A muchos cubanos aperturar les parece un vocablo nuevo, de apenas unos años… Pero lleva tiempo rodando entre hispanohablantes, según deja ver esta realización suya ¡de 1975! en un diario peruano: «ayer domingo la Cooperativa Agraria de Producción Casa Grande aperturó sus Terceros Juegos de Verano, en Puerto Chicama». Y si revisamos el Corpus del Español del Siglo XXI, disponible en línea, descubriremos que aperturar se usa actualmente en Venezuela, Bolivia, República Dominicana, El Salvador, México, España, Honduras, Ecuador, Costa Rica…
El Diccionario de la lengua española (DLE, 2014), de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), no registra aperturar. En cambio, sí la recoge el Diccionario de americanismos (DAMER, 2010) —lexicón también académico— como palabra de uso en Honduras, Venezuela, Perú y Bolivia, pareciendo ignorar su empleo en otros países americanos y en la propia España.
Mucho antes, en el Diccionario panhispánico de dudas (2005), RAE y ASALE aseveraban que su uso «no está justificado y debe evitarse», posición que reafirmaron en publicaciones posteriores como la Nueva gramática de la lengua española (2009) y el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica (2018).
Desde los años noventa del pasado siglo el filósofo y sociólogo Aurelio Arteta, catedrático de la Universidad del País Vasco, ha venido publicando artículos de prensa en contra de palabras como aperturar, a las cuales denominó archisílabos. Según él, este tipo de neologismos surge mediante el alargamiento y la postergación de otro vocablo, en la creencia de que así se añade interés o elegancia a lo dicho, y es muy común en el lenguaje de «funcionarios, periodistas, políticos, profesores universitarios y expertos de todo pelaje».
Pero ha sido el doctor en Filología Hispánica, Santiago Alcoba Rueda, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien con mayor hondura y objetividad científica los ha examinado. A partir del estudio de unos cuatrocientos archisílabos, concluye que estos llegan a tener, como promedio, dos sílabas más que la palabra preterida: cumplimentar por cumplir, ingeniosidad por ingenio, reforzamiento por refuerzo, etc.
Asimismo, asegura Alcoba que, frente a la polisemia o multiplicidad de significados de las palabras postergadas, los archisílabos tienden a especializarse en usos restringidos, «en una acepción determinada, en condiciones sintácticas, que pueden ser distintas; y en registros, o distribución geográfica o social perfectamente delimitados».
Así, mientras el verbo recibir posee muchas acepciones (catorce en el DLE), recepcionar solo tiene dos: en Nicaragua y algunos países suramericanos, ‘recibir las ondas de transmisión un aparato de radio o televisión’ (la única aceptada por el DLE); y, en Cuba, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, ‘recibir oficialmente en una empresa o entidad mercancías, documentos, etc., verificando que se correspondan en cantidad y calidad con lo que se declara en el momento de la entrega’.
Sucede algo parecido con abrir (que tiene 34 acepciones en el DLE) respecto de aperturar. Podemos abrir una caja o una puerta; también los ojos, un libro, los brazos, un abanico, un paraguas o las entendederas… Asimismo, nos abrimos paso en la vida o entre el gentío, y también con otra persona… Ninguno de estos sentidos se expresa con aperturar, definido por el DAMER como ‘inaugurar algo alguien’, coincidente con abrir solo en las acepciones 15ª. y 16ª. de este en el DLE: ‘dar principio a las tareas, ejercicios o negocios propios de instituciones o establecimientos políticos, administrativos, científicos, literarios, artísticos, comerciales o industriales’ y ‘comenzar ciertas cosas o darles principio, inaugurar’.
En consecuencia, el uso de aperturar se halla limitado a ciertos ámbitos: jurídico, bancario, policial, de los negocios, la administración pública y la política. Se aperturan cuentas de banco, causas legales, expedientes de investigación criminal, plazas laborales, edificaciones, actividades culturales, deportivas, etc. Nunca una flor, la portañuela o una olla arrocera…
Advierte Alcoba, además, que este fenómeno de creación lexical no es exclusivo del español actual y que muchos archisílabos terminan siendo aceptados en la principal obra lexicográfica de la Real Academia. El sustantivo culpabilidad, por ejemplo —formado sobre culpa en el siglo XVIII—, hubo de esperar más de medio siglo para su entrada, en 1837, al Diccionario de la lengua castellana, que así se llamaba entonces. Parecido a afectividad —derivado de afecto— o influenciar —préstamo del francés, relegador de influir—, archisílabos del XIX que el lexicón académico incorporó en 1947 y 1984, respectivamente.
En conclusión: si usted es de quienes estiman gratuita y horrísona la voz aperturar, sepa que la norma académica lo ampara en su condena. Pero el análisis científico indica que estamos en presencia de un hecho repetido en la historia del idioma y que, tarde o temprano, la idea sobre la corrección o pertinencia de este archisílabo podría cambiar. Mientras, si le molesta tanto, haga uso de su derecho: no aperture usted nada…
Detesto esos vocablos que se utilizan sin necesidad. Apertura. Es tan fácil usar el verbo abrir.
Complejizar. Si existe complicar, ¿por qué emplean complejizar?
Si me puede explicar. Agradecida.
Hola, Pedro. Aquí te dejo el enlace dealgo que escribí hace cerca de diez años respecto del verbo «aperturar»:
http://berafalvarez.blogspot.com/2012/04/aperturar.html
Un abrazo, desde el Perú.