El joven australiano creador del portal Wikilleaks se convirtió en objetivo militar de Estados Unidos después que divulgó millares de documentos secretos que implican a la superpotencia en sus agresiones globales.
Desde hace dos años el australiano Julián Assange no ha dejado de ser noticia. La filtración de más de 90 000 documentos secretos del Pentágono referidos a sus sucias guerras de agresión e intrigas desestabilizadoras en distintas partes del mundo, por medio de su página web Wikileaks, lo colocaron en la mirilla de los cuerpos de inteligencia de los Estados Unidos.
Refugiado desde hace dos meses en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, Assange acaba de recibir respuesta positiva a su petición de asilo por parte de las autoridades de la nación suramericana, lo que ha suscitado la violenta reacción de Londres, que manifiesta que no lo acepta y amenaza incluso con penetrar por la fuerza en esa sede diplomática para capturarlo y deportarlo a Suecia.
Precisamente en Suecia y Bélgica tenía Assange puntos principales para la divulgación de los también llamados cables secretos, pero, “casualmente”, cuando la reacción oficial de Washington contra el australiano se hizo mayor, en Estocolmo surgieron de improviso acusaciones de violencia sexual contra dos ciudadanas de ese país, por lo que, con tal pretexto comenzó a perseguirlo.
Y cuando el acoso contra Assange se hizo muy intenso en la nación nórdica, este se marchó a Inglaterra y hasta allí lo siguieron las peticiones de extradición de las autoridades escandinavas, tan sumisas y serviles con Washington, como las de su aliado inglés, a pesar de sus alardes de neutralidad.
Para nadie es un secreto que el australiano disparó por la red chismes y secretos en todas direcciones, afectando a supuestos amigos o adversarios, pero la vida demostró que fueron los más poderosos de este mundo los más perjudicados, debido a su afición innata al juego sucio y a las violaciones de las leyes internacionales y principios éticos de acatamiento universal.
Sobre todo, las revelaciones de Wikileaks sobre la Guerra de Afganistán sentaron pauta en cuanto a transgresiones de todo tipo de los militares de Washington a los derechos humanos y las normas internacionalmente establecidas sobre el trato a combatientes enemigos y la población civil en el teatro de acciones bélicas.
De ahí el odio mortífero hacia Julián Assange, cuya red difundió información ultrasecreta suministrada por el soldado estadounidense
Patrick Manning, sobre esas violaciones a los derechos humanos y profanaciones cometidas por la soldadesca yanqui en Afganistán, Iraq y más allá.
Con Manning casi todo el mundo sabe lo que ha ocurrido: las palizas, los crueles interrogatorios y presiones de todo tipo, así como las amenazas contra su vida por medio de acusaciones de alta traición que podrían implicar una corte marcial y la pena de muerte. Es precisamente lo que en principio parece que le tienen reservado a Julián Assange, pues de ser extraditado a Suecia, no sería extraña su deportación expedita a los Estados Unidos.
El Gobierno ecuatoriano se tomó dos meses para analizar concienzudamente el caso de este profesional de la comunicación galardonado internacionalmente por su lucha a favor de la libertad de expresión, la de prensa y los derechos humanos.
Londres amenaza con hacer contra la embajada de Quito en Londres, lo mismo que hizo la policía de la dictadura de Batista en 1957 contra la sede diplomática de Haití en La Habana, con saldo de 10 revolucionarios masacrados.
Ahora, Inglaterra, una potencia extracontinental que no las tiene todas consigo en este continente a partir del enconamiento del conflicto en torno a Las Malvinas, arremete contra Ecuador a propósito de Assange y suscita nuevos sentimientos de unidad en el espacio latinoamericano y caribeño.
Entonces, mientras el parlamento ecuatoriano vota de forma aplastante contra las amenazas británicas y en la UNASUR, la CELAC y otros foros los países hermanos parecen ponerse en fila para que no se materialice el atropello: Estados Unidos y Canadá no apoyaron la convocatoria a una reunión de la OEA convocada por Quito, “por considerar irrelevante el caso”.
LA UNICA GARANTIA DE VIDA DE JULIAN ASSANGE es permanecer todos unidos y solidarios con ECUADOR y todos sus miembros en la EMBAJADA en londres por lo que para mi es sencillo confirmar el porque el asilo debe ser completado y garantizado y el salvoconducto a JULIAN ASSANGE debe ser dado y actualizado con brevedad pues la criminal insensatez innata de los militares norteamericanos y del reino unido son de barbarie alucinaciones con fantacias que pueden ser apreciadas por ingleses y norteamericanos y querer tomar a todos por incautos que fue la mente de un loco que asesino a ASSANGE y otros que estaban en el lugar equivocado. Lazaro izquierdo