El fragmento de diálogo hizo parar la oreja, por más ajena que sonara la charla: “Me hace falta salir de eso pronto. No, el precio es lo de menos, acuérdate que eso no lo voy a pagar yo ni lo vas a pagar tú. Sí, compadre, el trabajo me apura”.
Mientras pulía detalles, el transeúnte se alejó con su móvil. En plena calle, traducida en ondas sonoras que pudo percibir cualquiera, quedaba la evidencia: la propiedad social, la de todos y por tanto de nadie, una vez más amenazaba con ser herida por uno de sus flancos débiles.
Descubierto y como al descaro anda el desorden, pese a los reiterados análisis que vinieron en avalancha luego de que a mediados del pasado año el General de Ejército Raúl Castro Ruz expusiera los males que azotan la conducta en barrios, calles y hogares cubanos.
Como si ya Fidel no hubiese alertado antes con la mesura de verbo que lo caracteriza: “A esta Revolución no podrá destruirla el enemigo imperialista, pero sí nosotros mismos, y será culpa nuestra”, había dicho el 17 de noviembre del 2005 en el Aula Magna de la Universidad de la Habana.
“La gran batalla que se impone es la necesidad de una lucha enérgica y sin tregua contra los malos hábitos y los errores que en las más diversas esferas cometen diariamente muchos ciudadanos, incluso militantes”, subrayaba Raúl el 24 de febrero del 2013, en la constitución del actual Parlamento.
Los hechos, empero, confirman una regla algo distante de ese fin, apreciable sin lupas ni prismáticos. “Cuando esta temática se abordó públicamente por todos los medios de comunicación del país (…) me llené de regocijo (…). Pero al pasar los meses veo que lo que en un momento se debatió hasta la saciedad en talleres, reuniones comunitarias y hasta planes de acción no fue más que una fiebre temporal”, escribe a este órgano un lector, quien luego reseña: “Hoy en las calles de Sancti Spíritus se puede ver de todo un poco: orgías, grupos ingiriendo alcohol en lugares inadecuados, escándalos callejeros, ciclos y motos contra el tránsito, ruidos de origen diverso y música estruendosa a cualquier hora, obscenidades, chabacanerías, insolencias, faltas de respeto en presencia de mujeres, niños y ancianos; falta de orden, higiene y buen trato en muchos de los centros estatales (…)”.
Rezan en papeles, con lujo de detalles, las más de 6 000 ilegalidades inventariadas tiempo atrás, en tanto otras se ocultan en el clandestinaje. Cada quien le halla una explicación al fenómeno y no faltan propuestas de solución, pero a despecho de ello el problema pulula. Seguro porque la sistematicidad está de siesta, porque unos responsables se sacuden las culpas y otros las admiten sin mover un dedo para erradicarlas, o porque nadie desde “arriba” le pone el cascabel al gato.
Así será, probablemente, mientras haya directivos dispuestos a negar los perjuicios a su entidad por este o aquel delito, aunque les falten toneladas de productos, que no afecten sus bolsillos, claro. Así será en tanto la vigilancia continúe siendo una quimera; en tanto la desidia aliente a los que arrancan postes, destruyen el ornato público, asaltan, golpean, devastan, aniquilan.
En materia de prevención, control y protección de los recursos estatales Sancti Spíritus anda en pañales. No lo dice Escambray, lo afirman los propios transgresores de la ley en sus testimonios. “En ocasiones las medidas no son lo suficientemente drásticas, enérgicas, en consecuencia con la gravedad del asunto”, sostiene el Delegado del Ministerio del Interior en el territorio, quien añade que ni la hemorragia de delitos e ilegalidades se resuelve solo con el concurso de los órganos armados, ni el fenómeno es patrimonio exclusivo de organismos impositores o de control, sino asunto de todos.
Quizá sea porque la batalla por el rescate de valores se ha convertido en un eslogan, a contrapelo de la intención real; porque la recreación en lugar de abrir puertas a opciones sanas y edificantes es caldo de cultivo para bebidas, drogas, propósitos malsanos; porque mamá y papá se pliegan al primer capricho del niño o de la niña; porque la escuela no media cuando la circunstancia manda; porque las organizaciones que debieran amparar nexos fraternos y posturas éticas están más ocupadas en cotizaciones, asistencias, puntualidades y crecimientos…
Por todo ello y mucho más los menores crecen a merced de lo que ven y se inflan como globos las transgresiones, los barrios ilegales, los conflictos; se enrarece el ambiente, se pudre el tronco y peligran las hojas. Solo en el 2013 la economía del territorio se vio privada de 2,7 millones de pesos por concepto de una veintena de hechos de corrupción detectados y enfrentados, tribunales mediante.
En el propio período, a uno de cada 4,46 espirituanos en edad de incurrir en una contravención le fue impuesta una multa. Si de eso se tratase, esta debiera ser la provincia del país con menos problemas, puesto que es la de mayor crecimiento en el número de multas, el 5 por ciento de las cuales aún constituye deuda pendiente. Pareciera que todo gira en torno a verbos de acción cuando ya el hecho sucedió: sancionar, aplicar, restringir. Como si precaver ya no fuese apremio.
“Lo peor es la poca percepción del riesgo que corremos de que suceda lo que Fidel decía, pues de tan cotidianas ya ni siquiera percibimos determinadas irregularidades y el enemigo sigue al acecho, ejemplos no nos faltan en otros países”, apuntaba una diputada en la sesión extraordinaria de la Asamblea Provincial del Poder Popular dedicada al tema recientemente.
Superficiales, conformistas, dados al maratón y al amiguismo, irresponsables y dispersos. De todos esos calificativos aplicables al plural de la primera persona se ha oído hablar en las reuniones, que rara vez concluyen con un enfoque edificante. En ocasiones, ni un acuerdo. Y no es que no se avance ni se haga, sino que las medidas palidecen, junto a los análisis y los planes que las paren, ante la avalancha de torceduras que acusa la disciplina pública. Más que en la superestructura, urge extirpar el mal en la base. Las señales, o lo que los peritos llaman evidencias, deben ser atendidas; de lo contrario pronto escucharemos encargos telefónicos al estilo de este: “Mándale la vara. Te dejé el almacén abierto para aquello”.
es hora de que cada cual vaya ejerciendo su trabajo , ni tan siquiera el programa con voz propia se le hace el caso que requiere ,las empresas ni dandole el problema salen a resolverlo creo que se debe hacer una comision por cada centro de trabajo y revisar muyyyy profundo las quejas formuladas en cualquier de las parte donde se le da anuncio a un problema , el tiempo esta la comision puede ser en un mes por ejemplo la cajera ,una de personal y asi buscar alternativas para asi dar prioridad a muchas de las quejas q se hacen muy morosa por falta de nose personal tiempo creo q si tomaran estas alternativas funcionaran mucho mejor y cuando el pueblo vea estas cosas la conciencia sera mucho mejor. saludos y gracias por estas oprotunidades q nos dan.
SANCTI SPIRITUS EN ESTOS TIEMPO ESTA REVUELTO COMO DICE EL BUEN CUBANO SOBRE LOS ROBOS , LOS FAMOSOS ENCAPUCHADOS Y NADIE VE NADA ,NI NADIE SE METE EN NADA COMO SI NO LE FUERA A PASAR NADA A ELLO O ELLAS NADIE ESTAMOS EXPUESTO A NADA POR FAVOR VAMOS JUNTOS A VELAR POR NUESTROS HIJOS PADRES FAMILIA Y NUESTRO BIENESTAR SOCIAL SERA MUY RICO Y MUY FELIZ GRACIAS Y QUIERO Q LAS PERSONA TOMEN CONCIENCIA. PARA SEGUIR NUESTRA LINDA REVOLUCION SOCIALISTA Q MUCHO Y A MUCHOS LE COSTO LA VIDA.
Muy oportuno el artículo se debe seguir insistiendo en todas estas cuestiones de indisciplinas sociales para que nuestra sociedad mejore. Por mi parte deseo poner a su consideración esta situación: Vivo en una segundo planta en una calle centrica por más de 30 años, nuevos vecinos han llegado con sus crías de cerdos y sus hogueras humeantes. Padezco de una lesión bucal que me afecta el humo y cuando me quejé al vecino me dijo que yo me molestaba por todo. Por las noches tengo que dormir con las ventanas cerradas porque el olor que despide el cerdo del otro vecino es insoportable. Y me pregunto:
¿No debo molestarme por el humo que irrita mi carganta y que penetra en mi propia casa sin pedir permiso?
¿Debo, en el propio centro de Sancti Spíeritus, vivir a ventanas cerradas por el mál olor a excretas y orinas de cerdo para complacer el bolsillo de mi vecino?
¿No dijeron en un programa televisivo hace poco que los cerdos estaban prohibidos dentro del pueblo?¿Qué organismo se ocupa de eso?Un cerdo contamina al medio ambiente 10 veces más que un ser humano, esos contaminante van a nuestro río yayabo¿Por qué se permiten las cochiqueras conectadas directamente a la red de alcantarillado cuando eso constituye una ilegalidad?¿Cuando se produzca la epidemia vamos a correr?
Tengo más preocupaciones pero por ahora con estas bastan. gracias.
Muy oportuno el artículo se debe seguir insistiendo en todas estas cuestiones de indisciplinas sociales para
Aqui les traigo un caso que debe ser atendido de inmediato pues las inegligencias, indisciplinas, oportunismo, etc. son enormes.
En conmemoración de los 500 años de fundada la villa de Sancti Spíritus es producto de un remozamiento, reparación y embellecimiento general. Sin embargo en el propio Reparto Román caracterizado por ser un área de edificios pero también cuenta con muchas viviendas convencionales se han reparado y pintado todos los edificios y viviendas que son varias manzanas excepto el Edificio Sandino # 30 que da a la vista a una de arterias principales de la ciudad la calle Garaita y a menos de 100 metros de Carretera Central y los compañeros al frente de la tarea han dado a comunicar que no se le hará ningún cambio al mismo a pesar de estar reportado hace más de una década los daños que este inmueble presenta tales como el tanque de agua principal que está agrietado casi en su totalidad y constantemente derrama agua no posee una tapa y la llave de paso de abasto al agua está con salideros permanentes, la carpintería exterior del mismo está muy deteriorada y el mismo no recibe pintura desde hace alrededor de 20 años, también existen las filtraciones pues es mucho tiempo de deterioro.
El Edificio Sandino # 30 va a ser el único edificio del Reparto Román que va a seguir luchando contra el tiempo por sí solo, los compañeros de la Dirección Vivienda se hacen los de la vista gorda porque no ha sido por falta de gestión pues hay que destacar y felicitar a la delegada de la zona pues sus esfuerzos son admirables pero no han sido retribuidos por la dirección de los organismos competentes.
En este inmueble las indisciplinas sociales son de unas magnitud vergonzosa e incluso reconocidas por los propios compañeros de la Dirección de la Vivienda que todo se queda a ese nivel observación y nada más. ¿Hay que esperar a que se derrumbe el mismo o que las indisciplinas sean tan grandes que sea imposible darle solución o hay algún interés detrás de todo esto?
Los vecinos esperamos que se le dé solución a estos problemas antes de que los compañeros que ejecutan las acciones de reparación y embellecimiento abandonen la zona o de lo contrario habrá que esperar al milenio de Sancti Spíritus.