Jesús María
Manuel Echevarría Gómez
Jesús María es como una enorme tajada sobre el asfalto de la ciudad. Antes fue sólo una calle de gente humilde, cueripardos y almiprietos más de sangre que de Sol. Hoy, la barriada se desplaya y sube por los deslindes del río, abrevia el paso hasta la Carretera Central para tender un cerco que flanquea el parque y enlaza en un suspiro el centro histórico de la villa.
Toda la riqueza patrimonial de Sancti Spíritus pervive en el aliento de Jesús María: la Parroquial Mayor con su aire mudéjar y su torre única; el puente de cinco arcadas que levantaron dos albañiles hacendosos; el teatro de fachada clásica con su proscenio cabalgando sobre el río; y los parques; y Rudesindo García, esculpido en mármol italiano para recordar que fue médico eminente y mejor altruista; y las dos plazas, que hoy acogen el alborozo de los parques y el guiño de los enamorados, y a una mulata que se derrite de sobrosura…
Entre los clamores de épocas pasadas, Jesús María guarda un destello en la poesía de Panchita Hernández Zamora, la más relevante escritora de esta tierra durante el siglo XIX, que con su labor pedagógica anudó la estirpe de una generación de espirituanos alrededor de las guerras independentistas, y recuerda entre sus hijos ilustres a Tadeo Martínez Moles, el primer ensayista que reunió literatura e historia en su discurso sobre la villa.
Y allá, en una de esas calles imprevisibles que se recorren con unos pocos trancos, la casona donde nació Manuel Mendigutía, secretario de Carlos Manuel de Céspedes, y se hospedó Federico Capdevila, el español pundonoroso que defendió la causa de los estudiantes de Medicina fusilados en 1871.
También fue Jesús María cuna generosa de bardos y poetas, de pintores y músicos, que le dieron el sesgo natural de su identidad. Teofilito nació en una de aquellas esquinas para invocar el Pensamiento más fecundo de la trova, o pulsar en las cuerdas de la guitarra la melodía del punto y la tonada. Allí fundó el Coro de Clave de la barriada y dejó en el fragor de la comparsa de San Andrés congas antológicas que amenizaron las arrolladeras.
Mas, si la semblanza se escribe a la sombra de la pertenencia habría que mencionar a Oscar Fernández-Morera, el pintor primero de la ciudad, espigando sus pocos años en la casona de los Valle Iznaga, Donde su padre administró la fortuna mejor amasada de la región; a Rafael Cepeda, el famoso monDonguero o a José Fernández, «El planchador», que reorganizó el famoso coro del barrio y a tantos Quirinos con la bemba grande, la pasa dura, sueltos los pies.
Pero Jesús María es alquimia de tradiciones y costumbres bien llevadas con su cabildo yoruba, testigo vivo del sincretismo, y con su gente que hace caminos entre las arterias más socorridas de la ciudad sin distinción de credos ni color en la mirada o en la piel, porque allí el que más fino sea responde si llama el bongó, con su repique bronco y su profunda voz. Santa Bárbara de un lado y del otro, Changó.
Cabildo “Luz Divina de Santa Bárbara”
Ha sido el más conservado y reconocido hasta nuestros días, no se ha podido precisar el año de su fundación pera ya en 1894, en el Periódico “El País” hay noticias de su existencia, cuando se dice:
“Los morenos congos, carabalíes, macuás, o lo que sean, que no lo tenemos bien averiguado, llevaban en procesión a su patrona Santa Bárbara, desde la Iglesia de Jesús, donde le habían celebrado una fiesta hasta el Cabildo, donde los referidos morenos acostumbraban reunirse y bailar a los acordes del armonioso, delicioso, melodioso, dulce, arrobador tambor africano”.
Esta asociación estuvo inscripta en el libro del gobierno de la región central, luego se reinscribe en 1953 en el registro de la provincia “Las Villas” ya con el nombre “Luz Divina de Santa Bárbara”. Posteriormente en 1956 cambia el tomo y folio en el Registro de Asociaciones adoptando como símbolo la imagen de Santa Bárbara.
El Cabildo fue fundado por Octavio Carrillo, esclavo de la dotación del ingenio “San Fernando”, más conocido por “Taita Vale” junto a José del Carmen Valle, Incolaza Valle y Apolonia Valle.
Esta sociedad, conocida también por “Ilé Changó”, situada en la calle Guillermón Moncada No. 35, es considerada por los oficiantes como un “Ilé de Fundamento”. Este fundamento es para los oficiantes “la propiedad sagrada, fuerza y potencia” y se halla, una parte en el “Pilón de Changó” dentro del Cabildo y la otra, según ellos, en el fondo del Charco del Burro del río Yayabo.
Como asociación oficializada contó en sus inicios de un reglamento, en el que se reflejaban los aspectos fundamentales de la sociedad, así como una directiva. A partir del 23 de agosto de 1953 el reglamento sufrió algunos cambios en su contenido. En la actualidad para visitar el “Ilé” sólo plantean algunas normas:
• Respeto absoluto a los santos de la casa.
• Prohibida la entrada al cuarto sagrado en estado de embriaguez.
• A las mujeres se les limita su entrada en el período menstrual.
• Las parejas no pueden entrar abrazadas aunque esté legalizado su matrimonio.
• Después de haber realizado el contacto sexual no se debe acudir a este lugar.
• Las mujeres sólo después de cuarenta días de paridas pueden entrar en la casa.
• Está prohibida la entrada de homosexuales.
• No realizan sacrificios.
• No se hacen santos, etc.
Todas estas normas son de cumplimiento relativo y varían según las condiciones y el momento, ya que por ejemplo, en los días de toque de tambor no se le limita la entrada a nadie.
Las ofrendas que los oficiantes entregan a sus santos, son destinadas, entre otras cosas, a la compra de velas, preparación de las fiestas, el vestuario de los santos y la conservación del estado general de la casa.
Dentro del Cabildo existen otros objetos de culto como son: el Altar de Changó, la Tinaja, el cuarto que sirvió de aposento a “Ma Sixta”, la Ceiba situada en el patio de la casa que deja ver elementos de superstición y hasta de sincretismo religioso, por ser esta planta representativa en la regla “Palo”.
Los días festivos más importantes que celebran en el Cabildo son:
4 de diciembre, Changó (Santa Bárbara).
17 de diciembre, Babalú Ayé (San Lázaro).
También conmemoran otras fechas que se festejan con gran esplendor dentro de la liturgia santera. A estas fiestas asisten gran cantidad de personas, fundamentalmente jóvenes que junto a los veteranos del culto cantan y bailan saludando al santo.
En la actualidad el “Ilé Changó” ve modificado su objetivo al existir como Cabildo, ya que en un inicio surge para que los esclavos realizaran sus ritos de carácter exotérico y mantuvieran vivas sus tradiciones, además de ser conveniente para los esclavistas por el alto rendimiento del esclavo. Hoy el Cabildo es una institución cultural que mantiene las tradiciones pero no realiza ritos.
Desde el punto de vista histórico y cultural resulta importante la conservación del mismo ya que es el único que mantiene, a pesar de los años y las transformaciones ocurridas en él, muchas de las raíces de los cultos africanos en Cuba.
Referencia:
Archivo Histórico Provincial “Mayor General Serafín Sánchez Valdivia”.
Copyright © 2013 – Todos los derechos reservados.
|