Una rehabilitación integral emprendida por la Junta de Andalucía y la Oficina del Conservador de Trinidad regala al callejón de la tercera villa un nuevo amanecer. Otras arterias recibirán beneficios similares
Caridad Padrón Palacios cree vivir un espejismo cuando abre la puerta de la casa donde ha vivido por más de medio siglo y vislumbra las paredes recién pintadas, la cubierta nueva, los muros sin grietas. “Yo no dormía cuando hacía viento y sentía el techo traquear”, comenta.
Sensación parecida experimentan los vecinos de la calle Pablo Pérez, en Trinidad, o mejor dicho: el callejón de El Tamarindo, como fue bautizado desde los inicios, mientras caminan a sus anchas por la vía, otrora irregular y pedregosa, adonde, según cuentan, no llegaba ni la ambulancia.
El prodigio ocurre gracias a la colaboración entre la Consejería de Transporte y Obras Públicas de la Junta de Andalucía y la Oficina del Conservador de la ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, las que hace más de una década trabajan en el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad de las edificaciones en la zona C del Centro Histórico, no tan bendecida en cuanto a avalancha turística y flujos económicos.
Así, la iniciativa que irradiara desde la plaza de las Tres Cruces años atrás concluye esta semana la cuarta etapa de ejecución con la “reapertura” de El Tamarindo. Más de una treintena de viviendas fueron intervenidas para resarcir primeras crujías, fachadas y cambios en la carpintería, respetando la expresión tradicional de la imagen urbana de cada inmueble.
A dichas acciones se suma la construcción de aceras, la reparación del pavimento y pintura, en una intervención cuyo monto sobrepasa los 40 000 CUC, al decir de especialistas de ejecución e inversiones.
“Trinidad es la ciudad más bella de Cuba. Creo que el nivel de conservación se centra en un núcleo muy reducido. Por eso es necesaria la colaboración donde el turismo no llega —declaró a Escambray Francisco Gómez, representante de la instancia española—. No se trata de una obra emblemática. Tampoco pretendemos incidir en áreas con una expectativa turística, sino en abordar la problemática social que existe en la periferia”.
Según precisiones de Duznel Zerquera Amador, conservador de la tercera villa, en días venideros debe perfilarse el acabado en el alumbrado público y otros detalles. Mas, todo esfuerzo caería por tierra si no fuera por “el entendimiento con los vecinos. Gracias a ellos puede lograrse un proceso como este”.
Para mayor suerte los milagros continúan, pues nuevas arterias como San Antonio e Independencia figuran en planes no muy lejanos. Bien lo advirtió Francisco Gómez con acento español, pero corazón cubano: “Pese a la crisis, continuaremos nuestro modesto aporte hacia otros lugares que, como este, tienen un valor esencial: la vida de los ciudadanos anónimos, es decir, el verdadero patrimonio”.
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