Desde hace más de dos décadas, cerca de una veintena de obras paralizadas esperan porque decisiones estatales las rescaten del olvido y los errores
Están por doquier, aunque no todos pueden verlas, no porque sean pequeñas o insignificantes, sino porque tras la fuerza de la costumbre, o el hábito de mirar sin ver, se esconden edificaciones a medio hacer, verdaderos “monumentos a la idiotez”, de los que tanto hablara Fidel aquel memorable 26 de Julio de 1986. “Cuando veo esos elevados ya construidos, que no tienen aproches, digo: ¿Quién sería el loco que hizo esto? Un puente elevado sin aproche…”, apuntaba.
Pero al parecer muchos no captaron el mensaje, pues todavía hay diseminados por la provincia cerca de una veintena de “cadáveres urbanísticos” que buscan cómo resucitar.
Tierra adentro Escambray intenta profundizar en errores sin remedio, o enmendables, y al mismo tiempo conocer el final de los resbalones constructivos que imposibilitaron a familias enteras de tener una vivienda o impidieron que la provincia no dispusiera de una industria de cerámica blanca, obra cuya construcción civil, inexplicablemente, quedó paralizada en 1992, momento en que se encontraba a más de un 90 por ciento de ejecución.
RUINAS MODERNAS
Cuando hace dos décadas Estrella Molina hizo suyas aquellas cuatro paredes sintió que había encontrado cobija para tantos años de peregrinar sin casa propia. Al llegar, otras dos familias ocupaban un espacio del edificio construido hasta un primer nivel en la calle Cabrera del reparto Escribano, en el municipio de Sancti Spíritus, cuya construcción se paralizó en 1990.
“Esto era un vertedero rodeado de hierba, y en el medio los muros, columnas y parte del techo porque el resto es de fibrocemento que han colocado los propios vecinos, lo mismo que las ventanas. Aquí nadie ha puesto un ladrillo más desde esa época, y si dependiera de nosotros al menos hubiéramos repellado por dentro, pero no tenemos propiedad”, explica al tiempo que recorre con la vista los desnudos bloques y temerosa se pregunta hasta cuándo podrán utilizar un espacio que aún nadie reclama.
Como el mencionado inmueble, 14 edificios multifamiliares que hoy pudieran acoger a 135 familias duermen en el olvido. Algunos tuvieron la mala suerte de contar solo con unos pocos muros.
El resto ampara a unos 60 núcleos y oculta el usurpamiento ilegítimo de una propiedad que aparentemente no es de nadie, pero que en papeles pertenecieron a las otrora Unidades Municipales Inversionistas de la Vivienda (UMIV), convertidas en direcciones técnicas de ese organismo, responsables de dar vida a los restos de una malograda inversión. Néstor Borroto, al frente de la Dirección Provincial de la Vivienda, aclara el asunto.
“Esos edificios pertenecen a las direcciones del organismo en los diferentes municipios, muchos quedaron detenidos en el primer y segundo niveles y tres de ellos están en cimentación. Existe una estrategia nacional de actualizar los proyectos y para ello utilizar el sistema de paneles en los muros, teniendo en cuenta la experiencia de la provincia en esas producciones. Eso implicaría transformaciones en la cimentación, para luego, progresivamente, ir retomando esos inmuebles que se iniciaron en la década de los 90”, explica Borroto.
¿Se llevarán las construcciones a varios niveles aun cuando estén habitadas?, indaga Escambray.
Actualmente se trabaja en la documentación para comenzar en algunas durante el 2016, y se llevarán hasta los niveles que estimen los proyectos, que ahora aprovecharán la ventaja de que estos inmuebles tienen resuelta la infraestructura eléctrica e hidráulica por estar ubicados en zonas urbanas. Existe, además, un plan perspectivo de inversiones hasta el 2020, de manera que una parte se retomará en el plan estatal y deberá ser incluida en los programas inversionistas.
¿Qué sucederá con otros edificios multifamiliares ubicados en zonas rurales que continúan en franco deterioro?
“Se trata de viviendas vinculadas a un organismo como en el caso de las que están en la comunidad Manuel Ascunce, en Trinidad, construidas por interés de la Agricultura para estabilizar fuerza de trabajo; por ende, el mantenimiento va por ellos. Pero sucede que allí existen edificios de ocho apartamentos donde solo viven tres familias. En esos casos el Minagri estudia la posibilidad de desvincular algunos; de ser así lo asume la Vivienda y se acordó, también, concentrar a las personas en uno solo para poder rehabilitar el resto en la medida de las posibilidades”.
Rectificar es de sabios, aunque resulta saludable para la economía buscar un crecimiento habitacional a toda costa. Ciertamente los proyectos corresponden a un pasado interrumpido por el período especial; pero, ¿no resulta pura especulación levantar edificios a pesar de saber que muy pocos vivirían en esos lugares?
PROYECTOS ROTOS
Un simple recorrido indica que no son los únicos. En cualquier zona puede encontrarse un cadáver de hormigón, algunos de ellos en tal estado que apenas se asoma el esqueleto, cimientos a los que el desuso cubre ahora de maleza, como tumbas mal cuidadas; también están los que, naturaleza muerta al fin y al cabo, parecen piedras tan prehistóricas como las de Stonehenge: viales elevados que un día alguien trazó para que condujeran a algún sitio, como el que se yergue insultante a la entrada del poblado de Siguaney.
“¿Qué buscas? ¿Edificios sin terminar? No hay que salir de aquí. ¿Quieres mayor absurdo que levantar una fábrica de cerámica blanca y dejarla ahí como si nada? ¡Y mira que eso está grande! Pero na’, ya se perdió el cemento y el dinero”, masculla detrás de su tabaco Anulfo, un viejo albañil que desde la placita de Garaita echa pestes sobre quienes dejaron en el camino la estructura que se levanta en esa calle, la cual, según los entendidos, pudo convertirse en el supermercado previsto para esa zona de la ciudad.
Según Noel Carballo González, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial que atiende el sector, algo similar sucede hoy con las antiguas escuelas en el campo.
“Muchas de ellas han sido víctimas del vandalismo, otras las ocupan organismos como las FAR y el Minint, aunque se pretende recuperar las que tengan un uso práctico, como la Escuela Mixta enclavada en el mismo poblado de El Pedrero; otras no proceden por ejemplo, el preuniversitario de Manaquitas, en Cabaiguán, que está rodeado de campesinos con casas, no hay tierras estatales ¿A quiénes se les va a dejar la vivienda? El plan de construcción de inmuebles que tenemos es tan pequeño, que se requiere concentrarlo donde más problemas resuelva a la población. Hay sitios donde no se va a mudar nadie y de invertir allí lo hacemos en la Circunvalante Sur de la cabecera provincial”, detalla Noel.
A pesar de que pasan los años, llueve sobre mojado y la muestra es que todavía en el no muy lejano 2005 quedó interrumpida, en una fase constructiva bastante avanzada, la estructura del primer nivel del policlínico de Mayajigua. ”Los organismos que tienen esta situación deberán en algún momento incluir esas inversiones en el plan de la economía porque lo indicado es hacer en Sancti Spíritus todo lo que en un momento quedó”, precisa Carballo.
“(…) Porque todas estas obras hay que terminarlas (…) Hay que seguir trabajando dondequiera, en el acueducto, en todo eso. No abrir una obra nueva, sino continuar con las que tienen (…)”. A pesar de las visionarias palabras de Fidel aquel 26 de Julio de 1986 en la plaza espirituana, se siguen planificando mal las obras y se violan cronogramas por diferentes causas. Todavía en pleno siglo XXI siguen apareciendo los síntomas de agonía en algunas inversiones por fallas de proyectos, violaciones en la secuencia constructiva, entre otros males. Sin embargo, hay quienes aún apuestan por retomar a largo plazo y con seriedad lo que se dejó inconcluso; otros, los más optimistas, a sabiendas de que las ciudades crecen a medida que se edifican, esperan porque en esos cuerpos de concreto tal vez ocurra el milagro de la resurrección.
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