Tanta espirituanidad y cubanía, llegadas hechas música, danza y versos en la gala cultural por el Día de la Rebeldía Nacional, desarrollada en Sancti Spíritus, nos tornan más raigales, más auténticos
Porque, a no dudar, la evocación señoreó durante todo el espectáculo, que contó con la presencia del Segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Machado Ventura, y del miembro del Buró Político y primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, entre otros dirigentes de la organización política y del Gobierno.
Sencillamente espirituana y cubana resultó la velada, concebida debajo de los balcones de la antigua Sociedad El Progreso —Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena a partir 1963—, desde donde el líder histórico de la Revolución Fidel Castro —en cadena nacional de radio— el 6 de enero de 1959, de paso hacia La Habana al frente de la Caravana de la Libertad, aclaró a medio mundo apenas se asomó en lo alto del edificio: “No podía ser para mí, esta ciudad de Sancti Spíritus, una ciudad más en nuestro recorrido”.
Por supuesto, la advertencia del recién llegado de la Sierra Maestra, se escuchó nuevamente, gracias al homenaje, que también le rindió pleitesía a la trova con la interpretación de “Pensamiento”, de Rafael Gómez Mayea (Teofilito), en las cuerdas y en el talante de cinco tríos espirituanos: Miraflores, D’Gómez, Colonial, A su tiempo y Voces Brillantes, en un arreglo del maestro Juan Hernández.
De regreso estuvo el espirituano Serafín Sánchez; el amigo de José Martí y Máximo Gómez que tejía versos cuando desensillaba el caballo y ponía a descansar el machete mambí. Dicen que sus décimas “El Peregrino” —escuchadas en voz de los actores Julio César Ramírez, René de la Cruz (hijo) y Eliany Miranda Rodríguez— nunca antes habían sido difundidas. Dejo a los investigadores dilucidar la verdad; pero sí es una certeza que el guerrero llevaba la fibra de los poetas humildes y necesarios.
El zapateo cubano y la febril danza conga a la manera de Aché Shuré, el son entero a los antojos del nonagenario Septeto Espirituano y “La clave del director” —testamento musical de Teofilito— al compás del Coro de Clave se fundieron, igualmente, en un primer cuadro de la gala, donde Emilia Morales, residente en La Habana, demostró que venera la trova espirituana, evidente en su versión de “Las flores del jardín”, de Edelberto Rodríguez, y en la ecuanimidad mostrada pese al fallo en el audio.
Con tantos palos que te dio la vida/ y aún sigues dándole a la vida sueños, escribió en un rapto de esperanza el pintor y poeta Fayad Jamís. Y estos versos se cruzaron en el camino de la noche con Romance de la niña mala, del maestro-poeta Raúl Ferrer, en una cabalgata de armonía e histrionismo, distinciones del vocalista principal y director del grupo Juego de manos, David Álvarez.
Inmensa, notablemente inmensa —y la redundancia es permitida— anduvo por el escenario Ivette Cepeda, junto a su grupo Reflexión, con “Tú eres la música que tengo que cantar” (Tony Pinelli), cuyo lirismo despertó emociones, como el piano, rectifico, como el alma épica y evocadora de José María Vitier.
Siempre de retorno a Sancti Spíritus, Vitier regaló otro “Pensamiento” y acompañó a la soprano Bárbara Llanes en la tonada “Guacanayara” y en el himno de Teofilito, interpretados por la artista con la misma devoción de su rol de Violetta Valery en la “La Traviata”, de Giuseppe Verdi.
A ritmo de pasacalles yayaberos se despidió la gala cultural por el Día de la Rebeldía Nacional, que tuvo entre sus invitados a un grupo de asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y de expedicionarios del yate Granma.
Bajo la dirección de Carlo Figueroa y la dirección artística de Juan Hernández y de Sixto Edelmiro Bonachea, la velada duró alrededor de 50 minutos y fue transmitida en vivo por la Televisión cubana.
Considero que Sancti Spíritus poseía suficientes motivos para desarrollar una gala que representara lo autóctono de la provincia. Sin embargo creo que hubo demasiados artistas foráneos y otros que siendo espirituanos de cuna ya no disfrutan de los escenarios del territorio deitando a este público. Sancti- Spíritus cuenta con un elenco de artistas que hubiesen sido los protagonistas del espectáculo de principio a fin, era la oportunidad perfecta de demostrar cuánto se hace en materia de cultura cotidianamente,pues era una gala de Sancti-Spíritus para Cuba. No era necesario la participación de grandes de la cultura cubana, aunque muy orgullosos por su presencia, pero se pudo seleccionar otro espacio para ellos, planificado con anterioridad. Del incidente del micrófono: talvés prevenible pero necesitó de mayor rapidez en el accionar y en la cultura del detalle, para nada criticando a quienes pusieron tanto empeño, a quienes todo desvelo fue poco en busca de la perfección. Destacar la sincronización, la organización, la ambientación y el uso del tiempo, ese que debe planificarse inteligentemente, solo el justo para no afectar la comidad del espectador; aunque pudo intencionarse un mayor balance en la armonía de la actividad. Sí sugerir la utilización de un soporte de mayor tamaño para los textos de quienes conducen, porque por momentos daba la sensación de falta de visión, quizás dado por la pequeñez de la tarjeta. Gracias por un espactáculo con esa calidad artística, los espirituanos y Cuba lo agradece infinitamente.