Ángel Martínez Niubó, reconocido escritor y promotor de Un poema en cada casa, sale en defensa de la editorial espirituana.
Ediciones Luminaria nació a contracorriente. En 1991, cuando esta isla se abismaba en las sombras de la crisis económica, el poeta Esbértido Rosendi no creyó ni en cíclopes ni en la esfinge tebana y lideró la cruzada para fundar la casa editorial, que sí ha regalado luz a los lectores, a pesar de sus gazapos, magnificados por algunos.
¿Se lee o no la literatura espirituana contemporánea?
A partir de la idea promovida por Fidel de crear el sistema de ediciones territoriales, julio de 2000 marcó el relanzamiento de esta institución, cuyos libros se publican en cinco colecciones: La Verja (poesía), Arcada (narrativa), Güije (literatura infantil), Pensamiento (ensayo, crítica, biografía e historia) y Homenaje (reconocimiento a escritores de la provincia y del país).
Con la inestabilidad de la dirección a ojos vistas, Luminaria permanece hoy bajo las riendas del escritor Ángel Martínez Niubó —promotor de Un poema en cada casa, acción cultural única de su tipo en Cuba—, con quien Escambray también cruza palabras.
¿Hasta qué punto el autor es responsable de la promoción de sus creaciones literarias?
El escritor es responsable de la calidad de su libro y de invitar a su círculo de amigos o familiares a la presentación o lectura de su obra. Pero el escritor no está para hacer, en solitario, una campaña a favor de la venta de su libro. Hemos de formar parte de una promoción que, sin dudas, ha de emerger del Centro de Promoción, de la Editorial o de otras instituciones. No quiere decir que el escritor se desentienda, eso jamás.
«El escritor no está para hacer, en solitario, una campaña a favor de la venta de su libro».
Por otra parte, es un error creer que la editorial o el Centro de Promoción son los únicos responsables. Una bibliotecaria, un trabajador de librería y los departamentos de promoción de las direcciones de Cultura son, igualmente, promotores de lectura y allí hay dificultades. No creo que se le deba imputar toda la responsabilidad al Centro Provincial del Libro y la Literatura, al de Promoción Literaria Raúl Ferrer y a Luminaria. Resulta más cómodo, o más fácil, buscar dos o tres culpables. Y ojo: en algún momento tenemos también que preguntarnos por la calidad de lo que estamos escribiendo.
No pocos entrevistados consideran que Luminaria se desentiende de los títulos una vez publicados en lo referido a la promoción. ¿Coincide o discrepa?
Hay desentendidos, pero no Luminaria, pues la editorial hace la mayor parte: publicar. Hay quienes se desentienden totalmente, y pienso en instituciones y departamentos que su función básica, casi única, es promover. Pero no pensemos nada más en promover libros, sino autores. No hay que esperar a que un escritor publique para promoverlo, pues esos libros estarán para siempre en nuestras bibliotecas. Luminaria puede hacer más, luego de que un libro ve luz, pero no puede hacer el trabajo que corresponde a otros. Ya que hablas de Luminaria, hay que pensar con urgencia en asignarle equipos nuevos. En estos momentos no tiene ni impresora y las computadoras soy muy primitivas. Una editorial no puede tener esas carencias.
¿Por qué a la presentación de las obras de los escritores acude, como tendencia, un reducidísimo número de personas? Pareciera que importa más cobrar la presentación que la calidad del texto y su autor.
Tu sospecha es válida. No hay más que ir a las presentaciones de libros, a las conferencias o a la lectura de un escritor para darse cuenta de que no va prácticamente nadie. ¿Cuántos escritores hay en Sancti Spíritus? Bastaría la presencia de ellos en una lectura o presentación de libro para llenar una sala. Esto dice a las claras que tampoco los escritores asistimos a las presentaciones o lecturas de nuestros colegas. ¿Cómo pedir entonces que vayan otras personas? Tengo, por el contrario, muy gratos recuerdos de espacios como Gente de Palabra y de la increíblemente desaparecida Noche de la Fuente.
Lo otro es que falta humildad en la intelectualidad espirituana, y esa carencia puede lastrar muchos esfuerzos. El hecho de ser buen escritor no garantiza siquiera que seas buena persona, ni que pases tu vida haciendo buenos libros. Hay buenos escritores allí, pero esa falta de humildad puede atentar hasta contra el funcionamiento institucional; afectar, incluso, la promoción. Es muy difícil dirigir la Cultura en Sancti Spíritus, no solo porque sea una institución muy compleja, sino por lo difíciles que son algunos escritores. Falta paz y humildad, faltan valores, y eso también quebranta la calidad de la obra. Algunos pierden mucho tiempo haciendo cartas o buscando de qué quejarse. No pensemos únicamente en la promoción. La vanidad, la inmodestia, la presunción y el sectarismo han cerrado muchos caminos.
«Hay que cambiar muchas estrategias y conceptos en la editorial; pero que jamás prime la ingratitud».
Hay quienes le levantan un monumento a Luminaria y otros la mandan al paredón. ¿A qué bando pertenece usted?
Luminaria ha publicado excelentes textos y ha llevado libros de admirable factura a nuestras ferias. Sería pecar de ingratos excomulgar la editorial. Muchos escritores espirituanos solo han publicado allí, y otros hemos tenido en esta la oportunidad de ver la mayoría de nuestros títulos. Hay que cambiar muchas estrategias y conceptos en la editorial; pero que jamás prime la ingratitud.
En cuanto a la selección del catálogo de la editorial, ¿hasta qué punto el favoritismo ha permeado este proceder?
Asumí la dirección por un breve tiempo. Por ello, no puedo hablar de esos favoritismos con la profundidad que quisiera; pero me temo que esa palabra —como un fantasma— ha rondado la casa editorial desde su primera década. No podemos publicar solo las obras de los autores consagrados (que no tienen por qué hacer un buen libro cada año) ni favorecer los de cierta región…, y muchos menos hacer un plan con un número preconcebido. Lo demás es lógico, siempre habrá desacuerdos: Tantas dificultades hay para presentar un catálogo de libros como para dar a conocer un equipo Cuba de béisbol.
¿Qué acciones se aplican allí para mejorar el funcionamiento del Consejo Editorial y del Comité de Lectores, órganos también enjuiciados?
No hay dudas de que debemos reformar —con urgencia— el Comité de Lectores y el Consejo Editorial. Es una locura que un Comité de Lectores lo conformen 30 personas, cuando prestigiosas editoriales cubanas tienen solo 10. Sin embargo, todos los libros que ha publicado Luminaria han sido aprobados por un Consejo Editorial, donde está lo más representativo de la intelectualidad espirituana. No solo es responsabilidad de la editorial un libro con el sello de esta casa.
¿Qué hacer para que la obra de reales valores literarios se conozca, se lea entre los espirituanos?
Trazar estrategias. No pensar únicamente en el telecentro o en la radio, o en “inundar” bandejas de entrada con mensajes electrónicos. Debemos huir del facilismo que representa poner el trabajo en manos de otros; trabajar con seriedad en todas partes; no solo en el Centro Provincial del Libro, donde se han tomado iniciativas interesantes. Hay que ir a los afiches, volver a las plaquettes, a formatos más atractivos. Urge poner la economía en función de las necesidades más apremiantes e indispensables de la cultura.
Para quienes quieran leerlo. Vale la pena. Se menciona el libro de Elvia. ¡Ah!, de Luminaria.
Gilberto Padilla Cárdenas
http://oncubamagazine.com/cultura/sigue-leyendo-la-letra-del-ano/
Hace unos meses publiqué en La Gaceta de Cuba una entrevista a Osdany Morales —narrador maravilla de turno, con una maestría en Escritura Creativa en NY (sí, Osdany permutó de Nueva Paz a Nueva York), nombre que venía circulando desde hace rato por escritorios de editores a la espera del próximo young cuban writer. Por alguna razón que desconozco, la entrevista, que tenía como pretexto el libro Papyrus (Letras Cubanas, 2012), se acaba antes del clímax. No aparece el final. Aquí lo reproduzco:
2013. Los miembros del jurado del Premio de la crítica literaria se reúnen en La Habana. Disertan. A veces toman notas, pero por regla general no escriben, cada uno postula sus libros ejemplares (algo bien cervantino). Discuten. Es evidente que en la crítica literaria intervienen las leyes de Darwin. Deliberan. Apenas hay textos de ficción entre los ganadores: ningún libro de cuentos, ninguna novela, salvo La catedral de los negros y el guion literario de Fresa y chocolate. Me pregunto —aunque ya sé la respuesta— cuántas papeletas habrá obtenido Papyrus…
Conclusión A: La ficción made in Cuba no rebasa una marca de agua.
Conclusión B: El jurado interpuso el “mal de ojo” de los intelectuales.
Conclusión C: La democracia —como diría Borges—es un abuso de la estadística.
Me gustaría partir de este fragmento —que no está en ninguna parte— para pensar la gramática de los premios en Cuba pues, al parecer, ganar un premio es algo que a todo escritor cubano le ha sucedido alguna vez. En serio: ¿Ustedes conocen a algún escritor cubano que no haya obtenido, al menos, un premio? Un dato a tener en cuenta, un dato alarmante: se premian tantos libros en la Isla que empiezan a escasear los textos no laureados. Solo para que tengan una idea, el cuentamillas de los certámenes literarios —si sumamos todos esos concursos de comarca, que son como raras especies que empiezan y terminan en sí mismas— se sextuplica, en promedio, cada ocho años, en tanto nuestro índice de población apenas crece. Si continuáramos con este ritmo, en el 2514 la población cubana será apenas de 13 millones, mientras que el número de premios se habrá multiplicado exponencialmente. Para entonces, no quedarán autores que premiar. Hoy, desde esa lógica, relaciono tres libros excelentes que no han sido reconocidos con el Premio de la crítica literaria. Tal vez sean, después de todo, los únicos libros no laureados en Cuba.
UNO: Tregua fecunda (Unión, 2012), de Legna Rodríguez Iglesias. No premiar este cuaderno de Legna es un método de control biológico, bactericida, pues se trata de una escritora que ha ganado casi todos los certámenes literarios cubanos con sus libros “degenerados”. Esa es la marca de Legna Rodríguez Iglesias, que en vez de escribir “cuentos”, “novelas” o “poemarios”, dice que no, que “preferiría no hacerlo” —como Bartleby—, y publica libros “bastardos” y gana concursos con su depravación literaria. Así que ya saben, lo mismo de siempre: nuestros críticos se mantienen orgullosamente distantes. Lo cual es relativo, claro, porque al correrse la voz de que Legna había publicado Tregua fecunda (y ganado el Cortázar y el Calendario y el Wolsan y…) fueron muchos los que se acercaron a la UNEAC para dejar anónimos como flores, entonar “Rapsodia para el mulo” con el brazo en alto, aullar cosas como “literatura naíf” o agarrarse a patadas con el que saltaba de felicidad haciendo flamear la bandera de la houdinesca Generación Cero.
Lo que no impide que sus libros sean cada vez mejores y que sus versos hoy formen parte del inconsciente colectivo sexual. Ejemplo al azar: “He sufrido la inconsolable manía de chupar la piedra” (Chupar la piedra, 2013). Otro: “Una mujer que singa piensa” (La gran arquitecta, 2014). En letras de neón. Fantástico y resumido. Casi un tweet de Descartes. Imagino a la Academia Cubana de la Lengua en pleno —la Academia Cubana que es conocida por dar sopapos a los escritores menores de cuarenta años y por sus intrépidos diseños de vestuario, con medallón y toga estilo “Albus Dumbledore” (solo falta Excalibur) incluidos—, discutiendo el significado de la palabra “singar”. Y resulta que, en su primera acepción, “singar” equivale a: “remar con un remo armado en la popa de una embarcación manejado de tal modo que produzca un movimiento de avance”. Acto seguido pienso en todos esos cófrades investidos, repitiendo una y otra vez: “una mujer que rema piensa”, “una mujer que rema piensa”, del mismo modo en que Charles Foster Kane susurraba el nombre de un trineo —que no tenía sentido para nadie, excepto para él— antes de morir.
DOS: Días de entrenamiento (Fra, 2012), de Ahmel Echevarría. Para esta novela el jurado del Premio de la crítica tiene la cuartada perfecta: no está publicada en Cuba. Evaluada en principio por algunas editoriales, continúa siendo el blanco de una generosa política de abstinencia. En un país donde un origami se confunde con una pieza política, el libro de Ahmel es el Anticristo. Pensemos en una novela que tiene un personaje peligrosamente cercano a Fidel Castro. Un personaje “de fierro” que vaga por la ciudad y que en su próxima reencarnación quiere ser escritor. Para qué decir más.
Sin embargo, si bien este volumen, hasta hoy, ha sido impublicable e impremiable en la Isla (mereció apenas una mención en el UNEAC y una palmadita de Antón Arrufat en el hombro de Ahmel), después de que ocurra el acontecimiento que ella narra, se convertirá, estoy seguro, en una novela de culto. Este libro hará un switch y pasará de inhibida a ser una novela leída con devoción y hasta fervor desde el poder. Porque Días de entrenamiento es en el fondo una novela elegíaca que narra, hermosamente, el adiós de una época, un personaje, una figura. De un hombre que se convierte al final —como aquel álter ego de Virgilio Piñera— en isla, “una isla como suelen ser las islas”.
TRES: Aterrizaje. Después de la crítica de la razón cínica (Ediciones Luminaria, 2012), de Elvia Rosa Castro. Un libro bacteriano que después de leerlo tuve ganas de que el ensayo cubano se elviarosanizara. Pesadillesco y descargoso. Prosa neurótica. De hospital. Sin vainilla. ¿Qué significa Aterrizaje.… para el campo cultural cubano? Un golpe a la cátedra. Un cuentapropismo académico. Ahora que lo pienso: ¿Elvia será legal? ¿Tendrá licencia para historiar el arte y filosofar? (Según tengo entendido, no existe amparo legal para un filósofo dentro de las nuevas regulaciones del trabajo por cuenta propia en Cuba. Sí constan las patentes de “Peluquero de animales”, “Aguador” —según la resolución: “no incluye la venta de agua en vaso”—, “Entrenador de animales afectivos”, “Reparador de fosforeras”, etc. Pero no hay timbiriche para los filósofos.) Una cosa está clara: Elvia molesta. Molesta su estilo “por la izquierda”, su idea del cinismo como una insignia patria. El cinismo que late en el abdomen de nuestro país como un alien en inCUBAción.
En cualquier caso, días atrás leía en facebook —ese otro Hurón azul— las filtradas noticias de los resultados del Premios de la crítica literaria 2014. ¿Cuál es la Letra de este año?
Signo: “Quinquenio Gris Revolution”.
Rige: Editorial Letras Cubanas.
Acompaña: Editorial Unión.
Refrán del signo: “La repetición es una forma de cambio”.
La noticia competía en mi perfil con la nueva campaña viral de Alfaguara: “los diez libros que te marcaron”. Confieso que pensé, a propósito de los creativos de Alfaguara: “cuando se tienen una serie de problemas resueltos, uno suele hacer cosas así”. Pero después se me ocurrió una idea que ofrezco a quienes quieran ejecutarla. Qué tal si para introducir un poco de anarquía en nuestra latitud, cada cual elabora una lista, un decálogo de libros excelentes que nunca recibieron el Premio de la crítica literaria en Cuba. Algo del tipo: “Las películas que nunca se llevaron el Oscar”. Porque, a fin de cuentas, qué es un Premio de la crítica literaria sino un Oscar de 1000 CUP.
Luminaria siempre emerge, si no, lean:
http://oncubamagazine.com/cultura/sigue-leyendo-la-letra-del-ano/
A propósito de la repercusión que ha tenido La hora de Luminaria, les dejo 3 links de un extenso artículo publicado en Rebelión,cuya génesis parte de dicho espacio , celebrado en la Feria del libro espirituana, en febrero de 2013. Se trata de La censura editorial.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166292
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166564
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166903
Quienes se rodean aunque sea ocasionalmente de jóvenes escritores siempre escuchan las quejas de lo difícil que es publicar en Luminaria, sobre todo de su Consejo Editorial, que la mayoría de los libros que se publican son de sus integrantes, es un círculo vicioso. Es una lástima que un escritor tan talentoso y responsable como Niubó no aprovechara una entrevista tan extensa como esa para denunciar las malformaciones que existen en Luminaria, que existen precisamente porque en general los escritores más importantes del territorio nunca han sido las víctimas de la mal habida política de Ediciones Luminaria. No siempre se puede quedar bien con dios y con el diablo.
Y ahora lo último que se dice es que los trabajadores de Luminaria pasarán a trabajar como contratados y, si no cumplen, se buscan otros que los sustituyan.
¿Y no han cumplido los editores y diseñadores sus compromisos laborales?
Esto es sospechoso. Preocupante.
Una buena ¿promoción? de libros publicados por Ediciones Luminaria puede hallarse en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Basta con consultar su biblioteca on line.
Mmmm, me pregunto por qué la Historia de la Literatura Cubana, tomo III, no registra la primera edición espirituana de El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz. O el Premio de la Crítica que obtuvo un libro de Manuel Sosa, publicado en Luminaria.
Desde hace cuatro años la editorial mantiene un espacio dedicado a debatir, promocionar libros, revistas, autores, temas y divulgar el trabajo de alguien que en ocasiones es subvalorado: el editor, fiel aliado del escritor en pos de mejorar el texto.
Paciente internauta, una vez leído el resumen que más abajo ofrezco, comprenderá que La hora de Luminaria busca, sobre todo, fomentar la cultura desde sus más diversas manifestaciones. En ella se han tratado temas disímiles: la subvención editorial, el plagio, las ediciones Braille, la literatura de divulgación científica, el feminismo en las obras literarias, la censura editorial…
Pero debemos ser justos: La hora de Luminaria no es el único espacio. Hay otros, pero les corresponde a quienes los conducen mostrar sus frutos.
La hora de Luminaria
Se realiza en un sitio diferente cada vez, en dependencia del tema que se trate.
2010
Presentación del cancionero infantil Canciones para que amanezca. Escuela de música Ernesto Lecuona de Sancti Spíritus. Participaron los autores y músicos, así como los estudiantes.
La hora de Luminaria. Presentación del libro de historietas Auroria. La gran alianza, y conferencia “La edición de historietas en Cuba”, por el crítico de arte Antonio E. González Rojas. Galería de arte Oscar Fernández-Morera.
2011
Presentación del catálogo 2010 de Luminaria. Portal de la Casa de Cultura.
Presentación de Resonancia de la trova espirituana. Galería de arte Oscar Fernández-Morera.
Ediciones Luminaria y el rescate de la memoria histórica de la Revolución. Charla sobre el proceso de investigación del libro Silverio Blanco Núñez, campesino rebelde. Casa de los combatientes municipal.
Charla “¿Crisis de la lectura?”, a cargo de la Dra. María Dolores Ortiz.
Conferencia “Signos, 42 años en la expresión de los pueblos”, a cargo del editor Edelmis Anoceto Vega. Museo casa natal Serafín Sánchez Valdivia.
Panel “Literatura+Ciencia= ¿libro de divulgación científica?”. Invitados los autores José M. Ramos Hernández y Abel Hernández Muñoz. Planetario del Museo de Historia Natural.
El onceno aniversario del Sistema de Ediciones Territoriales y el cumpleaños 85 de Fidel. Invitados: Grupo de títeres Parabajitos. Parquecito infantil de los bajos del edificio 5, Olivos 1.
Coloquio “La subvención editorial en Cuba y en el extranjero”. Invitada: Marlene García, editora y narradora. Sala de arte de la Biblioteca provincial.
Conferencia-debate “El plagio”. Invitados: Lenier Méndez Ruiz, profesor de Teoría y Metodología de la Historia, y Lídice Faría Palmero, especialista del Cenda. UNEAC.
Del plomo al pixel. Visita de escritores y del colectivo de Luminaria al Poligráfico de Santa Clara y a la librería La piedra lunar.
2012
Presentación del catálogo 2011 de Luminaria. Portal de la Casa de Cultura.
Presentación de Expedición al mundo de la errata. Invitado: Misael Moya, reconocido editor y autor del volumen.
Debate económico-comercial “Lo que nos dejó la Feria”. Invitada: Julia Regalado, especialista comercial del CPLL de Sancti Spíritus. Librería provincial Julio A. Mella.
Escribir en Ciencias Sociales. Invitado: Jesús A. Martínez Gómez, Profesor de Derecho de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí.
Voces de la República. De la oratoria al texto. Invitado: Juan E. Bernal Echemendía, Presidente de la Filial Provincial de la Sociedad Cultural José Martí en Sancti Spíritus.
Conferencia “El Feminismo y la identidad de género en las publicaciones periódicas espirituanas antes de 1959”. Invitada: Yanetsy Pino Reina, Máster en Estudios Lingüísticos-Editoriales Hispánicos. Federación de Mujeres Cubanas municipal.
Debate: “La historia inconclusa del Santiago espirituano”. Invitado: Juan E. Bernal Echemendía. Parque Serafín Sánchez Valdivia.
El Centro Martin Luther King Caminos a Luminaria. Invitada: Tamara Roselló Reina, especialista del Centro Martin Luther King. Casa de la Guayabera. Quinta Santa Elena.
Las ediciones Braille y los escritores espirituanos. Invitados: invidente Jorge A. Farfán Meneses y Mailé Rodríguez Estévez, bibliotecaria que atiende la ANCI. Teatro de la biblioteca provincial.
Los símbolos oficiales de Cuba, su historia y el conocimiento del editor. Invitado: Yuri Fernández Viciedo, profesor de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí. Museo provincial
Editar poesía, un oficio peligroso. Invitado: Reynaldo García Blanco. Uneac.
2013
Novedades de Ediciones Luminaria en la Feria del Libro 2013. Exteriores de la librería.
La censura editorial. Invitado: Luis Toledo Sande. Galería de arte Oscar Fernández-Morera.
Los talleres literarios. Invitada: Rosa María García Garzón, escritora y directora del Taller Literario para niños. Casa de cultura de Cabaiguán.
El investigador ante el proceso de la edición. Invitado: Maximiliano Trujillo Lemes, profesor de la Universidad de la Habana. Uneac.
¿Cómo se enseña y se ejerce la edición de textos? Visita al Departamento de Humanidades de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.
El depósito legal en las bibliotecas. Invitada: Lesly León Montesino. Biblioteca provincial.
Presentación del ensayo La verdad no se ensaya, a cargo de Juan E. Bernal Echemendía. Sede del periódico Escambray.
En torno al Diccionario de autores de la literatura infantil cubana. Invitados: Esteban Llorach, Ramón Luis Herrera y Mirta Estupiñán. Universidad de Ciencias Pedagógicas
¿Es poesía la décima? Invitados: Roberto Manzano y Pedro Péglez. Uneac.
Entrevista radial en vivo al locutor e investigador Gaspar Marrero. Uneac.
2014
Recomponiendo la Historia. Invitada: Lourdes M. Méndez Vargas, autora de Arroyo Blanco: la ruta cubana de Churchill. Sociedad Cultural José Martí.
Conferencia “Investigación histórica y proceso editorial”, impartida en la apertura del Congreso Provincial de Historia en Sancti Spíritus. Universidad Pedagógica.
Éxito de ventas. Judo. Apuntes para una historia espirituana 1909-2000”. Invitados: Luis R. León Morales, Luis L. León Vázquez y Pedro Mendigutía. Librería provincial.
La edición de ciencia ficción en Cuba, ¿encuentro cercano de tercer tipo? Paseo de Cabaiguán.
La edición de antologías. Invitado: Alfredo Zaldívar, Premio Nacional de Edición. Universidad José Martí, Sancti Spíritus.
La edición de libros sobre medios de comunicación. Invitado: Ricardo Vázquez, profesor y editor. Casa de la Asociación Hermanos Saíz,
La labor editorial de Prensa Latina en Sancti Spíritus. Invitado: Raúl García Álvarez, director de Prensa Latina en Sancti Spíritus. Prensa Latina.
Interesante entrevista. Creo que ese tema de la promoción tiene muchas más tela por donde cortar. He ido a donde al final se resume todo: la Historia de la Literatura Cubana, tomo III (la cual llega hasta 1999) y he buscado en el índice onomástico los espirituanos que aparecen. De los que hoy viven en la provincia, están: Juan Eduardo Bernal Echemendía, Julio Crespo Francisco, Ramón Luis Herrera, Pedro de Jesús, Julio M. Llanes, Antonio Rodríguez Salvador y Esbértido Rosendi. Solo dos de ellos deben su inclusión a libros de Luminaria: Juanelo (La literatura infantil y Juvenil ante el espejo, recopilación de textos a cargo de Julio M. Llanes) y Ramón Luis con su poemario para niños Lindo es el sapo.
También aparecen otros espirituanos que ahora no hacen vida en la provincia: Elvia Rosa Castro, Eric González Conde, Gumersindo Pacheco, Senel Paz, y Virgilio López Lemus, y ninguno lo hace gracias a Luminaria. Sin embargo, el hecho de que todos –absolutamente todos– hayan pensado en Luminaria para publicar algunas de sus obras, dice mucho a favor de esa editorial. O sea, lo que falla no es la editorial, sino la promoción: y como se ve, no precisamente de los autores, sino de los libros publicados aquí.