La definición de etapas en la Lucha contra Bandidos (LCB) requiere considerar en primer lugar la composición, estructura, procedimientos táctico-operativos y las acciones libradas por las tropas en determinados plazos de tiempo y, en segundo lugar, los cambios que en estos mismos factores sufrieron los bandidos.
Un tercer elemento a tomar en cuenta es el de quién posee la iniciativa en la lucha armada y el control de la situación en el teatro de operaciones.
En Cuba, los bandidos nunca lograron controlar un pueblo, una región, ni siquiera un objetivo importante; tampoco pudieron aniquilar una pequeña unidad; por tanto el poderío de ellos o el resultado de sus acciones no fueron elementos que condicionaron cambios estratégicos en la concepción de la lucha, ni obligaran al mando revolucionario a emplear un mayor o menor volumen de fuerzas. Los cambios introducidos en la composición de las tropas revolucionarias y los procedimientos tácticos y operativos empleados fueron los que indicaba la experiencia, en interés de liquidar lo más prontamente posible al bandidismo y con un mínimo de pérdidas, sobre todo de vidas humanas.
Primera etapa. Desde el surgimiento del bandidismo en 1959 hasta noviembre de 1960
Los primeros intentos de alzamiento en el territorio central se produjeron desde 1959, pero no fue hasta mediados de 1960 que se convirtieron en un verdadero problema con los de Joaquín Bembibre, Silesio Walsh, Porfirio Ramírez y, días después, con Evelio Duque y Osvaldo Ramírez, entre otros.
Desde entonces, comenzó el apoyo al bandidismo por el gobierno de los Estados Unidos a través de la CIA y de las organizaciones contrarrevolucionarias.
La etapa se caracterizó por la persecución y captura de los bandidos con pequeñas fuerzas del Ejército Rebelde y algunos milicianos. En ella se apresaron a los cabecillas Silesio Walsh, Porfirio Ramírez y Plinio Prieto. La exploración e infiltración fueron prácticamente nulas y los procedimientos tácticos muy limitados.
El 29 de noviembre, combatiendo contra los bandidos, murió el valeroso Comandante Manuel Piti Fajardo, quien hasta ese momento había estado a cargo de las operaciones de LCB.
Desde los primeros momentos de esta etapa, y en las sucesivas, se contó con la presencia del Comandante en Jefe en el propio teatro de operaciones, no sólo dirigiendo, sino participando directamente en las acciones.
Segunda etapa. Diciembre de 1960 hasta abril de 1961
Abarca los meses de la ‘Operación Jaula’ o ‘Limpia del Escambray’, como popularmente se le conoce, es decir, desde diciembre de 1960 hasta abril de 1961.
Entre noviembre y diciembre la cifra alcanzó más de mil alzados en el territorio central; en el Escambray estaban organizados en ocho columnas y tres grupos independientes. También en el norte y oeste villareños hubo un auge del bandidismo; ello intentaba ampliar la subversión y disminuir la presión que ejercían las acciones de las tropas sobre el Escambray.
Al frente de ese enorme esfuerzo subversivo estaba la CIA con uno de sus hombres en La Habana, el Comandante Augusto, e incluso con representantes directos en el Escambray, como Ricardo Ramírez, Merejo.
Los alzados del Escambray debían apoyar el ‘Plan Trinidad’, llamado así porque inicialmente estuvo previsto realizar el desembarco mercenario por Trinidad y, precisamente, debido a que la ‘Limpia del Escambray’ incapacitó a los bandidos para secundar la acción, finalmente decidieron hacerlo por Bahía de Cochinos.
Desde diciembre de 1960, la CIA logró introducir armas y pertrechos por tierra y, a partir de enero de 1961, mediante la ‘Operación Silencio’ realizó numerosos lanzamientos por aire; la mayoría de ellos fueron ocupados por las fuerzas revolucionarias.
El 5 de enero de 1961 los bandidos cometieron uno de los crímenes más repudiados del Escambray: luego de torturarlos, asesinaron al maestro voluntario Conrado Benítez García y al campesino Heliodoro Rodríguez Linares (Erineo).
Para contrarrestar los planes enemigos, el gobierno cubano decidió
movilizar más de 70 mil hombres para la LCB en el Escambray. Los cercos tácticos fueron los métodos predominantes pues en la Limpia todo fue en grande y así era necesario, porque varias columnas de alzados tenían de 70 a 90 hombres e, incluso, la de Osvaldo Ramírez llegó a agrupar de 250 a 300. Se logró penetrar las filas enemigas, pero de modo rudimentario e insuficiente.
Al concluir la Limpia en la primera quincena de abril, de los ocho jefes de columna, sólo Osvaldo Ramírez permanecía activo, dos habían abandonado el país y cinco fueron capturados. Evelio Duque, quien había sido el primer jefe del Escambray, logró escapar hacia Miami. De los tres jefes de grupos independientes, Nando Lima resultó muerto y quedaban activos Luis Vargas y Porfirio Guillén.
Otros jefes de menor rango —que posteriormente ocuparon rangos
importantes— se escondieron al sur de Camaguey. Entre ellos estaban: Tomás San Gil, Julio Emilio Carretero, Benjamín Panguin y Blas Tardío, y Ramón del Sol.
La Limpia arrojó que cerca de mil alzados fueron capturados. Unas decenas de ellos abandonaron el país y de 150 a 200 permanecieron ocultos y dispersos en el territorio central.
Terminada la Limpia los batallones regresaron a sus respectivas provincias y, junto a las demás fuerzas del país, se dispusieron a rechazar la inminente invasión mercenaria, la cual, finalmente, se produjo por Bahía de Cochinos.
La Limpia significó un contundente golpe a los planes confeccionados por la contrarrevolución y el imperialismo para aniquilar la Revolución, y tras ella se produjo el knock-out de Playa Girón.
Tercera etapa. Desde mayo de 1961 hasta 1965
En mayo de 1961, se inició esta tercera etapa de LCB, debido a los cambios que se produjeron en los efectivos de los bandidos y, fundamentalmente, los que se fueron realizando en nuestras fuerzas.
En junio, agentes de la CIA y de organizaciones contrarrevolucionarias realizaron el primer contacto con Osvaldo Ramírez en el Escambray y éste, a mediados de julio, presidió la nombrada reunión de Cicatero, donde fue ratificado como Comandante en jefe del denominado Ejército de Liberación Nacional (ELN). Allí acordaron dividir el territorio en zonas operacionales, capitanías y tenencias y ascendieron a varios cabecillas.
Los jefes de zonas del Escambray eran: Julio E. Carretero, Tomás San Gil, Porfirio Guillén, Pedro González, Benjamín Panguín Tardío y el propio Osvaldo Ramírez, además operarían dos grupos independientes comandados por Luis Vargas y el Congo Pacheco. También en el territorio norte villareño delimitaron otra zona a cargo de Arnoldo Martínez Andrade.
Ninguna banda debía tener más de nueve hombres, por lo que el crecimiento de los efectivos sería mediante la creación de nuevas bandas. Los bandidos consolidaron esta organización en el transcurso de los meses siguientes y crearon redes territoriales con una estructura que se mantuvo durante la etapa sin alterar demasiado la concepción inicial. El ataque a objetivos civiles, la quema de cañaverales, los robos, los pillajes de todo tipo y los asesinatos, continuaron siendo el contenido de sus acciones, por las cuales el propio Fidel, justamente, los denominó bandidos.
En enero de 1962, dentro de la antigua provincia de Las Villas, se
calculaba la existencia de 41 bandas con alrededor de 500 bandidos. En mayo de ese año el estimado era de unos 600 agrupados en 40 bandas y para enero de 1963, se repetía la cifra de 500. Estos números demuestran que, luego del crecimiento inicial de 1961, los nuevos ingresos a las bandas sólo les permitieron reponer las bajas y por tanto, apenas lograron sobrevivir.
A partir del segundo semestre de 1963 y hasta 1965, la cifra de alzados disminuyó progresivamente. A mediados de 1965 se aniquiló la última banda.
Después de una reorganización inicial y, auge en el segundo semestre de 1961, el bandidismo no tuvo cambios significativos ni en la composición, ni en el carácter de sus acciones. El comienzo del fin del bandidismo se produjo a partir de enero de 1963.
Derrotada la invasión mercenaria de abril de 1961, se reestructura la LCB en el Escambray y, a partir de los primeros días de mayo, se moviliza personal para las unidades. En junio de 1961, se creó el Ministerio del Interior y como parte de su estructura, el Departamento de Seguridad del Estado (DSE). En octubre se organizó el Buró de Bandas. La creación de tales órganos contribuyó a elevar la eficiencia de la LCB.
Entre enero y junio de 1962 aumentó el nivel de efectividad en la captura de bandidos en el Escambray y se dio muerte al principal cabecilla del Escambray, Osvaldo Ramírez. El cargo de éste posteriormente lo asumió Tomás San Gil. Desde 1961, el cerco y el peine táctico se convirtieron en los principales métodos de actuación de las tropas.
La creación de sectores de LCB en el Escambray representó un salto cualitativo en todos los órdenes y fue perfeccionándose con el transcurrir del tiempo, marcó el inicio de un nuevo período, en el cual se eliminaron numerosas insuficiencias del anterior y se consolidaron los métodos tácticos y operativos que venían aplicándose. Esta división territorial permitió a los jefes de tropas obtener un mejor conocimiento de los bandidos que actuaban en sus respectivos sectores y subsectores. Unido a esto, también se logró la permanencia de los combatientes en las tropas,
lo que elevó la capacidad combativa de las unidades.
A partir del segundo semestre de 1962, cuando se aniquilaron o apresaron numerosos efectivos de varias bandas, puede considerarse como el comienzo de la derrota definitiva del bandidismo, por ser el momento en el cual se formaron las tropas de LCB con un notable incremento de fuerzas y un salto cualitativo en el aseguramiento combativo y en la aplicación de los procedimientos tácticos.