No le dieron a escoger. No a ella; a nadie. Tres meses atrás un nuevo diagnóstico revolvía viejos presagios. “Tumor de colon. Necesita cirugía”, dijeron los médicos y las palabras volvieron a retumbar en Idania con el mismo eco amargo de hace nueve años ya cuando aquella histerectomía se dibujó tabla salvavidas en el horizonte.
Tres meses después, recostada en la cama 24 de la sala 2G del servicio de Oncología, del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, Idania Yudi Groning acomoda no solo las molestias de la ileostomía o de los citostáticos; se arregla el pelo amoldado por la cama y repasa otra vez los recuerdos que, quizás, ha aprendido a sobrellevar.
“En el 2010 había padecido un adenocarcinoma de endometrio, por lo que me hicieron una histerectomía y recibí tratamiento de radioterapia. Hace poco me detectaron un tumor de colon derecho con proyección de ciego. Me operaron, hice una dehiscencia de la sutura, entré tres veces al salón, estuve grave y la biopsia me dio positiva”.
Lo dice como si no hablara de ella misma, como si el cáncer no la lacerara aún más. Lo explica con la misma exactitud que ha impartido a sus alumnos lecciones de Biología desde 1986.
“Como todas las enfermedades, de unas se sale y de otras, no. El cáncer no es lo último en la vida de los seres humanos, hay que tomarlo como si fuera una diabetes”.
Asumirlo desde esa perspectiva ha sido cuestión de años, ha acarreado muchos dolores y ha requerido el socorro de muchas manos.
No es solo su caso. Por más cotidiano que se vuelva, las estadísticas siguen escalofriando: cada año en Sancti Spíritus mueren más de 1 000 personas debido al cáncer, enfermedad que deviene la primera causa de los decesos en la provincia.
Y anualmente se diagnostican más de 2 000 casos nuevos. Pudieran ser más; tal certeza la comparte el doctor Jorge Álvarez Blanco, especialista de segundo grado en Oncología y jefe del grupo provincial de esta especialidad: “La incidencia del cáncer podrá aumentar más si tenemos en cuenta que Sancti Spíritus es la tercera provincia con mayor porciento de envejecimiento del país”.
Como para que sea batalla cotidiana, la Organización Mundial de la Salud ha fijado el 4 de febrero como Día Mundial contra el Cáncer. Bien lo saben quienes lo padecen, quienes lo sufren quedamente y quienes intentan sanarlo: no puede ser una jornada; es esta una carrera de resistencia.
Acaso por eso en Sancti Spíritus durante esta semana las intervenciones educativas se han estado compartiendo en los centros de trabajo, los exámenes de determinaciones de PSA y de sangre oculta en heces fecales se han hecho en las comunidades más distantes, los consejos han llegado hasta los pobladores mayormente expuestos a riesgos…
Llevan el antídoto de la prevención, el único posible hasta los días de hoy. Lo sabía quizás Idania antes de poner un pie en aquella sala donde dice “los médicos y las enfermeras parecen escogidos por el amor y el apoyo que les dan a los pacientes”; lo sabe ahora tras los desgarros padecidos en carne propia: “Las personas se mueren de otras enfermedades también. Hay que ser optimista y tener mente positiva; el cáncer no es el fin del mundo. Agradezco a mi familia materna y paterna, a mis compañeros de trabajo, a mis amistades, a la Revolución”.
Tres meses después recostada en la cama 24 de la sala 2G comparte este y otros mensajes de aliento. Ha intentado, tal vez, que el cáncer sea solo un punto de partida, otro; que no logre minarle las esperanzas —por más que se le empañen a ratos los ojos verdes—; que ni el ardor de aquellos sueros arropados en esas telas verdes le disipen la sonrisa.
Lo hace por ella y por su hija que silenciosamente le regula hasta el goteo del suero. Lo hace porque otros también desandan los mismos cubículos, similares historias y viven así, en porfía terca con la vida.
Que descanses en paz y que Dios te convierta en el Ángel de tu hija Susan que se dedicó en cuerpo y alma a ti, a cuidarte, y a llorarte cuando llegó el momento trizte de la despedida… Fui a visitarlas un día al Hospital y solo me arrepiento no haber ido más veces….
Mente positiva siempre,mi padre lleva 12 años con cáncer y por si fuera poco,hemofilico también por la quimioterapia.Que Dios te bendiga.
Mi papá está pasando por un proceso similar un Tumor de Colón con una cirugía exitosa y luego el tratamiento con quimioterapia, tengo la mejor opinión del equipo de cirugía y de Oncología, en la sala 2G la estancia es muy agradable clima que lo construyen día días desde las enfermeras hasta los especialistas, el equipo de residentes es maravilloso estoy segura de todos en especial Dariel se convertirán en excelentes Oncología, porque tienen el mejor de los atributos por encima de la inteligencia y la preparación que lo es la calidad humana que los distinguen y el sentido de pertenencia con sus pacientes. De veras me han impresionado las acciones de estos jóvenes con los pacientes.