Se les ve en esta y en aquella tribuna, ora frente a una cámara de televisión; se les ve con sus pelos cansados de tanto tiempo de espera, no cabizbajas, aunque la angustia por la lejanía de los hijos les duela allá, en las fronteras del alma.
Se les ve en esta y en aquella tribuna, ora frente a una cámara de televisión, ora intercambiando con una personalidad política; se les ve con sus pelos cansados de tanto tiempo de espera, no cabizbajas, aunque la angustia por la lejanía de los hijos les duela allá, en las fronteras del alma.
Cuando hablan tratan de esconder esa herida, ese tiempo de casi 14 años tras las rejas; pero alguna que otra vez de sus gargantas salen las voces quebradas.
Y no habría por qué reclamarles, no habría razones para no acompañarlas este domingo, cuando el día renace con el beso a la madre.
“Mi mamá y yo siempre tuvimos una relación muy especial. Éramos más que madre e hijo, dos hermanos, dos amigos, dos amantes fieles e implacables, dos seres en uno solo. Así quisiera que fuera mi relación con ustedes, mis tres princesas, y ojalá también puedan disfrutarla con sus mamás. Les puedo confirmar que me siento orgulloso de que nunca le di problemas a mamá”.
En una carta, así le escribía Ramón Labañino a sus hijas acerca de Nereida Salazar, o mejor, Nena, fallecida en mayo de 1998.
Gerardo Hernández, quien no hace pactos con las quejas, relataba a los colegas de la revista Bohemia: “Yo quiero criar a mis hijos con la tranquilidad con que me criaron a mí. Mi mamá se paraba a las ocho de la noche en la esquina de la casa a dar gritos a ver dónde yo estaba, porque no me había bañado. Aquí, aunque eso no te lo pongan en las novelitas de Univisión y Telemundo, todos los días hay noticias en la prensa de niños secuestrados a plena luz del día, a veces en las mismas puertas de sus casas, con las más horrendas intenciones que alguien pueda imaginarse”.
Carmen Nordelo se fue físicamente en noviembre del 2009. Desde el centro penitenciario de Victorville, California, Gerardo despedía a su Mamucha, como le decía, en una mañana que solo él pudiera calificar.
Allá, en Florence, Colorado, donde se ven en la distancia las Montañas Rocosas, con sus picos aún de nieve, Antonio Guerrero sacó estos versos de lo más recóndito de su pecho: “En la casa hay quietud, ella despierta;/ y no tiene de mí noticias hoy./ Mi madre va de la cocina a la mesa,/ ausculta mis cartas, el último poema,/ descifrarlo la acerca/ a lo que ella más quiere”. Al menos este domingo, Mirta Rodríguez se conformará con una llamada telefónica.
En esa espera se hallará Irma Sehwerert, quien nunca vaciló en llevar a sus hijos Roberto y René, este último sujeto a tres años de libertad supervisada en Miami, Florida, a aquellas movilizaciones milicianas. La trinchera era el terreno de juego de sus muchachos; no había otra opción, expresó Irma a este reportero.
“Sé que muchas personas, el pueblo y los amigos de Cuba y el mundo se encargarán de multiplicar por miles los mensajes de cariño un día como hoy. Y creo que lo mereces, no solo por tus años de dedicación y ternura como madre que conduce a sus hijos por buen camino, sino también por la dignidad, la fuerza y el valor con que asumes el sacrificio impuesto, con plena conciencia del deber y de la historia”.
Las palabras anteriores le nacieron a Fernando González en ocasión del Día de las Madres años atrás. Este 13 de mayo la casa de Magali Llort volverá a llenarse de felicitaciones; aunque la más deseada siga presa de la injusticia a miles de kilómetros.
A Magali, Mirta y a Irma se les verá de nuevo en esta y en aquella tribuna, con sus pelos cansados de tanto tiempo de espera. No llegarán cabizbajas, aunque la angustia por la lejanía de los hijos les duela allá, en las fronteras del alma.
Feliz!Dia de las madres….Mil Bendiciones!!!!