Tras la desaparición de la economía azucarera, atributo centenario de la región, el Valle de los Ingenios, principal fuente de opulencia en la Trinidad colonial, intenta recuperar el esplendor que lo hizo célebre.
Ingenio Manaca Iznaga. Litografía de Eduardo Laplante, publicada en el libro «Los ingenios», de Justo Germán Cantero. (1857)
Ingenio Buena Vista. Litografía de Eduardo Laplante, publicada en el libro «Los ingenios», de Justo Germán Cantero. (1857)
Ingenio Güinia de Soto. Litografía de Eduardo Laplante, publicada en el libro «Los ingenios», de Justo Germán Cantero. (1857)
Convertir el Valle en un espacio sostenible constituye el principal desafío que enfrentan las fuerzas involucradas en la recuperación.
Al cabo de más de un año de trabajo, el emblemático Valle de San Luis ofrece un nuevo rostro.
La caña de azúcar no podía estar ausente en la recuperación del paisaje del Valle.
El Valle de los Ingenios, objetivo de alto valor turístico.
De siglo en siglo
-Siglo XVII.
Se tienen noticias del cultivo de tabaco, frutales y el desarrollo incipiente de la ganadería en la región que hoy se conoce como Valle de los Ingenios.
-Siglo XVIII.
Se extiende el cultivo de la caña de azúcar en la región.
-1827.
Prosperan más de 50 fábricas de azúcar, con una producción de 640 000 arrobas del producto.
-Mediados del siglo XIX. Se constata un declive sustancial de la producción azucarera en la región y el cierre de decenas de industrias.
-1919.
Se completa por fin el ambicioso proyecto ferroviario que atraviesa el Valle y el lomerío del Escambray y comunica por tierra a Trinidad con el resto del país.