Uruguay en su trono

Mayor productor de azúcar del país y uno de los ingenios más eficientes de la presente zafra, el coloso espirituano acaba de sobrepasar sus compromisos productivos y mantiene activos los molinos para consumar el plan de la provincia

Juan Antonio Borrego

Una historia de coloso

  • 1904.- Apertura oficial del ingenio.
  • 1918.- Primera inversión para ampliar su capacidad de molida.
  • 1969.- Interrumpe por única vez la molienda a propósito de una intervención con vistas a la llamada Zafra de los Diez Millones.
  • 1987-1992.- Logra producciones de más de 200 000 toneladas en cinco zafras consecutivas.
  • 1990-1991.- Impone récord nacional para una contienda en Cuba con 235 080 toneladas de azúcar crudo.
  • 2005.- Impactado por el período especial, apenas produce 28 321 toneladas de crudo.
  • 2013-2014.- En franca recuperación supera las 90 000 toneladas de azúcar crudo.

«La historia recogida por sus propios protagonistas, a veces encontrada a retazos en amarillentos pliegos, consigna que desde su apertura en 1904 hasta los días de hoy, el Uruguay solo ha interrumpido la molienda en 1969 a propósito de una intervención con vistas a la llamada Zafra de los Diez Millones.»

Ni la ausencia absoluta del invierno; ni las lluvias a destiempo que empaparon los campos y las guardarrayas y más de una vez les hicieron la vida imposible a las combinadas; ni siquiera la maduración tardía de la caña, que en esta parte del país sacó de sus casillas a todos los entendidos, pudieron con el reinado del Uruguay.

El central espirituano, que acaba de cumplir su plan técnico-económico por séptima ocasión consecutiva —79 068 toneladas de azúcar y 4.3 de crecimiento respecto a la campaña anterior—, además de ratificarse como el mayor productor del país, se codea entre los ingenios más eficientes, logra envidiables indicadores económicos y cuenta con materia prima y condiciones industriales para proseguir la recuperación iniciada años atrás.

Como en Jatibonico muy pocos creen en milagros, el ingeniero Vladimir Gómez Morales, quien desde hace algún tiempo lleva las riendas del central, prefiere atribuir estos resultados a lo que él llama “dos razones esenciales”: la respuesta que ya viene dando el programa de recuperación cañera, particularmente en la zona sur del Uruguay, y el ejemplar comportamiento de la industria.

Sobre la última cuestión resulta notorio el índice logrado por el ingenio en el llamado Rendimiento Potencial Cañero, entendido como el aprovechamiento industrial, donde la fábrica espirituana, de un 90 por ciento planificado acumula un 94.4; saldo que se traduce en la obtención de más de 2 000 toneladas netas de azúcar solo por ese concepto.

Con los molinos todavía activados con vistas a producir el extra que necesita Sancti Spíritus para su cumplimiento, la fábrica también sobrepasó con creces su programa de producción de alimento animal, los volúmenes de miel previstos a entregar a la destilería Paraíso, de Tuinucú, y viene mejorando la generación eléctrica, una actividad que si bien le ha permitido autoabastecerse de energía a lo largo de la zafra, no se ha comportado como en otros años.

¿CRUDO O REFINO?

Si algo han aprendido desde hace tiempo los más de 800 trabajadores del central Uruguay es que para producir azúcar de calidad se precisa de una obra colectiva impecable, que comienza mucho antes de que la caña germine en los campos y termina cuando el producto, ya elaborado, sale de sus almacenes.

Cualquier inexperto que se asome por estos días a los transportadores del central puede perfectamente confundir el crudo elaborado aquí con el azúcar refino, un aval que según los principales directivos del ingenio se corresponde con la estricta vigilancia del proceso y el chequeo minuto a minuto de indicadores claves como la polarización, la humedad, el color y el tamaño del grano o la presencia de partículas ferromagnéticas o almidones en la producción acabada.

La profundidad de las reparaciones y el respeto a los mantenimientos programados, el creciente empleo del tiro directo al basculador, la cercanía de la materia prima a la industria —a 42 kilómetros las áreas más alejadas—, el poco tiempo empleado en remediar roturas o interrupciones operativas y la calidad del corte constituyen factores de trascendencia a la hora de evaluar el desempeño integral del Uruguay en la actual zafra.

Técnicos y operarios encuestados por Escambray concuerdan, sin embargo, en que la mayor riqueza del ingenio radica en la estabilidad de sus principales cuadros de dirección, especialistas y trabajadores de puestos vitales (moledores, puntistas, operadores eléctricos y de calderas) y sobre todo en la convivencia e interrelación entre la vieja guardia y las nuevas generaciones de azucareros.

Por ello quizás cuando Manuel González, un veterano que vivió y dirigió en los tiempos de las vacas gordas, planta bandera en el Consejillo Técnico de las diez de la mañana, ahora como asesor de la industria, los más jóvenes afinan la oreja ante el privilegio de los años. “Es que cada época tiene sus formas”, confesó Manolo hace algún tiempo.

QUINQUENIO DE GLORIA

La historia recogida por sus propios protagonistas, a veces encontrada a retazos en amarillentos pliegos, consigna que desde su apertura en 1904 hasta los días de hoy, Uruguay solo ha interrumpido la molienda en 1969 a propósito de una intervención con vistas a la llamada Zafra de los Diez Millones.

Pero su vocación de megaingenio comenzó mucho antes, cuando en fecha tan temprana como 1918 se reporta una primera inversión para ampliar la capacidad de molida, que décadas después, hacia finales de los 80 e inicios de los 90 del siglo pasado, llegaría hasta 1.3 millones de arrobas de caña en sus tres tándemes.

Más de un millón de toneladas de azúcar fabricó Uruguay en el quinquenio comprendido entre 1987 y 1992, cuando logró producciones de más de 200 000 toneladas en cinco zafras consecutivas y en una de ellas (1990-1991) impuso el récord nacional para una contienda en Cuba con 235 080.

Luego vendría el redimensionamiento de la industria azucarera en el país, con una radical contracción para el coloso espirituano que, impactado por el período especial, para el año 2005 apenas produjo 28 321 toneladas de crudo, un recuerdo triste para el recordista nacional.

ASEGURAR LA RETAGUARDIA

De todo cuanto se ha hecho en los últimos tiempos en Jatibonico nada resulta tan ventajoso para el municipio y la provincia como el programa de rescate de áreas cañeras, sobre todo en la zona sur del macizo, un proyecto que viene cambiando el paisaje de la comarca y también asegurando el incremento de la producción azucarera en el territorio.

Desbroce de marabuzales, recuperación de sistemas de canales abandonados durante décadas, inyección de moderna maquinaria con sus respectivos accesorios e instalación de equipos de riego móviles se integran a una estrategia que desde la pasada zafra comenzó a pesar en las romanas del Uruguay.

La idea es que el ingenio más temprano que tarde pueda producir unas 115 000 toneladas de azúcar, cifra que supera el actual plan de la provincia espirituana y que se corresponde con la capacidad industrial reajustada (solo equiparable a la del central Antonio Guiteras, de Las Tunas) y con el potencial cañero de sus tierras.

Consciente de la prioridad concedida por el país a la región, Elvis González, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Atención a Productores Agropecuarios, da por hecho que en pocos años Uruguay podrá tener caña para moler alrededor de 150 días, un crecimiento que ya es realidad en unidades como La Vega y La Reforma, y que ha hecho recordar a muchos aquellas zafras románticas —impracticables en las nuevas circunstancias— de finales de los 80 y principios de los 90.

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