El silencio reinará desde la noche de hoy en el Gran Teatro de La Habana, cuando su escenario sea testigo de la gala clausura del Festival Internacional de Ballet.
Un repertorio que incluirá piezas como el Grand pas de cuatre y Sinfonía de Gottschalk, ambas con coreografía de Alicia Alonso, Canto vital, de Azari Plisetski, y Contraconcerto, del joven coreógrafo cubano Eduardo Blanco, harán las delicias de un público conocedor y amante de este arte danzario.
Durante 11 intensas jornadas la edición 23 reunió a compañías y artistas de 21 países, que junto a las primeras figuras y el afamado cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba protagonizaron una decena de espectáculos de gran valía artística.
El evento, uno de los más antiguos y prestigiosos del mundo de la danza con más de cinco décadas de historia, fue el encuentro propicio para festejar tres centenarios relevantes.
Fueron esos los natalicios del dramaturgo cubano Virgilio Piñera y el bailarín ruso Igor Youskevitch, partenaire de Alicia Alonso, y el estreno de La comparsa, emblemática obra de Ernesto Lecuona.
Esta última gala reservó un momento histórico y especial para todos sus admiradores con la reaparición de la prima ballerina assoluta danzando junto a otros grandes como Jorge Vega, Lázaro Carreño, Marta García, María Elena Llorente, Orlando Salgado y Osmay Molina, ya retirados de los escenarios.
Entre las figuras que dieron realce a esta cita destacan algunos de los primeros bailarines del American Ballet Theater como Paloma Herrera y Herman Cornejo, del English National Ballet Erina Takahashi y Esteban Berlanga, y el francés Angelin Preljocaj con su grupo.
Piezas representativas, entre ellas, El lago de los cisnes, Coppelia, La bella durmiente del bosque y Giselle, formaron parte del programa que también reservó estrenos y un espacio para las artes plásticas, con la inauguración de varias exposiciones.
Como adelantó en días recientes Alonso, esta fue otra oportunidad para que la danza del pasado y el futuro se dieran la mano, y donde clásicos de antaño, romanticismo, flamenco y las nuevas tendencias se fundieron en una gran fiesta.
Porque como expresara el escritor cubano Alejo Carpentier, «el espíritu de la danza es inseparable de la condición humana».
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