El turismo de recorrido distingue cada vez más al atractivo sitio de Manaca-Iznaga, donde radica la famosa torre erigida en el siglo XIX, como un lugar ineludible para quien visite Trinidad.
Por José Luis Camellón Álvarez
Situado en pleno Valle de los Ingenios, escenario declarado en 1988 por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, Manaca-Iznaga atesora además de la típica torre-campanario, la casa-hacienda, convertida desde 1990 en restaurante al servicio de los visitantes que arriban al lugar.
“La oferta culinaria se asienta en la comida tradicional trinitaria y de esta zona en particular”, expone Leonay Rodríguez Jiménez, administrador de esta instalación extrahotelera perteneciente a la cadena Palmares.
“Los platos principales -agrega- son el cerdo en púa, servido en fuentes según la costumbre española, y la res a la esclava, en dados, tal y como la comían los esclavos de este lugar en el siglo XIX. También ofertamos otro plato, el pollo Doña María, utilizando salsa de jugo de piña o de frutas, que era el plato preferido por la señora de la casa”.
Refiere Leonay que “este año más agencias de viaje, como Amistur y Habanatur, han situado a Manaca-Iznaga en sus paquetes de recorrido, lo que eleva la presencia de turistas y nos llegan ahora de mercados que nunca imaginamos tener, como el israelita, el turco y el escandinavo, entre otros. Hacen aquí el almuerzo y, por ejemplo, en noviembre atendimos 1 078 clientes, un nivel apreciable”.
“Tenemos proyectado -dice- rescatar más elementos típicos del pasado azucarero y esclavista de esta zona y que los turistas, además de visitar la torre, la casa-hacienda y constatar la artesanía y la tradición de tejidos típicos de este lugar, puedan apreciar también el trapiche donde se fabricaba el azúcar, los grilletes y otros métodos de castigo que se practicaban a los esclavos y la herrería, donde los negros forjaban el hierro y hacían los clavos empleados en la construcción de estas casonas existentes en el Valle de los Ingenios y en Trinidad.
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