Durante 30 largos años los coterráneos apostaron por regresar la noticia: Sancti Spíritus, otra vez en 26. Escambray recuenta los momentos claves del territorio en busca de ese apogeo político
Solo 30 años después regresa a Sancti Spíritus el apogeo político de un 26 de Julio, una fecha que se ha convertido en ícono de los tiempos revolucionarios. Como siempre ocurre con las noticias impactantes, las opiniones se dividen. Los más escépticos no lo esperaban. Los optimistas a ultranza miran por encima del hombro y se preparan para comerse el mundo. Mientras los otros, los más centrados, legitiman el reconocimiento de la virtud de la mejor forma posible: se amarran los pantalones y suben la manga al codo.
Definitivamente han cambiado los tiempos en las últimas tres décadas. El pensamiento, el lenguaje, las motivaciones, pero aún viven miles de testigos de semejante suceso en 1986. Escambray conserva en las páginas amarillentas de sus archivos las memorias de aquellos días de efervescencia, cuando se celebraba por primera, y hasta ahora única vez, la efeméride del Moncada en una provincia apenas adolescente con solo 10 años de nacida.
El más veterano de los colegas aún activos hoy en este semanario, Luis Herrera, reseñó entonces aquella madrugada del viernes 25 de abril en que a las dos y diez de la mañana comenzó a llegar la multitud con una conga arrolladora a la Plaza de la Revolución. Los trabajadores del Combinado Río Zaza entraron primero. Tambores y trompetas repletaron las calles. Consignas y compromisos se sucedieron en la espontánea tribuna.
Joaquín Bernal, el respetado líder político de aquellos años, pronunció un discurso sobrio y práctico: llamó a convertir la alegría en fuerza pujante desde cada puesto de trabajo para cumplir los planes productivos de tabaco, azúcar, viandas; para terminar las obras en construcción y convertir en jardín hasta el último rincón del territorio antes de recibir a los visitantes con hospitalidad.
Ya en vísperas del día señalado, una velada solemne presentaba actores de prestigio como Mario Balmaseda, Manuel Porto y René de la Cruz, que declamaron textos escritos por grandes patriotas de la historia de Cuba; Omara Portuondo regaló una versión de la antológica Pensamiento; Loipa Araújo y el Ballet Nacional de Cuba danzaron de lujo; Sara González, Los Irakere y Pedro Luis Ferrer conmocionaron el escenario.
Y la apoteosis llegó con Fidel el atardecer del 26 de Julio, en la plaza de Los Olivos, recién dispuesta para la ocasión. Habitualmente puntual, a las seis de la tarde subió el Comandante en Jefe a la tribuna, donde una pionera habló sobre la importancia de las obras terminadas para la doble sesión escolar y otra le regaló un álbum con esas imágenes; reconoció a la escuela secundaria Augusto César Sandino; impuso la medalla de Héroe del Trabajo al Doctor Bernabé Ordaz por su labor en el Hospital Psiquiátrico de La Habana; y entregó la bandera y el certificado de Provincia Lista para la Defensa en la primera etapa.
Durante unas dos horas y media se hizo el discurso solo interrumpido por los aplausos de los 100 000 espirituanos presentes y los fragmentos de la música de Teofilito que recordaban el paso de cada hora desde el recién estrenado reloj en el nuevo edificio de 12 plantas.
Corrían los tiempos de las vacas gordas y el recuento mencionó los progresos en la mecanización agrícola y el desarrollo industrial, los crecimientos en el sector azucarero y agrícola, la multiplicación de las lecherías, los avances de la construcción, la reciente edificación de la papelera de Jatibonico, la idea de levantar una hidroacumuladora en Fomento…
Fidel habló de la nueva era, donde pululaban hospitales y escuelas, acababa de nacer el médico de la familia, el índice de muerte en menores de un año ya había bajado a 10.3 y los espirituanos vivían como promedio más de 75 años. Enumeró los progresos en el deporte, la cultura y las decenas de obras recién terminadas por el 26 de Julio: el Hospital Provincial, la EIDE, la Facultad de Ciencias Médicas, las viviendas, el saneamiento del río Yayabo, la primera etapa del acueducto, la ampliación del aeropuerto, las aulas para la doble sesión.
Pero no todo supo a color de rosas. El Comandante en Jefe criticó la demora en la terminación de algunas construcciones como la presa Tuinucú, el camino de Pitajones a Méyer, la carretera de Yaguajay, la EIDE… y enunció aquella famosa metáfora de que un puente levantado durante años, sin carretera para utilizarlo, “es un monumento a la idiotez”.
Aunque reconoció y felicitó a los espirituanos, aunque ponderó sus tradiciones de lucha y los grandes héroes que labraron aquí la historia, Fidel aprovechó la ocasión para abordar conceptos y procesos medulares para la nación en aquella época: la riqueza no va a caer del cielo y solo sale del trabajo, la jornada laboral es sagrada, el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.
Al otro día, el Guerrero del tiempo visitó las obras nuevas, dialogó, orientó, saludó a la octogenaria Antonia Carbonell, conoció a Manolo, el constructor de los puentes y dejó por esta comarca esa estela de esperanza y sabiduría que los anales espirituanos siempre guardarán con celo.
Durante una década después Sancti Spíritus no volvió a aspirar a un 26 hasta que se suscitó una nueva “conspiración” en la media mañana del Primero de mayo de 1995, cuando una frase campechana y pegajosa comenzó a recorrer estas tierras desde las lagunas costeras de Yaguajay hasta las aguas salobres de Trinidad: “A guapear el 26 del 96”.
Todas las perezas quedaron atrás: se concretó la zafra de la dignidad en apenas 107 días, los verbos sumaron y multiplicaron producciones agrícolas, industriales, peces, construcciones, indicadores de salud, resultados educacionales.
Nadie se quedó a la zaga. La emulación fraternal que se practicaba entonces para obtener la sede de la efeméride entre las provincias se tensaba cada vez más. Las expectativas se convirtieron en ansiedad. A última hora Sancti Spíritus y Holguín se ubicaron bien cerca de la raya casi en un filme de suspenso. La nobleza y laboriosidad de los espirituanos alcanzaba cumbres sin precedentes hasta que a finales de junio trascendía la noticia en uno de los días más amargos que recuerden los espirituanos.
La nota divulgada por los medios de difusión informaba que, en consideración al extraordinario esfuerzo y los resultados generales obtenidos, el Buró Político acordaba otorgar a Sancti Spíritus la condición de Provincia Destacada en la emulación por el 26 y la sede se la llevaba Holguín.
Pedro Sáez, a la sazón primer secretario del Partido aquí, afiló su cuño político para levantar los ánimos. Sancti Spíritus tiene que andar con la frente en alto y la conciencia tranquila —dialogaba el directivo con la prensa—, continuar trabajando en todos los frentes para ganar la sede en el 97. “Éramos casi una provincia desconocida hace algunos años y prácticamente en pocos meses hemos salido del anonimato y nos hemos puesto a la vanguardia”; y concluía: “Confío en el decoro de los espirituanos”.
Solo unos días después, en una especie de desagravio, el territorio obtuvo la sede del acto nacional por el 28 de Septiembre. De nuevo en la Plaza, con maestría, Fidel atizaba los ánimos: Sancti Spíritus no tuvo el 26, pero ha tenido el 28, que es casi el 26 por el excelente trabajo en este período.
A seguidas, reconoció los progresos evidentes de la provincia, no solo en el campo económico, sino también “en la lucha por la consolidación de las conquistas de la Revolución, en la lucha por levantar la moral y el espíritu”, como un foco de inspiración y centro de experiencias para otros territorios. Al otro día recorrió la empresa de cultivos varios Banao y la presa Higuanojo.
Un año después, aunque muchos lo esperaban, Sancti Spíritus tampoco ganó la celebración por la efeméride del Moncada y en los años por venir solo alcanzó algún reconocimiento puntual hasta este 2016 cuando, 30 años después y con la mayor discreción, la buena nueva sobrevoló los tejados coloniales de las villa fundacionales, se posó en los edificios de La Sierpe y en las casas de madera de Yaguajay, navegó por las cumbres del Escambray y escaló hasta las costas del Caribe para entrar definitivamente por la puerta siempre abierta de cada espirituano, como una recompensa bien merecida a su perseverancia.
Para mi espirituana por nacimiento y alma, elebrar nuevamente el 26 de la rebeldía junto a quienes amamos el terruño, la patria y ese hombre en palabra mayúucula Fidel, me lleno de realegria, compromiso, entrega en el cumplimiento de las tareas para que nuestra ciudad fuera más bella y recibiera con elegancia a los visitantes, que nos vieran como somos una provincia alegre, pero con sentido del deber y el compromiso porque del fruto de nuestro trabajo salieron los resultados, guiados con inteligencia por la máxima dirección del Partido y el Gobierno en la provincia, HAORA mantener los logros, tbajar más duro para perfeccionarnos y como Serafín no Detener la Marcha
Excelente recuento. Recuerdo aquel 26 de Julio de 30 años atrás, cuando apenas llevaba en Escambray algo más de un año. Junto a otros colegas, asumí la cobertura, pero desde la redacción; punteé el discurso de Fidel que se recibía por un equipo de télex.
Si fenomenal fue aquella celebración, tan emocionante o más lo fue la del 28 de septiemnre de 1996, pues, como bien refleja la colega Mary Luz, estábamos preparados para ganar la sede del acto por el 26 ese año, la batalla por lograrlo se incribe entre lo más glorioso que ha hecho el pueblo de esta provincia, de eso no tengo dudas.
Hoy las motivaciones no son idénticas, pero sí anima mucho saber que se ha reconocido el denuedo de los habitantes de este territorio. Las comunidades beneficiadas con la cruzada por su mejoramiento integral figuran entre los principales logros de esta vez, junto al quehacer constructivo de calles, fachadas, instalaciones de diversa índole. Esperemos que el próximo sea un acto inolvidable desde aquí para Cuba y el mundo.
Treinta años después regresan la llama y la rebeldía del Moncada a festejar junto al pueblo espirituano. Una bien ganada sede.
El tiempo corrió al igual que los colores del Escambray, en aquella clarinada de 1986 el verde de nuestro diario era representativo de los que bajaron de las montañas, barbudos, arma en mano para sembrar la primera Revolución Socialista en América.
Ahora Escambray con el rojo patentiza que seguimos en combate, sin ceder, creando para la sociedad y como dijera el General de Ejército Raúl Castro Ruz en el Séptimo Congreso del Partido: Mi misión, defender y preservar el socialismo cubano.
Será un acto para que los espirituanos celebren los 90 años del máximo líder de la Revolución, de quien nació en Birán, en el oriente cubano, el 13 de agosto, Fidel Castro.
Seguiremos en combate, sin tregua, ganando espacios para desarrollar junto al resto de los cubanos la Patria que ni si rinde ni se vende.
En cada acción tener siempre presente a nuestro Héroe Nacional José Martí, su obra no es leyenda, es presente y futuro, fue visionario e inspirador, universal. Sigamos sus huellas para enriquecer y homenajear cada día a los héroes del Moncada.
POR FIN DE NUEVO UN 26
La noticia aquí llegó
junto con un aguacero
y casi el Yayabo entero
de su cauce se salió.
El pueblo se desbordó
por las calles de alegría
por que en verdad no creía
que treinta años después
podríamos otra vez
loar a la rebeldía.
Hubo que trabajar muy duro
sin ruidos ni algarabía,
sabiendo que se podía
con un pueblo tan seguro.
Supimos derribar el muro
de la inercia y el desgano
forjando con nuestras manos
lo que solía imposible
por eso hoy es tangible
otro pueblo espirituano.
Se reanimó la ciudad
como jamás se había hecho
y todo espacio maltrecho
se le dio prosperidad.
El Parque La Caridad
junto con todo el jardín,
se hizo nuevo y por fin,
se terminó el bulevar
y se erigió en el lugar
otro parque Serafín.
Las márgenes del Yayabo
ya tienen su malecón
y el bello Puente Colón
detuvo su menoscabo.
Llego al terreno y alabo
el vistoso Bodegón
que enaltece la creación
casi en la misma rivera
en lo que otrora allí fuera
un vetusto caserón.
Y de la Feria ni hablar
porque casi se moría
hasta que por fin un día
todo se pudo cambiar.
Este es un bello lugar
de nuestra localidad
por su porte y variedad
de ofertas para el recreo
y se rescató el Rodeo,
tradición de la ciudad.
Cuántas cosas ya se han hecho
y con el mismo dinero,
solo poniendo el esmero
y dando al problema el pecho.
Cuánto aquí anduvo maltrecho
que bien pudimos cambiar,
al no saberlo enfrentar
dando mil explicaciones
sin encontrar soluciones
que al fin pudimos hallar
Pero también Trinidad
cuando cumplió los quinientos
sus añejos aposentos
recibieron la bondad.
Cobró vida la ciudad
con varias obras cruciales,
se remozaron hostales
y mejoró el pavimento
estando el pueblo contento
por los favores sociales.
Y a cada comunidad
de la provincia ha llegado
un programa que ha calado
en su gente de verdad.
Le ha dado felicidad
y miles están contentos
porque viejos planteamientos
que existían por montones
se les brindó soluciones
en esos asentamientos.
La zafra se ha cumplido
en una grandiosa hazaña
sembrando toda la caña
que nuestra industria ha molido.
La única que ha crecido
en la talla azucarera
culminando de puntera
con el plan que se trazó
por eso ya terminó
en todo como primera.
Se le ha sabido poner
a nuestra añeja ciudad
el buen gusto, la beldad
y el arte del buen hacer.
Por fin supimos romper
la fatal monotonía,
decir que no se podía
y sin embargo se pudo
porque llegó Monteagudo
y acabó con la apatía.
Desde la otra trinchera
en el Poder Popular
una mujer ejemplar
en su trabajo se esmera.
Exigiendo es la primera
por eso Tere ha llegado
al éxito ya alcanzado
ganado en tan buena ley,
de tener un veintiséis
con este pueblo agnegado.
Por eso nos lo ganamos
y somos de referencia
porque ha sido la conciencia
la fuerza con que contamos.
De veras felicitamos
a este pueblo misionero,
tan noble, tan caballero
de sentimiento altruista
martiano y fidelista
y de espíritu guerrero.
Enrique Bernal Valdivia.