La solidaridad no puede ser bloqueada. Es la convicción que defiende Jonaylene Maldonado, integrante de la Brigada Puertorriqueña Juan Rius Rivera que se encuentra en Cuba tras desafiar no pocas amenazas y prohibiciones por parte del gobierno de Estados Unidos.
A la joven le brillan intensamente sus ojos azules cuando dedica unas palabras a Escambray, que le sigue los pasos al grupo solidario de recorrido por las calles del Centro Histórico de Trinidad, una de las ciudades incluidas en el itinerario de los activistas por la provincia de Sancti Spíritus.
“Es mi primera vez en la Brigada como parte de la delegación cultural y estoy tomando fotos, documentando todas las vivencias. Los cubanos y los boricuas somos muy parecidos como caribeños; ha sido bella la experiencia y en particular sentir el calor humano que tanto caracteriza a los cubanos y las cubanas”.
Con su cámara fotográfica, Jonaylene atrapa las imágenes más variopintas: la Plaza Mayor en todo su encanto, la impresionante lámpara que cuelga en la sala del Museo de Arquitectura, las flores del patio, la torre campanario del Museo de la Lucha Contra Bandidos, los niños que juegan en el parque de San Francisco de Asís… Postales de una ciudad, de un país y de su gente.
De acuerdo con la muchacha, ser parte de la Brigada les da a los jóvenes la oportunidad de descubrir de primera mano la realidad de Cuba. “Una cosa es conocer lo que se dice a través de las redes sociales y otra, caminar las calles, intercambiar con las personas y llevarnos ese mensaje de resistencia del pueblo cubano. Es una renovación necesaria para nosotros también”, dice y no deja de sorprenderse con la belleza que capta a través del lente.
Para llegar a Cuba, los 65 activistas vencieron el cerco de odio impuesto por Estados Unidos. Por ello, en su edición 31 es la Brigada de la Victoria. Lo ratifica con orgullo la presidenta del Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico y Coordinadora de la Brigada, Milagro Rivera.
“Superamos todos los obstáculos, la pandemia nos detuvo dos años, pero el freno fundamental proviene del país norteño; al ser Puerto Rico una colonia de Estados Unidos, se nos prohíbe viajar a este país de manera natural. Parte de lo que hacemos es desafiar esa restricción y por fin ahora estamos entre ustedes”.
En 31 años la Brigada ha unido a puertorriqueños de distintas generaciones a los que los convoca un profundo amor por el pueblo cubano. En su itinerario por esta isla, también caribeña, confirman los tantos puntos de coincidencia entre ambas naciones y una hermandad que se renueva siempre.
Lo siente Sebastián González, quien viajó por primera vez a Cuba con solo ocho años de edad. Hoy tiene 19 y es su tercera visita. “Vengo cargado de sentimientos y con mucha añoranza por las vivencias que guardé de niño. Me ha sorprendido la cultura de este país. Para mí que soy músico este intercambio me ha fascinado”.
En su segundo viaje, la joven Beira Cabrera Warren se ha propuesto extender el enfoque de sus expectativas. “Esta vez quiero centrarme en la historia de lucha de los cubanos, de su capacidad para resistir tantos años sin perder la alegría. Estamos viviendo una experiencia única, hermosa; en todos los lugares nos reciben con los brazos abiertos».
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