Dicen que desde que aparecieron en las calles con nasobucos, guantes en las manos y hasta con soluciones de hipoclorito de sodio en su equipaje, la señal de alarma se encendió en los hogares. Todos los veían como extraños y los miraban con recelos. Que si son exagerados, que si no era necesario tanta protección, que si había que alejarse de quienes usaban estos “aparatos”…, y así, de a poco, la vox populi fue tejiendo argumentos que más tarde retractaría.
Y es que con la irrupción del coronavirus en nuestro país, las personas se vieron obligadas a no dejar de usar el nasobuco o el tapabocas, como prefieren llamarle algunos. Lo que en un momento llegaron a hiperbolizar, ahora se torna rutinario en la vida de los espirituanos y en la de todos los habitantes de la nación.
De ahí que con el rostro cubierto por este medio de protección, sin otro escudo que la sensibilidad, más de 1 500 estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas Faustino Pérez Hernández de Sancti Spíritus, caminan de casa en casa para identificar síntomas gripales en la población y con ello posibles casos de la COVID-19.
SIN TEMOR AL CORONAVIRUS
Luis Miguel Peña Frías ya se conoce al dedillo las más de 400 viviendas que acoge el Consultorio Médico de la Familia No. 31, perteneciente al Policlínico Norte de Sancti Spíritus. Todos los días, desde bien temprano en la mañana y hasta el mediodía, este joven de cuarto año de la carrera de Medicina, junto a otros compañeros, visita los hogares ubicados en esa área como parte de las pesquisas activas que se desarrollan ante la pandemia.
Él, unido a alumnos de las especialidades de Estomatología y las Tecnologías de la Salud, controlan a la población del lugar y para ello recibieron una preparación previa.
“Antes de iniciar las pesquisas recibimos orientaciones que abarcaron desde la bioseguridad —medidas higiénicas a aplicar—, hasta la epidemiología para conocer las características propias de la enfermedad. Nos indicaron además que nuestra función es tocar a la puerta de las casas, no entrar a ellas y mantener la distancia a más de 1 metro de las personas. Si seguimos cada una de estas reglas, no corremos riesgo ninguno”, asevera con absoluta confianza Peña Frías.
Como este futuro galeno, existen otros que, movidos por el humanismo se trasladan hasta las zonas que les ha tocado supervisar.
Aliandys Lazo Otero, estudiante de quinto año de Estomatología, se mueve desde La Rotonda —donde vive— hasta el Policlínico de Olivos I, ubicado en las cercanías de la Terminal de Ómnibus Intermunicipal, en la cabecera provincial.
“Desde fuera de los domicilios damos charlas educativas en las que más allá de explicar los síntomas de la COVID-19, insistimos en puntualizar cómo debe prevenirse, además de brindar apoyo emocional a la población que tanto lo necesita en este momento”, destaca Lazo Otero.
No obstante —aclara el futuro estomatólogo— si en el intercambio con las familias identificamos algún tipo de sintomatología relacionada con la enfermedad, lo reportamos de inmediato al consultorio y partir de ese momento se realizan los exámenes para ver si son sospechosos de padecer el virus.
“Que si tuve temor, confieso que un poco. Es normal, sobre todo cuando detectas algunos casos dudosos. Pero te sobrepones porque nuestra misión como profesionales de la Salud es ayudar”, constata Ana Mary Perera Lago, quien cursa el cuarto año de Medicina.
UNA OPORTUNIDAD PARA CRECERSE
Aunque en la actual etapa los estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas se desligan un poco de los textos escolares para dedicarse a las pesquisas, a través de esta acción llevan un mensaje educativo a cada familia. Así lo confirma Daniel Hernández Jiménez, alumno de tercer año de Medicina: “Esta es una enfermedad que no tiene cara. Por eso le recalcamos a la gente la necesidad de informar sobre cualquier síntoma que presenten”.
“Nunca le daremos la espalda a esta situación”, apunta Peña Frías; y Ana Mary argumenta: “Porque nos sentimos útiles al ayudar a los demás”.
Si bien es cierto que la COVID-19 alarma en estos tiempos, solo la responsabilidad y el autocuidado alejarán a un virus que no cree en distinciones, ni en clases sociales.
“Necesitamos que nuestros universitarios se cuiden, porque hoy están asumiendo una tarea prioritaria para el país. Estamos muy orgullosos de ellos y este rol que desempeñan responde a la formación que reciben como futuros trabajadores de la Salud”, aseveró Frank Sosa Pérez, miembro del Buró Provincial de la UJC, que atiende la esfera educacional.
“De nosotros depende contener el contagio en la provincia. Hacemos lo que nos gusta y cada uno de los estudiantes se siente comprometido con esta tarea”, concluye Yilianny Yera Marín, presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria en la Universidad de Ciencias Médicas.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.