Las energías del Escambray
Dossier dedicado a la presencia del Che Guevara en Sancti Spíritus
Los días que siguieron al establecimiento de la comandancia de la Columna 8, en el Escambray, fueron de constante actividad y hostigamiento a las posiciones enemigas en los poblados de Las Villas. La paralización de la Carretera Central, los cercos y la rendición de los cuarteles atacados, resultaron acciones cotidianas, que se acentuaron en el mes de diciembre de 1958.
(Fragmentos del libro La batalla del Che: Santa Clara)
La ofensiva
El 9 de diciembre el Che se comunicó con Camilo utilizando las estaciones de radio de las columnas 2 y 8. Bromeando, los dos comandantes rebeldes hablaron sobre la futura batalla de Santa Clara. Aún no se había delineado los perfiles de las ofensivas que habrían de producirse tras la derrota batistiana en la provincia de Las Villas.
Che: “No hay problemas por ahora sobre nuestras líneas. Creo que ellos se verán con problemas en poquito tiempo. Yo te oí decirle a Fidel que ibas a tomar Santa Clara y qué se yo que más, en eso no te metas porque eso es mío. Tú te tienes que quedar por ahí nomás…”
Camilo: “ … En cuanto al problema ese de Santa Clara, Ok, muy bien, vamos a trazar planes para más adelante, para hacerlo en comunidad, yo quiero repartirme esa gloria contigo, así es que yo no soy ambicioso. Te voy a dar un chancecito en el anillo de hierro ese, pues vamos a poner 7 mil escopeteros al ataque. Esos escopeteros están locos por entrar en acción y en estos días han desarmado a todos los soldados en los centrales, en las tropas; es una cosa espantosa lo que hacen los muchachos por conseguir fusiles…”
Para los escuchas radiofónicos de la dictadura el blof de los 7 mil escopeteros de Camilo no dejaba de ser inquietante, más aún si lo sumaban a las acciones de hostigamiento que la columna del Directorio Revolucionario había estado realizando en los alrededores de la ciudad. No se trataba de golpes muy aparatosos contra las fuerzas enemigas, pero si de un picoteo continuo que mantenía en tensión a la guarnición de Santa Clara. Por ejemplo, el día 7 había sido ajusticiado por hombres del Directorio, en el centro de la ciudad cuando salía de visitar a su amante, el piloto de las avionetas que servían como guía a los bombarderos. El 9, hombres del Directorio entraban en el pueblo de Guaracabuya y el 10, en Báez, donde permanecieron durante tres horas sin que los soldados encerrados en el cuartel, salieran a combatirlos. El 13 se tomó por segunda vez la estación CMQ que se encontraba en la carretera de acceso a Santa Clara y el 15 se incendió un prostíbulo al que acudían los soldados.
El 13 de diciembre el Che fue entrevistado por la estación de radio 6BF del Ejército Rebelde. Le preguntaron cuando se afilió al 26 de Julio, cuál había sido la acogida popular en Las Villas, y le pidieron un diagnóstico de la situación del régimen: El Che contesta: Creo que está al borde de un colapso. Si los factores ajenos a la nación intervienen, quizá se mantenga algo. De todas maneras las fuerzas populares son tan grandes que el colapso es inevitable.
Cuando le piden que comparen la situación que había, en los primeros momentos, en la Sierra Maestra con la que tiene en Las Villas: En Las Villas estamos situados a muy poca distancia de las ciudades importantes y de la Carretera Centra y recibiendo una gran cantidad de ayuda de nuestras líneas de abastecimiento en el llano.
A la pregunta sobre la próxima ofensiva responde: Estimo necesario y vital dejar incomunicado el occidente con el oriente y estimo que la ciudad de santa Clara está virtualmente en nuestras manos, cuando realmente se haga una ofensiva de todos los factores revolucionarios agrupados.
¿De verdad siente el Che que ha llegado la hora de Santa Clara? La ciudad cuenta con una guarnición de 2 mil 500 soldados, guardias y policías y en torno a ella hay, al menos, una docena de cuarteles con un millar de guardias más. La dictadura cuenta con tanques y blindados, abundantes ametralladoras y vehículos de transporte y, además, con el apoyo de la aviación, que en combate y fuera de la protección de la sierra puede hacer un daño mucho mayor que el que ha hecho hasta ahora. El Che, para enfrentarlos, cuenta con unos 300 hombres, a los que puede sumar las fuerzas del Directorio, y quizá, si la batalla se da gradualmente y se lo permite, puede ir incorporando un par de centenares de hombres de la reserva desarmada que ha ido creando en Caballete de Casa. Es cierto que la moral del ejército es baja y que la de sus tropas es muy alta. Es cierto también que en la medida en que acerquen a las ciudades, se incrementarán las infinitas posibilidades de la guerra popular, la huelga insurreccional, el apoyo masivo de la población, pero ¿será esto suficiente para alterar una correlación de fuerzas que lo desfavorece casi en una proporción de 10 a 1? Y eso sin contar el famoso “tren blindado”.
El 15 de diciembre los hombres de la columna 8 alteraron el conflictivo mapa de la provincia de Las Villas: cortaron el puente sobre el río Sagua la Chica en las cercanías del pueblo de Falcón.
La vanguardia se estableció en el poblado de Santa Lucia, desde donde podían avanzar o bien hacia el este (Cabaiguán en dirección a Sancti Spíritus) o bien hacia el oeste (la pequeña ciudad de Fomento).
La operación sobre el puente metálico de Falcón, una importante estructura de acero, fue conducida directamente por el Che. Se colocaron emboscadas por la carretera de Fomento a Placetas, la avanzada se presentó en el puente con antorchas de acetileno y tras un pequeño combate en el que derrotó a la guarnición y que causó a los rebeldes un herido, comenzó el trabajo. Poco después, el puente se venía abajo. El Che, con un mochito de tabaco entre los labios, supervisaba la operación del pelotón de José Ramón Silva, un capitán rebelde que disfrutaba del reconocimiento de haber participado en los últimos días de la invasión con un hombro dislocado por un balazo.
Esa misma noche quedó fuera de servicio el puente sobre el Calabazas, con lo cual se impedía el posible paso del tren blindado hacia Oriente. El coronel Ríos Chaviano, jefe de la guarnición de Las Villas, recibió los informes de estas acciones, pero estos no decían nada en si mismos, no indicaban las intenciones de los rebeldes; la iniciativa estaba en manos del Che, ¿dónde iría a golpear y cuándo?
(Tomado del libro La batalla del Che, Santa Clara, de Paco Ignacio Taibo II)