El contingente espirituano rinde homenaje al maestro voluntario y a su alumno, asesinados en 1961 por bandas contrarrevolucionarias en el Escambray trinitario.
A 51 años de aquel 26 de noviembre, cuando una respuesta de “¡Yo soy el maestro!” ensañó la cólera asesina en un adolescente de 16 años y su alumno, 140 estudiantes de primer año de la Universidad de Ciencias Pedagógicas (UCP) Capitán Silverio Blanco Núñez integran a partir de este lunes el Contingente número 41 del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech.
Creado en 1972 como respuesta estudiantil ante el llamado de Fidel Castro en el II Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, el grupo fundador tenía el propósito de formar profesores que garantizaran la continuidad de estudios de la exuberante matrícula que concluía entonces la enseñanza primaria, resultado de la revolución educacional que permitió la alfabetización en todo el país.
“Este Destacamento constituyó uno de los pasos trascendentales en la historia de la formación docente cubana, pues respondió a la necesidad de profesores y también se convirtió en una tarea de vanguardia para la juventud. Hoy, es un orgullo y quienes decidimos ser maestros en esta generación seguiremos el ejemplo de Manuel Ascunce y de esos jóvenes que asumieron incondicionalmente el magisterio en aquellos momentos difíciles de la Revolución”, confiesa Edith Laura Guerra Manso, maestra en ciernes de la especialidad de Logopedia, una de las integrantes de dicho contingente.
Con la firma del libro “Yo soy el maestro” los venideros docentes ratificaron su convicción y compromiso de continuar la obra educacional cubana, objetivo actual del Destacamento Pedagógico, el cual honra con su nombre a aquel muchachito residente en el capitalino barrio de Luyanó que llevó la luz de la enseñanza a la casa de Pedro Lantigua, su colegial en Limones Cantero, sitio ubicado en las intrincadas lomas de Trinidad.
“Mami, dile a papi que, cuando venga, si puede me traiga un cake, helado, pues los campesinos de aquí nunca lo han comido y el otro día dijeron que tenían ganas de comer dulces…”, dijo Manuel en una carta a sus padres el 4 de septiembre de 1961, dos meses antes de sufrir las magulladuras de las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray y el alambre de púa en su cuello.
Los venideros maestros le rinden homenaje entonces a este alfabetizador voluntario con su pertenencia al Destacamento y tienen, entre otras misiones, las de prepararse con una formación general integral que permita la transmisión de conocimientos, actitudes y valores a los educandos; realizar acciones de intervención comunitaria desde lo cultural y deportivo; la impartición de clases con calidad, mediante una docencia responsable; la realización de actividades de impacto y el fortalecimiento de las Cátedras Honoríficas.
También los maestros del futuro espirituano firmaron el Juramento del Miliciano que los compromete en la guerra de todo el pueblo para la defensa de la patria.
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