La nueva estructura propuesta por la Comisión Nacional de Béisbol genera más críticas que aplausos.
Esta es, apenas, una opinión más de las miles que por estos días hacen arder a Cuba a propósito del anuncio de una nueva estructura para la Serie Nacional de Béisbol en su versión 52.
Veamos las dos caras. Lo primero es la lógica exclusión de Metropolitanos, un sinsentido que viró patas arriba la pasada campaña. Lo otro es la implantación de un todos contra todos “de verdad” y más justo, algo que ya existía a pesar de la división por zonas para definir clasificados, una variante que, no obstante, dotó de rivalidad y expectativa a nuestra pelota.
El aspecto más neurálgico, desde mi perspectiva, es la limitación de la fase clasificatoria a 45 juegos y una segunda de 42 para los ocho más ganadores, que por demás parten de cero. Ello evitará ver en play off a un equipo con menos victorias que uno de los excluidos. Otro punto rojo resultan los refuerzos a partir de “los que se quedaron”, lo cual convierte a la Serie Nacional en otra cosa.
Vayamos por partes. Sin hablar de las estadísticas, que nadie sabe cómo contarán, romper una estructura que, con todo y sus manquedades, funcionó para el espectáculo como ninguna otra obviamente supone un riesgo.
Reconozco que la variante obligará a los conjuntos a jugar al “full” todos los días para conseguir un boleto. Mas, cualesquiera que sean las “víctimas”, lo cierto es que casi 200 peloteros están condenados a jugar solo 45 días y con ellos las provincias a las que pertenecen. Si se plantea que el pelotero solo se hace jugando, ¿es esta una propuesta a favor o en contra del desarrollo? Los no elegibles, ¿se reincorporarán al trabajo, a los entrenamientos o serán declarados “disponibles”?
¡Cuidado! Con el cierre de esos estadios por casi 10 meses se pueden apagar no solo sus luces; puede apagarse la mitad del país o quizás más. ¿O alguien pensará que cuando se elimine a Camagüey, por citar un ejemplo, los habitantes de aquella provincia sintonizarán por miles a Industriales? Para la afición de la isla lo más importante no es tal vez aspirar a clasificar, sino llenar un estadio para seguir a su ídolo Michel Enríquez. En medio de las carencias recreativas en que está sumido el país, ante la creciente decadencia del deporte-espectáculo, la Serie Nacional es la única capaz de arrastrar miles y tal vez millones de personas.
No hablo de estadios que a veces no se llenan por la “conspiración” de los horarios vespertinos, los desmanes de un loco calendario como el de la serie anterior, o por la insuficiente pasión con que juegan algunos peloteros. Me refiero a quienes la siguen por las trasmisiones radiales o hasta de oídas. La pelota ocupa el tiempo y sobre todo la mente de la gente, aunque sea para comentar el último out del partido reciente, para seguir al líder jonronero o criticar la jugada más polémica. Hace vivir, conmina a tertulias y hasta hace olvidar, al menos por unas horas, algunas de las angustias cotidianas del cubano: la subida de los precios, la guagua que no pasa o la frazada de piso que se pierde.
¿Qué queda entonces para el cañero que con la mística del último jonrón anima su cansancio bajo el Sol o para la ama de casa que cocina a la par de la última jugada, por solo citar dos polos del ajiaco de aficionados al béisbol
¿O alguien aspira a regir desde reglamentos y disposiciones el gusto de la gente que suda y siente por su pedacito, por pequeño que sea?
Sobre el tema de los refuerzos, ¿quién garantiza el rendimiento posterior de los “cinco excluidos” después que, aunque sea desde el banco, decidieron la clasificación de su elenco? ¿O de los cinco que irán a la banca, pues los directores están obligados a darles plaza efectiva a los refuerzos que pidan? Santa democracia. ¿Qué tan felices o conformes podrán sentirse los aficionados espirituanos o pinareños si su título llegase de la mano de un “prestado”? ¿Los elegidos jugarán con el corazón por la camiseta impuesta o para encandilar a los técnicos a fin de hacer el grado en el Cuba?
Tratar de complacer a una nación donde cada habitante se cree con la verdad absoluta en cuestiones de béisbol es poco menos que imposible. Directivos y técnicos deben ser lo suficientemente capaces para, sin desconocer la opinión pública, llegar a la solución más viable. Y si no lo son, deben tener la humildad de ceder sus puestos a quienes tengan la capacidad que se requiere para ello.
Y ya que están de moda los términos, valga una precisión: los destinos del “patrimonio deportivo de la nación” son demasiado serios como para que la Federación Nacional de la disciplina recorra el país con el argumento de sopesar criterios cuando al parecer ya todo estaba cocinado.
La Comisión Nacional, ¿se peina o se hace papelillos? O arriesga todo por una medalla que, además, debe ser siempre de oro si intenta acallar detractores, o defiende su principal espectáculo.
Si estuviese convencida de que con estos cambios nuestro béisbol restañaría sus manquedades, no dudaría en levantar ambas manos.
No será con parches internos que elevaremos calidad. Seguiremos cocinándonos en nuestro propio caldo, sin una proyección internacional que nos inserte en un béisbol superior, que no es sinónimo de un título en Holanda. El ejemplo más reciente lo aportó el Primer Mundial sub 15, en México, donde tampoco obtuvimos el oro pese a la ausencia de elencos de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia.
¿Qué tanto se elevará el techo de la pelota cubana si con concentración de calidades incluida no se ha extirpado ni la falta de entrega y de pasión en los protagonistas ni el egoísmo de querer brillar cada quien por su lado?
No es con cambio de estructuras que lo lograremos. Las cojeras de nuestra pelota comienzan desde la base, cuando fallan cuestiones básicas como un bate, un guante o una alimentación decorosa; les falta carácter a la Liga de Desarrollo y a los campeonatos nacionales de las categorías inferiores; las captaciones no ahondan en todos los parajes en busca de mejores talentos y estos se fuerzan, algunas veces, por el sociolismo o la complacencia; sin obviar ciertas tentaciones que incentivan la fuga de talentos.
Tampoco será elevando el precio de entrada a los estadios que esa atención se hará efectiva, mucho menos cuando algunos hasta lo piensan para regalar sus centavos por un espectáculo que no cubre sus expectativas.
Al béisbol cubano le falta un techo, pero no es este de guano que ahora se nos propone. Más bien le faltan cimientos. ¿Por qué no pensar en una selectiva con cualquiera de sus variantes? Para ello habría que despojarse del miedo al riesgo sin aspirar a que se parezcan a aquellas antológicas que compitieron en ardor y hasta superaron la Serie Nacional.
En todas las ligas del mundo existe un Mayabeque, un Isla de la Juventud, un Camagüey y también un Industriales. Que me disculpen, pero el arraigo, la sangre y el amor no se pueden regir por decretos.
Discutimos y volvemos a discutir, y por qué no miramos atras y nos daremos cuenta que nuestro beisbol disfruto sus momentos de gloria cuando existia la selectiva, (solo seis equipos, Pinar, La habana, Matanzas, las Villas, Camaguey, y Oriente), que se jugaba despues de una larga serie nacional, todo se derrumbo con el periodo especial que obligaron a hacer cambios por los problemas economicos, y ahi comenzamos a ir barranca abajo hasta lo que somos hoy, somos mas pequenos que Japon, este pais tiene 127 000 000 de habitantes y solo doce equipos de elite, EEUU con 300 000 000 habitantes mas Canada y tienen solo 30 equipos, en Corea hay 8 equipos en 50 000 000 habitantes, y nosotros con apenas 11 000 000 millones tenemos 17 equipos no hay que ser tan ignorantes para no darnos cuenta que nada bueno podemos sacar sino concentramos la calidad en un evento como la selectiva donde todo el mundo se puede sentir representado y donde obligaria a los peloteros a dar lo mejor de si para demostrar su calidad. Ademas que diferencia hay entre el dinero que le pagan a Messi al que le pagan a cualquier pelotero de grandes ligas y porque la TV pasa estos partidos profesionales de Futbol y no pasan partidos de MLB, por politica, ademas hay que evitar las fugas con mecanismos legales y acabar de declarar nuestra pelota profesional que de ya de por si lo es, tenemos que dejar de pensar que tenemos eternamente la razon en todo
Elsa como siempre acostumbras en tus comentarios a poner el dedo donde va, todo lo que dices es cierto,ojala tu opinion fuera tomada en cuenta. mis felicitaciones
Excelente artìculo.Muy buen anàlisis el de la periodistas.Me llama la atenciòn que los medios nacionales no profundizan de esta manera en el tema.Claro yo los entiendo despuès no los dejan viajar, amèn del comprometimiento con la Comisiòn Nacional.Pobre Elsa Ramos debe estar en estos momentos en las siete calderas del infierno por decir estas cosas que ya sabemos no le gustan a muchos.Pero bueno esa es la que le tocò a ella.
Valiente articulo, solo falta que reflexionen, la verdad es relativa, y esa la tienen los aficionados, la tiene el pueblo.
Saludos Elsa.
En General un buen comentario, de acuerdo a su opinion con la cual puedo coincidir o no, pero lo unico que no me gusto y no coincido, fue la primera linea, «La nueva estructura propuesta por la Comisión Nacional de Béisbol genera más críticas que aplausos.», y porque por los aficionados que debatimos la nueva estructura nos gusta mas que la anterior, por una serie de razones de las cuales usted ha hablado y otras como que el mundo del beisbol ha cambiado y tenemos que insertarnos en el sin quitar nuestras convicciones.
saludos desde Cienfuegos.
Hoal Elsa me gusto tu comentario comparto todo y pudiera agregarse más cosas te mando el trabajo que hice para mi páguina de Radio Caribe yo soy periodista y comentarista deportivo que narro al equipo de la Isla de la Juventud.
Serie Nacional. Crónica de una muerte anunciada.
Por: Antonio Lozada Samé. Comentarista deportivo de la Isla de la Juventud.
Pido permiso a Gabriel García Márquez para utilizar el título de una de sus novelas, y tratar de reflejar mi visión acerca de la nueva estructura de la pelota cubana, muy controvertida, con adeptos y detractores, pero lo cierto es que la trama pudiera tener similitud con la historia de Santiago Nasar personaje al que iban a matar y menos él todo el pueblo lo sabía.
Luego de conocer la noticia del nuevo diseño del pasatiempo cubano, con los métodos a que nos tiene acostumbrados la Comisión Nacional de Béisbol: atrasados, incompleto y con muchas interrogantes por responder, preferí esperar a el pronunciamiento público de uno de sus directivos para tratar de entender, cómo era posible que los periodistas deportivos de provincias, menos dos que cubrieron las reuniones realizadas , exceptuando la Isla de la Juventud, a donde no vinieron por problemas de transporte, dieron a conocer durante días, el desacuerdo de los participantes con la estructura que contempla 16 equipos, 45 juegos en una primera fase y 42 para la segunda con ocho clasificados y 8 elencos a sus casas para ver los toros desde las barrera y al final prevaleció lo que ya estaba cocinado de antemano. Lo pude percibir en el trillado discurso , enmascarado con otras palabras, durante la intervención de un federativo en un programa nocturno en la radio nacional .
Quizás usted no comparta mi criterio y lo respeto, como respeto las decisiones de quienes tienen la responsabilidad de adoptarlas, pero eso no implica que tenga que estar plenamente de acuerdo con ellas; desde hace mucho tiempo comprendí que la ética esta asociada a los principios de los seres humanos y a la verdad de los hechos. Digo esto porque, ¿quién puede creer, en quienes argumentan limitaciones de recursos y dejaron a un equipo más en la serie pasada y aumentaron el kilometraje a recorrer? y no dudo de la seriedad y las buenas intenciones de quienes tomaron la decisión, pero, ¿quien se traga que con la nueva estructura se está luchando por mejorar el béisbol en Cuba, si se disminuye la cantidad de partidos para la mitad de los peloteros cubanos que necesitan jugar? ¿en qué espacio se van a desarrollar los jóvenes que tienen talento para imponerse en un futuro de mediano a largo plazo?, ¿dónde está el respeto a los aficionados?, se corre el riesgo de apagar la pasión y otra cosa puede ocupar el espacio de atención dejado por nuestro pasatiempo nacional, que no es solo un espectáculo, es entretenimiento sano, momento para ocupar el tiempo y bujía en colectivos de trabajo para impulsar la producción.
Ojalá y esta nueva estructura no convierta al pasatiempo de los cubanos en un torneo elitista con la misma calidad de la pelota actual, porque está clarito como el agua que casi la mitad de los peloteros de los equipo que pasen a la segunda fase del torneo tienen menos talento que muchos de los que estarán en las gradas, entonces de qué calidad estamos hablando, por eso, debemos velar porque no pase como el fútbol donde increíblemente se narran partidos internacionales y nada del torneo nacional, como si no existiera.
No soy de los que piensan que las limitaciones económicas sean el factor fundamental de los problemas en los sistemas de juego de los equipos de Béisbol en la Serie Nacional, problemas económicos existieron toda la vida y en peores momentos estuvimos a flote, lo afirmo porque estudié la secundaria y el preuniversitario del 82 al 88, practicando el béisbol en una escuela de deportes, en pleno auge de la relaciones con la Unión Soviética y los guantes había que remendarlos, los spike gastados había que clavarlos y los bates de aluminio soldarlos para poder practicar, no obstante de ahí salieron estrellas que alumbraron la grama de los estadios nacionales.
En esta era de la Internet, los ordenadores, la nueva visión del mundo, donde los jóvenes además de la pelota, tienen otros intereses y gustos; porque Cuba, por leyes de la dialéctica ha cambiado, aunque todavía existan personas no se percatan de ello, atreviéndose a subestimar la inteligencia de muchos conocedores y amantes de la pelota.
Señores, acabemos de dejar la práctica paternalista de años, dejemos de coger el rábano por las hojas y metámosle el pecho a los verdaderos problemas de la pelota en Cuba, que no está en cambiarle el guión al espectáculo, sino, qué le sucedería a un circo si el director artístico anunciara que la función de una hora por años, a partir de hoy va a desarrollarse en 40 minutos porque los malabaristas no tienen la práctica suficiente para brindar una buena función; de seguro iría a la quiebra.
Son cuestionables los argumentos que se esgrimen Hace hace falta hacer algo con la pelota, porque Cuba no tiene los resultados de años atrás, cuando jugábamos engañados en un béisbol para ciegos donde nosotros éramos los tuertos; desde 1999 el profesionalismo entró al escenario competitivo internacional, hecho que obligó a trazar otras estrategias acorde a nuestras posibilidades y aun cuando la pelota en Cuba ha bajado su nivel, la pasión de los cubanos por el deporte nacional sigue arriba, y eso merece respeto.
Otra justificación es que a nuestros bateadores se le pierden los cuadrangulares en los eventos foráneos, tengamos una visión completa del problema: a todos los peloteros del mundo, incluso los que pegan más de 45 vuela cercas en las grandes ligas se van en blanco, revisen las estadísticas de los clásicos mundiales de Pujol Alex Rodríguez o Papi Ortiz; además ya los campeonatos internacionales de béisbol no son los colegiales de las décadas del 80 y 90, ahora hay más oficio.
Otro argumento que se esgrime es que los resultados internacionales han mermado, eso es una afirmación de subestimación al esfuerzo del contrario, sin analizar qué estamos haciendo para mejorar; quién pone en tela de juicio y dice que es un mal resultado el segundo y quinto lugares alcanzados por el equipo Cuba en el clásico mundial donde a la única novena que no hemos vencido es a Japón campeón en ambas versiones.
Por qué manifestar públicamente como mal resultado los segundos lugares alcanzados en las olimpiadas de Sidney y Beijín en juegos cerrados, o ver como actuación pésima el haber perdido 2 carreras por una, frente a Holanda el equipo que blanqueo en dos ocasiones en el clásico del 2009 a la poderosa escuadra de Dominicana con todas sus estrellas del Big Show .
Comparar el béisbol cubano, con ligas profesionales es un sueño con el que hay que tener cuidado, las dinámicas e intereses de la Serie Nacional en Cuba difieren de cualquier competencia del mundo, porque se defiende la identidad nacional en cada rincón del archipiélago; con esto no digo que debemos cerrarnos o estar ajenos a lo que pasa en el planeta sino, que debemos trabajar más en ver como ocuparnos de las condiciones de los terrenos, de mejorar el diseño de los uniformes, y utilizar con mayor intención lo positivo de esos clásicos, en este caso los sistemas de entrenamientos al más alto nivel. Se trata de cambiar lo que debe ser cambiado.
Llamo la atención en este último aspecto, porque nuestros peloteros apenas entrenan cómo es debido durante el campeonato, que dura meses y ahora que juegan por el día casi no ejercitan, entonces, cómo podemos pedirles que den más si no trabajan en base a los errores. También las direcciones de la mayoría de los equipos en Cuba están plagadas de jugadores retirados que tienen carácter y resultados en su carrera deportiva pero sin experiencia para estar al más alto nivel, quisiera que alguien me respondiera en que parte del mundo existe un teniente que sea jefe de una gran unidad, para eso se necesita ser coronel y solo el tiempo, el comportamiento y los resultados pueden permitir que sea elegible para dirigir.
El ser buen atleta no quiere decir que se es o va a ser buen entrenador, siempre hay sus excepciones, y ahí es donde está la trampa, porque crea patrones como la moda y actualmente usted encuentra en todas las direcciones en nuestro béisbol a exatletas, que no dudo puedan hacer un plan de entrenamiento y enseñar el ABC del béisbol, algo que está por demostrar por la forma actual de juego, pero no vamos a detenernos en ese tema.
Que quede claro, no tengo nada contra las estrellas que le dieron prestigio a nuestra pelota, sino que abogo por la superación:
y digo esto porque quien sigue el béisbol se percata, en las respuestas de entrenadores inexpertos con equipos de tradición, a preguntas de periodistas del por qué se corre mal las bases, o los pitcher no tienen control y la respuesta prefabricada es echarle la culpa a las categorías inferiores, como si las cosas que no se aprenden de jóvenes, en la mayoría de edad no se puedan asimilar; sin embargo ante las interrogantes cuando las cosas marchan bien, todo se debe a la buena organización y los nuevos métodos empleados, cuando en realidad todo el mundo sabe que es el oficio de los peloteros de esos equipos los que sacan a flote esas naves desde siempre, lo que evidencia que muchas direcciones de la Serie Nacional piensan como peloteros y no como directivos.
Cómo se explica, por ejemplo, que ahora los lanzadores son más altos y fuertes, con brazos que sobrepasan las 92 millas sostenidas, y en una década no salga ni un solo pitcher con las características de Vera o Lazo por solo citar dos ejemplos que jugaron con la actual estructura y estuvieron al nivel mundial por su calidad.
Esto es algo que la superación y el tiempo de trabajo puede resolver. Desde mi humilde perspectiva, los entrenadores deben desarrollar su trabajo desde la base, con niños y adolescentes, probando distintos métodos y estrategias de juego antes de llegar a los equipos de Series Nacionales.
En eso la prensa tiene que ayudar porque en ocasiones nos montamos en ese barco que ya está haciendo agua y navega lejos de lo que sucede en el mundo del béisbol moderno de alto nivel, no lo digo yo, lean la cantidad de escuelas que existen en Japón y Estados Unidos y que están estrechamente vinculadas a sus campeonatos nacionales.
Para mejorar la pelota en Cuba solo hace falta trabajar, con inteligencia, con visión de futuro, porque los jugadores de béisbol en cuba se dan como la hierba o la Palma Real que solo necesitan atención y magisterio para llevarlo al nivel que nos propongamos.
Pensar que el cambio de estructura resolverá los problemas de la pelota en Cuba es una ilusión que no debemos vivir para no morir de desengaño como Santiago el personaje de Crónica de una muerte anunciada, yo soy de los que prefiere ver al Béisbol con la dinámica de la novela El amor en los tiempos del cólera, cuando Florentino Ariza no se rindió ante los problemas y luchó pacientemente hasta tener en sus brazos a Ferminia Daza el amor de toda su vida.