El Departamento norteamericano de Estado ordenó este tres de octubre la salida de 15 diplomáticos cubanos de Washington, una semana después de que el gobierno de la isla instara a Washington a no tomar decisiones apresuradas.
La medida está relacionada con los incidentes de salud reportados por miembros del servicio exterior estadounidense en La Habana, pero subrayó que no significa un cambio de política hacia el país caribeño ni asignación de responsabilidades por esos hechos.
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‘Estamos manteniendo relaciones diplomáticas’, agregó la fuente, según la cual este paso se debe a que, para el gobierno norteamericano, Cuba no ha cumplido con la protección de su personal en la isla.
Tal movida también busca, agregó, igualar la capacidad de funcionamiento de las sedes diplomáticas en las respectivas capitales, después de que el viernes último Estados Unidos anunció la decisión de retirar a más de la mitad de su personal diplomático en La Habana.
Las medidas de la pasada semana y de este martes se dan pese al reconocimiento por parte del Departamento de Estado de que los investigadores no han podido determinar quién es responsable o qué causó estos hechos, los cuales Washington califica de ‘ataques’ sin tener conclusiones al respecto. El funcionario de la entidad federal, quien dijo que son 22 los diplomáticos estadounidenses que presentaron problemas de salud en la nación caribeña, reiteró hoy que los motivos de esos sucesos siguen sin conocerse.
Según la fuente oficial, el gobierno cubano le informó que mantendrá la investigación sobre este tema, ‘y continuaremos cooperando con ellos en ese esfuerzo’.
También seguiremos con nuestra propia investigación, añadió el representante del Departamento de Estado, quien subrayó que tales decisiones no representan una determinación de culpas.
Luego del anuncio del viernes pasado, la directora general de Estados Unidos en la cancillería cubana, Josefina Vidal, calificó la decisión de precipitada y señaló que afectará las relaciones bilaterales, en particular, la concreción de varios acuerdos en temas de interés mutuo.
Vidal ratificó que el Gobierno de Cuba no tiene responsabilidad con esos hechos y cumple de manera responsable con lo establecido por la Convención de Viena de 1961 acerca de la protección de la integridad física de los diplomáticos y sus familiares.
Poco antes de eso, durante un encuentro con Tillerson el 26 de septiembre en esta capital, el canciller de la nación antillana, Bruno Rodríguez, lo llamó a no politizar un asunto de esta naturaleza y a que no se tomaran decisiones apresuradas y sin sustento en evidencias y resultados investigativos concluyentes.
Tras las decisiones de Washington sobre este tema, diversas voces calificaron los pasos del Departamento de Estado de excesivos y alertaron sobre el peligro que representan para el proceso de normalización de las relaciones bilaterales.
Senadores y congresistas, grupos empresariales y de transporte, ex diplomáticos y analistas consideraron desacertada la postura de la administración de Donald Trump, quien el 16 de junio pasado anunció el retroceso de algunos de los avances alcanzados entre las dos naciones.
Varias fuentes advirtieron que estas decisiones solo favorecen a figuras como el senador cubanoamericano Marco Rubio, acérrimo opositor al acercamiento entre las dos naciones, quien el viernes tildó de ‘débiles e inaceptables’ las acciones de su gobierno y llamó a expulsar a los diplomáticos cubanos de Washington.
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