Al cabo de una década de las primeras cirugías, Escambray regresa al tema
Si bien en el 2007 fue noticia que los avances tecnológicos de la Medicina les obsequiaran la capacidad de escuchar a tres niños sordos espirituanos, hoy, 10 años después, ya suman 15 los infantes de la provincia a quienes los implantes cocleares les han permitido descubrir cómo suena el mundo. A ellos se suman otros dos operados por los territorios donde residían.
Este beneficio —casi milagroso— fue posible gracias a un equipo de especialistas del Grupo Nacional de Implantes Cocleares, miembros del proyecto del mismo nombre que constituye un programa de la Revolución surgido al calor de la Batalla de Ideas.
Bárbara de la Caridad Suárez Rodríguez (Baby) fue la primera niña sorda de la provincia en percibir sonidos a través del dispositivo. De la mano del otocirujano Ulises Rodríguez y de su colega Antonio Paz, hoy presidente de la Sociedad Cubana de Otorrinolaringología y coordinador del Grupo Nacional de Implantes Cocleares, fue operada hace dos lustros en el Hospital Cira García de La Habana. En poco más de un mes, con los mismos galenos, le siguieron sus coterráneos Yoel Alejandro Pérez y Amanda Martínez.
Tanto Baby como Amanda y Yoel disfrutan de una vida relativamente normal: las dos primeras estudian las especialidades de Contabilidad y Belleza, respectivamente, en centros politécnicos de la provincia; en tanto, Yoel se dedica a la reparación de equipos electrodomésticos luego de egresar de un centro similar.
A la lista de implantados se han sumado otros niños a lo largo de estos 10 años. Al igual que los iniciadores, estos “comenzaron percibiendo ruido, luego distinguieron sonidos, más tarde aprendieron a identificarlos y después de adquirir la capacidad de repetirlos comprendieron el habla”, según declaraba a Escambray en el 2007 Sandra Bermejo Guerra, actualmente asesora de Audiología del Ministerio de Salud Pública para el Programa Nacional de Implantes Cocleares.
El implante coclear es un aparato electrónico que recoge los sonidos del ambiente y los transforma en potenciales eléctricos con los cuales se estimulan directamente, por medio de electrodos insertados en la cóclea o parte del oído interno en forma de espiral, las terminaciones del nervio auditivo. Dichas señales viajan al cerebro y son interpretadas como sonidos.
En Cuba los niños con múltiples discapacidades, en particular los sordociegos, tienen prioridad para un tratamiento de este tipo que en Cuba es gratuito, mientras en América Latina el costo de la cirugía con la consiguiente rehabilitación oscila entre los 30 000 y 60 000 dólares.
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