A dos años de su tormentosa presentación en el cine Conrado Benítez, la Camerata Romeu actuó nuevamente en Sancti Spíritus. A su directora le fue concedida la Llave de la Ciudad, entre otros reconocimientos.
Bastó que Zenaida Romeu dibujara en el aire el primer ademán para que los espirituanos confirmaran dos certezas: que solo por escuchar a aquella veintena de instrumentistas congregadas en el escenario valía la pena haber comprado las entradas luego de una cola kilométrica -muy poco cultural, por cierto-, y que un espectáculo como ese, de elevado rigor estético, era lo que merecía Sancti Spíritus hace dos años, cuando peligró el concierto de la Camerata Romeu por desajustes organizativos.
Desde entonces la ciudad esperaba enmendar el agravio brindando a la agrupación femenina de cuerdas el mejor de los escenarios posibles: el Teatro Principal de la villa, recién salido de una reparación capital que mejoró sus condiciones técnicas y acústicas.
De ahí que el programa del pasado miércoles pareciera interpretado por los mismísimos Antonio Vivaldi y Astor Piazzolla, dos compositores que, transgrediendo las distancias geográficas y estilísticas, concibieron sus versiones personales de Las cuatro estaciones: diáfana y sutil, la del siglo XVIII; temperamental y atormentada, la del maestro del tango.
Ambas obras fueron seleccionadas por la Camerata para la presentación en Sancti Spíritus como parte de la gira que comenzó en Camagüey el 27 de septiembre y que culminará el 20 de octubre en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, en La Habana.
El recorrido de la agrupación por las principales plazas culturales del interior del país no persigue únicamente el propósito de difundir lo mejor de la música de concierto que ahora mismo se interpreta en Cuba -fin loable per se-, sino sobre todo el de contribuir a la formación de las nuevas generaciones de instrumentistas, para lo cual la Camerata ha venido compartiendo escena con estudiantes de los diferentes territorios; en Sancti Spíritus, con alumnos del Conservatorio de Música Ernesto Lecuona.
En declaraciones a la prensa, Zenaida Romeu, directora de la agrupación, ponderó la trascendencia de este tipo de empeños, capaces de elevar la preparación técnica de los educandos y de involucrar en ello tanto a la familia como a las instituciones culturales y la comunidad, lo cual quedó probado con creces el pasado 3 de octubre, toda vez que el empaste instrumental logrado a fuerza de ensayos entre los adolescentes espirituanos y las jóvenes profesionales que integran la Camerata levantó ovaciones y levantó al auditorio de sus asientos.
A teatro lleno los espirituanos pudieron disfrutar de un espectáculo de lujo: el virtuosismo de las solistas, tan jóvenes como talentosas; los acordes casi desgarradores en las estaciones porteñas de Piazzolla -los aplausos para Yadira Cobo por su genial Verano-; el lirismo sublime en los ritornellos de Vivaldi.
Una hora y media duró la función desde que la Romeu alzara los brazos para guiar el concierto que tituló Las dos cuatro estaciones. Solo entonces, con la certidumbre de haber ofrecido un escenario como Dios manda, buena parte de los espirituanos consideró realmente inaugurado el Teatro Principal y dio por superada la época de los descalabros organizativos. El desagravio a la Camerata Romeu es, no obstante, apenas el primer paso.
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