Todavía recuerdo su voz detrás del teléfono, en tono bajo, discreto, con el saludo espantado en la primera frase, con la preocupación expresa por todos en casa… Aunque siempre advertí esa inmensa fibra humana desde que puse los pies en el periódico Escambray, durante las prácticas preprofesionales, más tarde, cuando inicié por los derroteros del periodismo bajo su guía, tuve la prueba de que Juan Antonio Borrego Díaz es —me niego a hablar en pasado— un ser humano de otro planeta.
Cuando ni siquiera soñaba estar dentro del equipo de reporteros de este periódico, referencia dentro del sistema de medios públicos en Cuba, Borrego se encargó de tocar a mi puerta, de llamar, de convencerme para que estuviera entre los suyos. Y lo logró.
Fue entonces que el 4 de febrero del 2019 comencé a formar parte de la familiadel órgano de prensa espirituano. Desde el primer instante sentí su amparo, cuando puso su mano sobre mi hombro y dijo: “Reportera, tranquila, aquí lo que hay es que escribir derecho”.
Aquellas palabras llegaron oportunas, balsámicas, e hicieron que hasta hoy luche a brazo partido por respetarlas al pie de la letra. De Borrego admiré que nunca se olvidó de donde vino, y aprendí que nuestra misión, más allá de contar los hechos lo mejor posible, consiste en no fallarle a ese público que nos lee.
Su genuina capacidad para humanizar el más insospechado de los sucesos y sus líneas colmadas de información, de contraste de fuentes, de investigación profunda, donde no sobraba ni faltaba una coma, las plasmó en Escambray, de quien fuera su timonel por más de dos décadas, y en las páginas del periódico Granma durante 29 años, en las que se encargó de reflejar el acontecer de Sancti Spíritus.
Juan Antonio Borrego no solo se distinguió por su pluma brillante, sagaz, clara, concisa…, sino porque detrás de ese hombre expresivamente silencioso habitaba un ser humano conocedor en extremo del periodismo, con una obra inmensa que le deja al gremio una estela de saberes para enfrentar los retos de los tiempos que corren.
Su profesionalidad, humanismo y humildad, nadie lo dude, lo convirtieron, sin proponérselo, en un punto de luz para el periodismo en Cuba. Bien lo sabe Arleen Rodríguez Derivet, reconocida periodista y conductora del programa de la televisión cubana Mesa Redonda, quien pondera la grandeza de este guajiro de Jicotea, que se entregó en cuerpo y alma al noble oficio de informar.
“Conocí a Borrego ya después de graduado, no en la universidad porque no coincidimos. Lo conozco a través de Mary Luz, que era mi compañera en Juventud Rebelde, y éramos corresponsales en provincia, pero también oí hablar de ellos, de los dos hermanos, a mi hermana que estudió Historia del Arte en una temporada similar.
“Ahora, algo que me llamó la atención y me impactó de él fue leerlo. Cuando lo leía en Granma veía que había un discurso distinto; cuando digo discurso, me refiero a la narrativa. Juan Antonio no era un periodista cualquiera. No había una palabra que sobrara. Él hablaba poco, pero era muy exacto en lo que quería decir y eso lo reflejaba como corresponsal.
“Entonces era difícil encontrarse con un texto suyo en Granma y no leerlo. A lo mejor le cambiaban el título cuando llegaba a la Redacción, porque eso nos pasó a todos, pero yo veía su nombre y corría a verlo. Después lo conocí y vi que la persona se parecía bastante a lo que escribía”, asegura la periodista y sus palabras revelan admiración.
Borrego era el primero en llegar y el último en irse de Escambray, ese sitio ubicado en la calle Adolfo del Castillo, que fue, además, su otra casa. Las puertas de su oficina siempre estuvieron abiertas para todos y, desde allí o en plenas faenas periodísticas, soñó y les dio vida a no pocos proyectos que sostiene hoy el semanario.
Dichos aportes no solo ayudaron a que el rotativo se reinvente cada día, sino que probó que los medios, a golpe de empeño, deben encontrar los resortes necesarios para atraer a sus públicos. Por ello, logró entusiasmar a todo el staff, incluso hasta los más apegados a los modelos tradicionales, para enfrentar una cámara y acercarse al lenguaje audiovisual, porque Escambray también tenía que dar pasos hacia la convergencia mediática.
Y así lo hizo. Se ajustó los cinturones y en un abrir y cerrar de ojos el periódico contó con un espacio para grabar y editar el noticiero del canal de Youtube. De a poco aparecieron los medios tecnológicos, y con el paso indetenible del tiempo VisionEs ha enganchado a los usuarios del ciberespacio.
En cada paso que da Escambray está su mano, su mente, sus deseos febriles de ser mejores… Por eso, nunca aceptaremos su partida, porque Juan Antonio tenía mucho que hacer por el gremio.
“La noticia de su fallecimiento me golpeó mucho —confiesa Rodríguez Derivet—. No podía creerlo. Estábamos en el peor momento de la covid, y todos los días eran malas noticias. No podía creer que fuera Juan Antonio, tan joven, en plenitud de facultades, tan necesario al periodismo. Yo decía: No, no puede ser, es otro Juan Antonio que es de apellido Borrego también. No lo podía creer. Me costó mucho trabajo.
“Juan Antonio nunca dejó de ser una gran certeza y una gran promesa cuando uno decía, bueno, madura un poco más y un día vendrá para La Habana, y ayudará a la dirección del Partido, a la conducción del periodismo, porque nos hacía tanta falta…”.
Borrego vivía por su periódico. Conocía palmo a palmo la realidad espirituana y no dejaba a la deriva ni el más sutil de los acontecimientos. Por ello, cualquiera de sus peticiones hacía que los reporteros se esmeraran, porque no se le podía fallar.
No concebía los vacíos periodísticos y, mucho menos, la ausencia de análisis y de investigación en los contenidos. Con su inteligencia sobrenatural siempre instó a desechar el periodismo fácil y a transitar hasta por los caminos más escabrosos. Sabía de sobra que nadie abriría sus puertas a la crítica, pero, como solía decir, teníamos que hacer nuestro trabajo.
“La anécdota que más nos acercó alguna vez fue de extraordinaria utilidad —apunta Arleen—. Fui a hacer una Mesa Redonda a Sancti Spíritus. Cuando llegamos nos atendieron varios compañeros del Partido, de la televisión…, y yo dije: Búsquenme a Juan Antonio, porque si voy a hablar de la provincia, él me va a dar las claves.
“Juan Antonio no habló mucho, pero le dije: Quiero que me busques una colección de Escambray. Yo sé que ahí está la verdad de Sancti Spíritus. Me pasé la noche leyendo el periódico y, efectivamente, encontré mucho material para hacer el trabajo.
“Creo que el periodismo que logró que se hiciera en el periódico tiene que ver con sus valores. Quien quiera conocer Sancti Spíritus, que vaya al Escambray”.
Unido a su inmensa obra periodística y su encomiable labor al frente del órgano de prensa espirituano Borrego también se desempeñó por varios mandatos como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Cuentan quienes lo acompañaron en muchos de sus recorridos por Taguasco, municipio que representó a esta instancia gubernamental, que no había rincón al que no llegara, y que no había guajiro que no simpatizara con él, porque siempre rastreó cada una de sus preocupaciones. Detrás su carácter ecuánime y mesurado a la hora de emitir criterios, siempre puso delante los desvelos de quienes lo rodeaban.
“Como diputado en la Asamblea Nacional, lo vi no hablar, no llamar la atención si no hacía falta. Juan Antonio, si podía, pasaba inadvertido. No era un hombre de cámaras, de luces…”, recalca la avezada periodista, mientras su voz aviva el recuerdo.
Y es que Juan Antonio Borrego Díaz solía brillar por sí mismo, pero en silencio. Hoy, cuando hace poco más de un año que no lo vemos caminar por Escambray, sigue siendo la luz de nuestros ojos. Con su guía evitamos chocar con cuantos obstáculos haya en el camino. Borrego no es un recuerdo. Está en un lugar donde no caben los olvidos.
Y yo sigo resistiéndome a creer lo increíble. Este es un magnífico material que no leí hasta hoy, no me explico cómo no lo vi antes. Todo cuanto dice es cierto. Cada uno de nosotros podría escribir larguísimos textos sobre sus enseñanzas.
Cómo duele el no tenerlo a diario, con la falta que aún le hace al periodismo no solo de Escambray, sino de toda Cuba!
Borrego jamás será olvidado x los Spirituanos, estará siempre en nuestros corazones.
Todo lo que se escriba sobre él es poco para un ser tan inmenso.Luz eterna para nuestro Borrego.