En su estreno como maestra, frente a un grupo de primer grado, la joven espirituana Dina Ilena Borges Bienes reafirma su compromiso con el magisterio
Su nombre evoca una suerte de maga de serie televisiva que hacía surgir y desaparecer los más disímiles objetos y sucesos. Pero ella es un personaje real, con apenas 19 años y un aula por delante.
—Maestra, está linda hoy, ¡no!, lindísima…
Así comienza la mañana de un día cualquiera. Dina regala besos al por mayor y da la bienvenida a sus alumnos de primer grado en la Escuela Primaria Julio Antonio Mella, de la ciudad espirituana. Escribe en la pizarra, camina de un lado a otro, enseña letras y números. No ha sido fácil.
“A veces me acuesto a las tres de la mañana planificando clases, porque me gusta hacerlo bien; me levanto a las seis y a las siete menos cuarto llego a la escuela y me pongo a adelantar cosas que siempre me quedan pendientes. No me siento ni un minuto en el aula porque los niños exigen mucha paciencia. Los ayudo en el horario de almuerzo, acomodo los catres para el sueño y luego prosiguen las clases, es un día muy complicado, llego a mi casa exhausta, pero es lo que escogí y estoy orgullosa de ello”.
Hace honor a una tradición de familia que intenta dignificar. Otras referencias, “como casi todos mis maestros y sobre todo la profesora Iris Mutis”, condujeron la brújula de su interés hacia un oficio desdeñado por la mayoría de su generación. “Mucha gente me decía: ‘¿Por qué maestra, Dina, con tantas carreras bonitas que hay?’. Pero yo supe defender el magisterio porque es una obra de infinito amor, y a mí siempre me ha gustado y me sale del alma, de verdad”.
A un costado del aula, el cuadro en la pared. Su texto reza: A Dina Ilena Borges Bienes, alumna más integral de la primera graduación de la Escuela Formadora de Maestros Rafael María de Mendive; seleccionada, apunto, entre los 140 egresados espirituanos de ese curso.
“Siempre me ha gustado hacer las cosas correctamente, desde el primer año de la carrera me esforcé mucho para lograr mis metas. Y ese reconocimiento de alumna más integral, que tuve la oportunidad de recibirlo en un acto a nivel nacional de manos de José Ramón Fernández, fue algo muy lindo y, en verdad, el fruto de los cuatro años en que me sacrifiqué tanto”.
Pero el examen, el verdadero examen de un maestro, no concluye frente a un cuestionario de preguntas, sino en el escenario de mesas y sillas donde los niños reclaman más que paciencia y sabiduría.
—A ver mi amor, ¿cuál letra estudiamos hoy?, ¿cómo suena? Muy bien… Mi cielo, ¿por qué esos números tan feos? Vamos a repetirlos.
“Para mí el aula ha sido una escuela porque a medida que les voy enseñando a mis niños a leer, a escribir, a conocer las diferentes grafías, siento que aprendo de ellos también. Me voy enriqueciendo con su amor, con sus cariños y ha sido algo recíproco, pienso que eso es muy importante porque uno nunca aprende solo y hemos tenido el apoyo de los profesores de este centro”.
Complete la frase: Dina es una muchacha…
“Exigente, con un carácter muy fuerte, pero divertida también; entusiasta, muy sincera, emprendedora y sacrificada; honesta, no me gusta mentir, muy fiel”.
Pero no solo de letras vive la maestra. Le apasiona leer novelas de amor —“soy muy romántica”, insiste—, escuchar música al estilo de Buena Fe o Leoni Torres, salir con sus amigos, sentarse en el parque, ir a una fiesta…
Joven al fin, enfrenta nervios, temores, desafíos; como enfrentarse a los padres con miradas recelosas o sentirse casi madre adoptiva de 25 niños. Pero nada ha hecho tambalear, ni una sola vez, la ilusión de deshojar almanaques frente a la pizarra.
“No, yo nunca me voy a arrepentir de haber optado por esta profesión, es una tarea difícil porque ser maestro exige mucho sacrificio; tienes que dominar todas las características de los niños con los que estás trabajando, cuáles son sus vivencias, sus emociones, para poder dar un enfoque más integrador a la clase”.
¿Qué aspiraciones guarda en su mochila?
“Aspiraciones tengo muchas, yo quiero seguir superándome en todas las categorías docentes, quiero llegar a ser alguien grande, estoy atenta a los consejos, siempre voy a estar dispuesta a escuchar”.
—Maestra, yo la amo, dice la niña de motonetas mientras le regala un dibujo de mariposas y corazones con su nombre.
La tarde llega y, de nuevo, el desfile de besos.
—Recuerden la tarea, hasta mañana…
No es un personaje de serie televisiva, no trae bastón ni sombrero; pero hace magia en el aula. Desaparece la ignorancia y la convierte en oraciones.
Felicito a esa joven maestra que entre todas las cualidades que posee está el amor a la profesión y en consecuencia a sus alumnos, solo así podrá llegar a ser todo lo grande que sueña… También me encanta que haya periodistas como Yoleisy Pérez Molinet, mi exalumna del IPVCE y a quien recuerdo con mucho amor,que dediquen ese trabajo al magisterio, en especial a una joven maestra que desde ya se lo ha ganado.
Sé cómo es en su trabajo y cuanto se preocupa por sus niños cada día que pasa. Me siento contento sabiendo que le gusta lo que hace, y orgulloso al ver todo lo que ha logrado en su carrera de profesional, con apenas solo 19 añitos.
……si ves que lindos y buenos son mis niños……, así me dice cuando se refiere a ellos.
Siempre estaré orgulloso de una mujer como ella, tanto como profesional como mujer.
Mi niña maestra que gran orgullo ciento al leer este artículo y el comentario de Helen, pero más orgullo ciento cuando veo tu desvelo para ser mejor cada día, cuando luchas como fiera por los valores en los que crees, cuando enseñas a tus niños todo lo que sabes y aprendes de ellos; se como pocos que no desistirás en tu empeño y sabes que confío en ti más que en mi mismo.
FELICIDADES por el día del EDUCADOR.
magnifica maestra a pesar de su edad mi niña la quiere mucho al igual que todos los demas alumnos a los que le da clases y todos les hacen cartas con frases de cariño con corazones. desde el primer dia de curso supe que seria una buena maetra para mi hija y hasta estoy satisfecha con ella ojala y siga asi .le deseo muchas felicidades en este dia del educador .