En Itabo se asentó la mayor plantación de tabaco de toda la provincia, atendida por dos hermanos con raíces agrarias
Por raro que parezca, al lado de Itabo, en Yaguajay, se plantó la vega individual más grande de Sancti Spíritus en la presente campaña, una obra agrícola que ha trascendido no solo por la siembra de medio millón de posturas en la modalidad sol en palo y otras 75 000 de tabaco tapado, sino porque el cultivo coincide con el frijol en una zona de reconocida tradición para los granos.
Tal hazaña no proviene de una competencia; nace de la voluntad de los hermanos Miguel Ángel y Yoandry Curbelo González. Tampoco es nueva, pues ambos admiten que llevan varios años levantando allí vegueríos en el rango de las 500 000 posturas.
“Toda la vida la familia sembró tabaco y el aprendizaje viene de los abuelos”, comenta Miguel Ángel (Tingo); voltea la mirada y señala que “en esas mismas tierras se cosechaba antes tabaco por el Estado; este cultivo lleva una sola cosa: cada labor hacerla bien”.
EXPERIMENTO TAPADO
Pável Portal Hernández, especialista en Agrotecnia en la empresa tabacalera espirituana sostiene que los suelos de Itabo, arenosos y de buen drenaje, resultan ideales para cultivar tabaco tapado.
“Hay que tener pantalones para meterse en una siembra de 75 000 posturas de tapado porque el trabajo se multiplica”, expresa.
La audacia de los hermanos Curbelo González está diseminada en la tierra que recibieron siete años atrás y, como si no fuera suficiente con la vega XXL de sol en palo, decidieron probar suerte en la nueva modalidad.
“Por primera vez sembramos tapado para experimentar y te puedo decir que esa vega se ha dado tremenda, pensamos repetir esta modalidad en otras cosechas, un quintal de capas para la exportación lo pagan a 12 000 pesos”, explica Yoandry.
El propio productor, de 36 años e integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios Juan Darias, refiere que hace alrededor de una década se cultivó en la zona a cargo de la empresa tabacalera de Taguasco y, aunque los resultados económicos no fueron favorables, hay personas que conocen el trabajo en esas vegas bajo techo.
“El tapado fue un reto duro porque lleva más atención, no puede fallar nada y todo hay que hacerlo a guataca y a mano”, expone Yoandry.
UN DÍA PARA DOS VEGAS
Ambos cosecheros apelan en cada jornada a todo el conocimiento heredado desde la cuna campesina para encarar los apremios de una sitiería que, integralmente, también es de talla extra si nos atenemos a los compromisos productivos del año: 1 000 quintales de tabaco y más de 600 de frijol.
“El área de sol en palo la sembramos en tiempo, la perdimos por la lluvia y tuvimos que plantarla otra vez”, declara Miguel Ángel.
“Esto no es fácil —manifiesta Yoandry—, tenemos que repartir bien el día y los hombres que trabajan aquí para asistir las dos vegas en todas los pasos, incluido el corte del principal y la capadura, de lo contrario nos volvemos locos, pues si algo abunda en esta finca es el trabajo.
“Los dos estamos donde haga falta, uno solo no puede con cosechas tan grandes; somos los dueños, los económicos, los productores, los organizadores. Te confieso que muchas veces no puedo dormir pensando en lo que hay que hacer a la mañana siguiente, dónde poner la capadura que falta por cortar”.
Sin llegar a la notoriedad tabacalera de Cabaiguán y Taguasco, las vegas que en los últimos tiempos han germinado en la zona de Itabo de la mano de estos productores comienzan a marcar referencias si de altos rendimientos se trata, como sucedió en la anterior campaña, cuando sobresalieron entre los más elevados del territorio.
“Hay que tener experiencia para plantar más de medio millón de posturas, pero no me asusta porque la siembra de tabaco es bonita, lo ves crecer por día, aparte de lo que repercute económicamente; sí te digo que lleva sacrificio porque son las dos vegas y la frijolera al lado, en el mismo ciclo”, comenta Yoandry.
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