Se levanta Guáimaro

Más de 100 000 pesos en moneda total se han ejecutado para devolverle a esta casa-hacienda el esplendor de antaño

Como si todavía don Mariano Borrell y Lemus anduviera merodeando por aquellas espaciosas habitaciones de muebles decimonónicos y estuviesen frescas aún las pinturas murales de las paredes hechas por el artista Daniel Dal’ Aglio, volverá a abrir sus puertas la casona de Guáimaro.

Tal resurrección no es un milagro; se debe a las labores que desde hace unos años iniciara allí la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y del Valle de los Ingenios y que ante el advenimiento del medio milenio se hallan casi a punto de mate.

La rehabilitación de esta casa hacienda —que ha supuesto ejecutar más de 100 000 pesos en moneda total— ha redundado en la consolidación de estructuras de la edificación, en la pintura de interiores y exteriores, en el rescate de las decoraciones murales y en la reparación de la carpintería e, incluso, de la cubierta la cual ha sido restituida por una a imagen y semejanza de la anterior pero hecha con madera importada.

En opinión de Paola López Castillo, especialista del departamento…, la pretensión ha sido siempre crear allí el Centro de Interpretación del Valle de los Ingenios, sitio que permitirá recrear el proceso agroindustrial de los otrora ingenios y la vida de los hacendados allí.

“Se hará un montaje museográfico —afirma López Castillo— a fin de poder mostrar todas las estampas típicas de esos consorcios azucareros. Para ello también se rescatará la nave-almacén, construcción aledaña a la vivienda; el cementerio de los esclavos y los restos arqueológicos de la casa de calderas con el propósito de poder reconstruir, totalmente, el arcaico sistema”.

La elección de Guáimaro no ha sido fortuita; se sustenta, al decir de la citada fuente, en los valores patrimoniales de esa hacienda, que llegó a ser la mayor productora de azúcar en el mundo, los cuales se preservan allí como en ningún otro lugar.