El reinicio de la guerra independentista contra la corona española en 1895 será recordado este 24 de febrero en Cuba en su 120 aniversario.
En los años 1893 y 1894, José Martí, máximo organizador de esta gesta, recorrió varios países de América y ciudades de Estados Unidos con el objetivo era unir a los principales jefes de la Guerra del 68 y acopiar recursos para la nueva contienda. Cuba estaba sumergida en una crisis económica, matizada por la malversación de los presupuestos y una alta y férrea política impositiva de la corona española.
Por otra parte, los cubanos carecían de derechos políticos, incluso a ocupar cargos en el gobierno.
Ante la pérdida del control económico la corona subió de tono la represión, describen apuntes de la época.
En ese contexto, crecieron los males sociales, pero a la vez estaban presentes condiciones subjetivas como la presencia de José Martí como líder, una fuerza dirigente como la del Partido Revolucionario Cubano, y una elevada conciencia de las masas que mantuvieron sus ideales independistas.
Esta gesta -aunque superior en diversos aspectos a la Guerra de los Díez Años (1868-1878)- tuvo una vez más el infortunio de que se repitieran errores de ese campaña, como la falta de unidad entre los jefes militares, algo que aprovechó Estados Unidos.
La ausencia de consenso entre los líderes posibilitó que el país norteño encontrara una brecha para aniquilar los órganos representativos de la nación cubana.
También se sumó la pérdida de líderes político-militares aglutinadores como Antonio Maceo y José Martí, que perecieron en el campo de batalla.
Estados Unidos contempló por 30 años la lucha del pueblo cubano, y puso su empeño en apoderarse de la mayor de las Antillas y así lo dejó en claro cuando impidió la entrada de las tropas mambisas (insurrectas) a Santiago de Cuba y con el Tratado de París, que ponía fin a la denominada guerra hispano-cubano-americana.
No obstante, el reinicio de la guerra el 24 de febrero de 1895 y toda su trayectoria sirvieron de enseñanza para tiempos posteriores desde el punto de vista político militar, sobre todo en cuanto a la necesidad de un mando único.
En otro orden, muchos tomaron conciencia de que las previsiones del Maestro, como también se le conoce a Martí, eran válidas para Cuba y el resto de América Latina, pues supo comprender a tiempo del peligro que representaba el gigante del norte para los pueblos del continente.
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