En el aniversario 40 de la Operación Carlota, el soldado de la reserva Leonel Pereira Núñez, uno de los héroes del combate de Cangamba, rememora el infierno vivido durante ocho días por 92 combatientes cubanos y 400 angolanos
“Recién había cumplido el servicio militar cuando fueron a mi casa en Perea, donde vivía, en el municipio de Yaguajay, y me plantearon la misión de ir a combatir por la independencia de Angola. Eso fue en mayo de 1982. Recibimos una preparación intensiva de 15 días en la Cuarta División del Ejército Central y partimos para allá. Al llegar a Angola nos ubicaron en la Brigada 32 de las tropas de Lucha Contra Bandidos bajo el mando del teniente coronel Fidencio González Peraza, e inmediatamente nos destacaron en Cangamba, un pequeño poblado del extremo sur de aquella vasta nación”, rememora el combatiente internacionalista cubano Leonel Pereira Núñez, a 32 años de aquel suceso que nunca olvidará.
“Desde unos siete meses antes del ataque final de las fuerzas de la Unita, nuestra posición fue bombardeada con morteros todos los días al medio día y a las seis de la tarde. Nos vimos obligados durante ese tiempo a realizar una sola comida diariamente.
“Pero la cara fea que tiene la guerra la conocimos realmente cuando se nos vino encima aquella avalancha de cuatro mil hombres a comernos vivos. La primera vez avanzaron por el frente de la pista de aviación, donde yo me encontraba. Chocaron con el primer anillo defendido por combatientes de las Fapla y estas retrocedieron hasta nuestra posición pero logramos paralizarlos a 40 metros de nosotros y rechazarlos. Ese propio día 2 de agosto de 1983, avanzaron por otro frente protegidos por las casas y los eucaliptos, y fueron neutralizados también por nuestros compañeros.
“Al día siguiente, recibimos unos 50 hombres de refuerzo que fueron lanzados por los helicópteros a 500 metros de nuestras trincheras y debido a los combates tan encarnizados y las andanadas de morteros y de ráfagas de ametralladoras que el enemigo dirigió hacia ese lugar, lograron llegar hasta nuestras trincheras unas ocho horas después, avanzando a rastra sin dejar de combatir”, así desgrana sus recuerdos el hombre maduro que tras su regreso victorioso a Cuba permaneció durante 24 años en las filas del Ministerio del Interior y hoy se encuentra jubilado.
“Allí permanecimos combatiendo hasta el día 10 de agosto, ocho días con ocho noches, sin comida ni agua, porque desde el primer día nos quemaron los camiones, entre ellos las pipas. Para mitigar la sed comimos cepas de plátano, pasta dental, e incluso ante esa situación José Hernández, un compañero de Villa Clara y yo fuimos como el quinto día al atardecer a rastra hasta una de las pipas y solo logramos llenar una cantimplora del agua del radiador, que tenía tremendo sabor a petróleo. El enemigo nos detectó y nos tiró un vendaval de morterazos, pero escapamos afortunadamente”, precisa Pereira.
“Yo me tiré de cabeza más de mil veces, cuando oía las granadas de mortero que me venían encima. Así pude escapar de muchas de ellas que impactaron cerca de mí. En una ocasión cayó una en mi pozo de tirador cuando yo me encontraba fuera de él y me destruyó la canana con los proyectiles. Tuve la suerte de ser uno de los sobrevivientes, porque en aquel combate perdieron la vida 17 de los 92 cubanos, y 27 resultaron heridos. De los 400 Fapla perecieron 60 y 177 recibieron heridas de bala.
“En el séptimo día de resistencia tenaz, recibimos una carta de Fidel a través del comunicador. Aquellas palabras de aliento nos sirvieron de acicate para combatir a los agresores. Ese propio día 9 de agosto el mando cubano lanzó una compañía de Tropas Especiales cubanas en la retaguardia de la Unita y fueron tantas las bajas que les ocasionaron que el día 10 solo tiraron con los morteros y las granadas se encajaban en la tierra, pero no explotaban. Al amanecer del 11 comenzaron a retirarse sin poder tomar a Cangamba”, afirma este combatiente, quien fuera condecorado con la Orden Che Guevara de primera clase.
Nada mejor que el testimonio del general de división de las FAR Enrique Lussón, quien con el grado de coronel dirigió las tropas de LCB en Angola, para aquilatar la grandeza de los héroes de aquella epopeya: “La operación de Cangamba es una acción que pasará a la historia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. A quince mil kilómetros de Cuba, a cientos de kilómetros del punto más cercano, en medio de la selva, en el área donde más fuerza tiene el enemigo, yo creo que realmente fue un hecho heroico. Cuando se hable de resistencia, de la Casa de Pavlov, en Leningrado, de la Fortaleza de Brest, si incluimos la resistencia de Cangamba no estaremos exagerando nada…,”.
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