación”.
De un lado se esbozaron problemas económicos; por otro, la mala divulgación, así como textos poco “inteligentes” que no motivan a leer. El Instituto Cubano del Libro debe aumentar sus ventas, que proliferan en la actualidad solamente en las ferias; sin embargo, ¿debe restársele importancia a un autor que no sea popular?
“Si hay un Buesa, muy bien; pero hay que defender igualmente a los Lezama. El mercado debe existir, es algo inherente a la economía, a la vida moderna, pero la poesía también, porque es el nivel antropológico más alto que el ser humano ha conseguido”, aseveró el poeta Roberto Manzano.
“Incluso la poesía se presta más para promoverla que una novela o un relato. Debemos trabajar con diseñadores para pensar un arte mucho más total, utilizar calcomanías, intervenciones públicas, ir a luchar el lector a la calle, como mismo lo hacen los reguetoneros que te sorprenden en cualquier esquina con un plegable que invita a su próximo concierto”, refirió la escritora Jamila Medina.
Hasta se propuso un cuentapropismo lírico que los más avezados no negaron, con la creación de cooperativas de edición que lleven los textos a los públicos de forma novedosa; también la posibilidad de editar libros manufacturados, que constituyan de por sí obras de arte.
Sesiones teóricas sobre la lírica de Martí, además de los códigos y conflictos éticos en la poesía actual agenciaron espacios para la aprehensión; asimismo la trova espirituana y el lenguaje poético, donde se destacó la importancia de la primera dentro de la historia de la música cubana.
“En la trova a veces aparecía el texto y luego la música, que podían funcionar juntos o separados. Por supuesto, caracterizados por una alta poética y con el determinante de que una letra alcanzaba nuevos matices al musicalizarse”, precisó a Escambray Juan Eduardo Bernal.
Durante la jornada 16 poetas cubanos rindieron una ofrenda lírica al Apóstol, junto a su busto en el parque Serafín Sánchez. Luminaria, la editorial espirituana, también estuvo presente con la promoción de poemarios de su catálogo como Bosque sagrado, de Oscar G. Otazo.
Al escritor Juan Eduardo Bernal, por su contribución a la cultura cubana, le fue entregada la distinción Güije, que otorga la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en la provincia y reconocimientos de la Asamblea Municipal del Poder Popular, el Centro Provincial del Libro y la Literatura y la Dirección Provincial de Cultura.
A la décima, esa composición estrófica tan popular, dedicó varios espacios la cita, entre ellos La hora de Luminaria, donde los poetas Pedro Péglez y Roberto Manzano, conjuntamente con el editor Arturo Delgado Pruna, respondieron a la pregunta de si la décima es o no poesía. Por su parte, el proyecto de decimistas Toda luz y toda mía celebró el segundo aniversario.
Cuando noviembre marcha a su segunda mitad, ya se despide el encuentro que, por el respeto ganado entre creadores espirituanos y foráneos, resulta un medio para compartir necesidades creativas e interactuar con diversos públicos, algunos, poco acostumbrados a consumir poesía. Otra vez el verso nos deja, pero queda la esperanza de que vuelva el próximo año y transforme, a esta villa a orillas del Yayabo, en la ciudad de la metáfora.
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