Pintores trinitarios se sumaron a un proyecto internacional para demostrar que las barreras geográficas no constituyen óbice en el ámbito de la creación
Pinceles foráneos llegaron a Trinidad recientemente con una verdad para transmitir: el arte derriba los muros de la geografía. Cuba, Francia, Argentina… edificaron desde la creación una búsqueda para identificar los puntos en común de los hombres, más allá de la condición en sí. Seres humanos, ¿qué nos unifica?, amén de bautizar este proyecto de intercambio, traza, en realidad, el camino a seguir en un peregrinaje signado por el arte.
De la mano de Violaine Philippe-Walker, gestora de la iniciativa, una hornada de creadores abandonaron la Galería Carmen Montilla, en La Habana, para anclar en tierra sureña con la intención de sumar nuevos expedicionarios a la travesía. “No tenemos otro fin que unir la mayor cantidad de miradas posibles en temas como el drama que vive Europa, el Medio Oriente, la violencia, la guerra, los conflictos políticos, la paz, el amor…, alineando artistas cubanos con otros internacionales en un ejercicio de expresión máxima de los códigos personales de cada uno”, explicó a Escambray Philippe-Walker, francesa de nacimiento, pero cubana de corazón, dijo.
Carlos Mata Pichs, Jorge César Sáenz, Ariel Broche, Yudit Vidal y Reynier Borrell García integran la lista de los elegidos para engrosar el proyecto donde participan, además, el pintor Carlos Manuel Bustillos, Julián Sánchez, Lázaro Luis García y Carlos Manuel Castillo, procedentes de otras regiones del país, y con el prisma de otras latitudes, gracias al pincel de Rosmery Feit Covey y Victoria Stagni.
Así, realidad e imaginación pierden sus límites para ofrecer una pluralidad de poéticas y estilos que de alguna manera reflejan la infinita variedad creativa y sensibilidad de los seres humanos, apuntó el crítico de arte Atner Cadalso, quien insistió en que de forma desenfadada y libre los artistas invitan a los espectadores a disfrutar de verdaderas obras de arte, a la vez de recordar que “en este mundo disperso y plural de ideologías encontradas, religiones en pugna y disparidades tecnológicas, solo el arte nos une de verdad”.
Más allá de ofrecer a la tercera villa una oportunidad nunca antes vista en la Galería de Arte Universal Benito Ortiz en materia de colaboración artística, lo que más agradecen los invitados es la Trinidad que se dibuja desde lo onírico.
“Ha sido como conocer otra ciudad, más íntima, personal, llena de sueños y con mucho talento para mostrarle al mundo”, señaló Stagni. Semejante riqueza viaja también en los bártulos de los creadores nacionales “por la posibilidad de estar construyendo una familia grande. Una vez más se demuestra que el arte no tiene fronteras ni sexo. Todo eso lo ponen los hombres. El arte es arte, no quizás en el concepto hedonista, sino en un vínculo donde no existe competencia y cada quien ha puesto su talento en función de un bien común. Este proyecto no tiene género ni nacionalidad. Cada quien muestra el ser humano que lleva dentro, que es. Unos desde el punto de vista más femenino; otros, más heterosexual, homosexual, onírico, academicista…”, añadió Bustillos.
Decididos a no sucumbir ante las talanqueras y traer nuevas alegrías al terruño, esta suerte de tripulantes vuelven al camino con su equipaje a cuestas. Lo advirtió Violaine Philippe-Walker cuando les sugirió enrolarse en la aventura: “Aquí solo hay que tener el corazón abierto, que lo espiritual se transpire en cada obra porque el arte sin sentimiento no existe. Ese sentimiento, pase lo que pase, perdura, solidifica y tiende puentes más fuertes que los límites geográficos de cada país”.
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