Con toda la seriedad del mundo, la discóbola Rosalía Vázquez se convirtió en campeona mundial de cadetes en Lille, Francia, y en la número uno del ranking planetario, dos hazañas que le validaron su elección entre los 10 atletas juveniles más sobresalientes de Cuba.
Sonríe siempre. Lo hace con la ingenuidad de una niña. “Eso me relaja”, confiesa y vuelve a reír. “Me ayuda a tener mente positiva, me gusta”.
Y parece tener razón. Con esa sonrisa, entró al círculo de lanzamientos, disparó el disco y conquistó el universo. No reparó en rivales de alcurnia, ni en los grados centígrados que nunca ha sentido en los arrabales de La Sierpe. Tampoco en los miedos de su primer viaje en avión, ni el arrancar detrás en los primeros intentos.
Con toda la seriedad del mundo, Rosalía Vázquez se convirtió en campeona mundial de cadetes en Lille, Francia, y en la número uno del ranking planetario, dos hazañas que le validaron su elección entre los 10 atletas juveniles más sobresalientes de Cuba y la mejor de la provincia en esa categoría durante el 2011.
“Ni yo misma me lo creía, fue mi primer viaje, había mucha gente, gran emoción; pero no me sentía nerviosa, enfrenté a rivales muy fuertes como la estadounidense, la china. Al principio ellas iban delante; en el cuarto intento lancé con toda mi fuerza y ya no pudieron alcanzarme. Siempre tuve mucha confianza en mí, lloré y… claro, me reí muchísimo”.
Lo hizo, según reseñara entonces la prensa: “(…) con el coraje de los avezados y la maestría de los campeones”. No llegó hasta allí de “intrusa”. Durante el 2011 asombró a los especialistas al conseguir 54 metros, lo mejor de la temporada, además de realizar otro envío de 53.16 que fue la cuarta mejor marca del año.
No tiene la corpulencia que suele marcar a las discóbolas. Tampoco se considera con una técnica depurada. “Tengo mucha fuerza, hago pesas, entreno mucho y compito siempre con disposición, me trazo metas, como en ese Mundial”.
Con tales virtudes, la muchacha ha escalado a saltos estrepitosos su carrera, que estuvo a punto de comenzar entre patadas y petos cuando ingresó a la EIDE Lino Salabarría de Sancti Spíritus.
“Entré en taekwondo, pero ni a mi mamá le gustaba mucho eso; desde pequeña me incliné por el atletismo al ver a Ana Fidelia correr. Entonces me hicieron las pruebas, me gustó y me quedé. Como se competía por combinados, tenía que correr, lanzar la pelota, impulsar la bala, y hacer de todo; cuando toqué el disco me fascinó”.
Fueron los hermanos Juan Miguel y Esteban Arrechea quienes le enseñaron y depuraron la técnica. Lo otro lo puso la muchacha que muy pronto atrajo el olfato de los entendidos del alto rendimiento, adonde llegó en el 2010.
“A ellos les debo todo lo que sé. Mi primera medalla en Juegos Escolares fue de plata. Ahí me dije que no cogería ninguna más de ese color. Luego obtuve cuatro de oro en el disco y eso me llevó a la ESPA Nacional donde Rafael Linares, mi entrenador, me ha ayudado mucho”.
Es una chica de convicciones y metas resueltas. “Ahora me propongo llegar a los 57 metros para poder aspirar a la victoria en el Mundial Juvenil de este año, aunque todavía soy cadete”.
Pero para ganar 3 metros, se necesita…
“Es solo esforzarme más y entrenar más fuerte, eso es lo que haré, cuando se quiere se puede”.
Por delante tiene Rosalía una historia bien condimentada por varias mujeres cubanas: Carmen Romero, Maritza Martén, Yarelis Barrios. Con la tranquilidad de sus 16 años, la muchacha sueña en grande “Quiero llegar tan lejos como Yarelis Barrios o más”.
¿Cómo se contiene la emoción para lograr ser campeona?
“Es solo repetirse: yo sí puedo, yo sí puedo. Me dije que traería la medalla de oro para Cuba y la traje”.
¿Y hasta para lanzar te ríes?
“Sí, siempre estoy alegre, eso me ayuda a lanzar; lanzo de corazón”.
solo dire algo espero que la vida y la suerte te den la oportunidad de esmerarte y seguir adelante con esta linda historia que comenzo en la EIDE de tu natal SSp