Las energías del Escambray
Dossier dedicado a la presencia del Che Guevara en Sancti Spíritus
Discurso pronunciado por el Comandante Ernesto Che Guevara en un masivo acto campesino celebrado en El Pedrero, municipio de Fomento, el 8 de febrero de 1959. El corto discurso fue suficiente para que a nadie más se le ocurriera quitarle la tierra al campesinado en el Escambray. Tampoco hubo más divisiones entre los azucareros fomentenses, quienes constituyeron un solo sindicato. A décadas de aquel memorable día se reafirma el pensamiento del Comandante de América.
Compañeros:
Voy solamente a decirles unas pocas palabras para que después el gobernador de Las Villas esté con ustedes. Quería decirles solamente, que es para nosotros motivo de honda evocación el estar en El Pedrero (inaudible), que todavía conserva las cicatrices de la metralla enemiga. Cada una de las casas de este poblado puede contar su historia de la guerra, su historia personal de la guerra, así como cada uno de los campesinos de esta zona puede contar también su historia personal de la guerra, su historia de sufrimiento, del sufrimiento que todo el pueblo de Cuba debió soportar durante 7 años; pero que en las regiones agrarias alcanzó su máxima intensidad; ya después de un mes y algunos días de la victoria, las ciudades han tomado su ritmo, casi no se ven huellas de la guerra, sin embargo, no tenemos nada más que internarnos apenas, en las primeras estribaciones del Escambray para ver asimismo el sitiado, cómo están el resto de las casas campesinas, tenemos que luchar para que eso no sea así, tenemos que luchar todos juntos, ustedes y nosotros.
Pero ya les digo que hoy vuelvo a sentirme como entre ustedes, entre los sombreros de yarey. (Aplausos). Yo soy ya, bastante guajiro, les voy a decir, cuando voy a la ciudad no me encuentro realmente, el aire acondicionado no se ha hecho para mí, y prefiero siempre estar en contacto directo con el pueblo, incluso cuando se dice de algunos de los que hemos dirigido esta Revolución de fulano, zutano, se expresan una serie de elogios desmedidos me pongo a pensar sinceramente, en la masa de campesinos, que sí hicieron la Revolución. Todos ustedes, señores, son los verdaderos triunfadores de la Revolución. (Aplausos). Ustedes fueron los que pusieron el hombro día a día para hacer que aquella minúscula guerrilla de Oriente, saliera de allí de la Sierra Maestra, cruzara hasta el Segundo Frente Oriental, llegara después aquí al Escambray y se extendiera por toda la isla de Cuba.
El esfuerzo y los méritos de la victoria son del campesinado cubano. (Aplausos). Hoy le toca a este campesinado recoger también los frutos de la victoria y ese fruto es la Reforma Agraria. (Aplausos). Por eso hemos venido hoy a hablar con ustedes, para darle la absoluta seguridad, en nombre del Gobierno y del Ejército Rebelde de que la Reforma Agraria seguirá adelante contra cualquier clase de peligro contra cualquier clase de valla que se pretenda levantar a su paso. Puedo asegurarles (aplausos), yo puedo asegurarles que si la cooperación del pueblo es tan entusiasta como hasta ahora, no habrá enemigo latifundista interno, ni enemigo extranjero que pueda impedir la Reforma Agraria. (Aplausos).
Quizás algunos de ustedes conozca cuál es la Ley que se dio en la Sierra Maestra. Alguna vez tuve la oportunidad de decirles que no era una Ley perfecta, en aquella época no se podía llegar hasta los extremos, hacia los que hoy podemos llegar, aquella Ley tenía el defecto de no atacar el latifundio; nosotros estamos decididos hoy, a llegar hasta el latifundio, hasta atacarlo y destruirlo completamente. Necesitamos para eso (aplausos), necesitamos, señores, para eso, el apoyo y la fe de todo el campesinado cubano. (Aplausos).
Yo les pido a todos, que no tenga duda alguna con respecto a las intenciones del Gobierno y del Ejército Rebelde, con respecto a la Reforma Agraria. Ha sido durante los años difíciles de la guerra, nuestra batalla: un campesino que no tenga una tierra propia y mientras haya una tierra que no esté trabajada. (Aplausos). Quería decirles que a todos ustedes que han vivido el problema de la tierra en Las Villas, cuál es la posición de nuestro Ejército, frente a los latifundios de toda esa zona, quería explicárselos bien, para que no haya dudas en la manera de actuar de ustedes y de nosotros. Yo les he asegurado ya, y se los aseguro con la mano en el corazón, que el Ejército Rebelde está dispuesto a llevar la Reforma Agraria hasta sus últimas consecuencias, lo digo una y mil veces. (Aplausos). Pero también, precisamente, porque también estamos dispuestos a llevar esa Reforma Agraria adelante, es que necesitamos la cooperación de todo el pueblo para hacerla ordenada, para que no se cometan abusos, para que los aprovechados no tomen la tierra.
Ahora bien, este pedido que les hago es precisamente para la reforma que va a venir, la que se va a hacer de ahora en adelante. Pero a la tierra que al pueblo revolucionariamente (inaudible)… no habrá un solo Comandante de nuestras fuerzas, no habrá un solo soldado de este Ejército que tirará contra los campesinos, nuestros amigos de siempre. (Aplausos).
Había algunos compañeros que pedían el título de propiedad, para las tierras, de algunos connotados servidores del régimen. Eso, señores, es un pedido que está demás hacerlo, eso pertenece ya a cada campesino, se le dará en el momento oportuno ese papel, pero ya, no puede haber poder que los separe de su tierra, sépanlo bien los que la tienen (Aplausos), sépanlo bien los campesinos que revolucionariamente ocuparon esas tierras, que no hay poder legal, ni debe haber poder extralegal capaz de desalojarlos, y que si alguien pretende desalojarlos, tienen hasta el derecho último de agarrar un arma e impedir que los desalojen. (Aplausos).
Pero de ahora en adelante, señores, pedimos precisamente la cooperación de todos ustedes para que no haya ninguna clase de roce entre nuestro Ejército, que debe garantizar el orden, y entre ustedes, los que serán en el futuro propietarios de la tierra de Cuba.
Debemos, señores, ir rápidamente a la constitución de las Asociaciones Campesinas, que sean primero por barrios, como hicimos alguna vez en Gavilanes, y que después se vayan aumentando en federaciones regionales hasta constituir una gran federación nacional campesina, que sea la encargada de distribuir toda la tierra, pero que sea controlada directamente por el pueblo, es decir, la constitución de estas federaciones debe nacer de la voluntad popular y no de la voluntad de ningún gobierno por bueno que sea. Las federaciones deben constituirse de abajo hacia arriba por el voto popular y no de arriba hacia abajo.
Quiero acabar, señores, dándoles un consejo fraterno a los trabajadores del central Santa Isabel que estén aquí, yo tenía que hablar con ellos, había quedado comprometido a hablar, pero cuando llegué, ya me dijeron que habían venido hacia aquí, hasta este meeting. Quería decirles a los trabajadores, que me enteré al hablar, al ir a hablar, que había dos sindicatos, quería pedirles fraternalmente que mediten sobre el peligro de dividir en las entrañas mismas de un central a la clase obrera, en obreros de este tipo, y obreros de aquel otro tipo; porque la gran palabra de orden para toda la nación que es la unión, debe ir aplicándose también a todas las fases de la vida cubana. Así como debemos estar todos unidos frente al peligro común que nos amenaza, deben estar unidos todos los obreros entre sí, y deben ir fusionándose los sindicatos para constituir bloques realmente fuertes que puedan oponer una voz multitudinaria cada vez que la agresión de los patronos quiera sobarse sobre la masa del pueblo. Eso es todo, compañeros. Muchas gracias. (Aplausos).
(Publicado en Escambray el 8 de octubre de 1987)