Apenas cesaron las precipitaciones los apicultores de Sancti Spíritus volvieron a los apiarios a evaluar los daños y reiniciar las atenciones a la colmena.
Pese al instinto biológico de guarecerse en el panal y no salir a trabajar cuando llueve, por la lógica ubicación a la intemperie las más de 12 400 colmenas que estaban distribuidas en toda la provincia espirituana recibieron el embate directo de las intensas lluvias e inundaciones ocurridas en el territorio a finales de mayo.
En tales condiciones, precisa Bruno García Castro, director de la Unidad Empresarial de Base Apícola Sancti Spíritus, “lo que hace la abeja para su subsistencia es consumir la miel que tiene fabricada en la colmena y la Literatura plantea al respecto que, una colmena en esa situación, consume de 200 a 230 gramos diarios.
“Solo por ese concepto -agrega Bruno- determinamos una pérdida en esos días de continuas precipitaciones en el rango de las 12 toneladas de miel; pero, de forma total, la producción del mes de mayo se vio afectada en 45 toneladas. Hasta abril, la provincia tenía el cumplimiento del plan al 96 por ciento, y las casi seis toneladas atrasadas, se tenía pronosticado recuperarlas con la trashumancia hacia el mangle de las costas”.
De acuerdo con el directivo, la afectación mayor se produjo en los apiarios situados en ambas costas de este territorio central de Cuba, donde estaban posicionadas, al momento de producirse el evento lluvioso, alrededor del 45 por ciento de las colmenas; no obstante, el impacto más severo lo recibieron las más de 3 800 ubicadas al sur de los municipios de Sancti Spíritus y La Sierpe, lugares donde ocurrieron grandes inundaciones.
La rápida evaluación de los apicultores posibilitó determinar la pérdida de 904 colmenas y otra cantidad superior a esa es susceptible todavía a que presente igual daño.
“A partir de las experiencias de otros fenómenos naturales tenemos establecido no ubicar colmenas en esta época en áreas cercanas al río Agabama y el antiguo central FNTA; esa previsión evitó que las pérdidas fueran mayores, porque toda esa zona se inundó”, explica Bruno.
Según define el directivo el 75 por ciento de la dotación apícolaen esta región central de Cuba está fuera de peligro, de ahí que, una vez terminada la primera etapa de la recuperación en esta actividad -que incluyó, entre otras acciones, la revisión total de las colmenas, el sacudimiento del agua en los panales y el traslado a otros lugares de los apiarios inundados- los apicultores inician en junio una segunda fase recuperativa.
“Vamos a hacer otra visita a todas las colmenas -apunta Bruno- para su manejo técnico, el arreglo de la cámara de cría, la alimentación si lo requiere y la colocación de reinas donde se perdieron. Más adelante nos trazamos una tercera fase a partir de la reposición de las colmenas dañadas, de manera que para el cuatrimestre final del año el territorio esté en condiciones de aprovechar bien las floraciones de esa época, que es la mejor para la producción de miel”.
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