La industria petrolera emergió este lunes en la campaña presidencial estadounidense, al pedir a los electores convertir en un tema electoral la decisión de instalar un controvertido oleoducto con Canadá.
Ello permitirá a los votantes incrementar la presión sobre el presidente Barack Obama, quien mantiene congelada la aprobación o no del ducto de dos mil 700 kilómetros, entre las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, y la costa del Golfo de México en Texas, destacó el diario The Hill.
Jack Gerard, presidente del Instituto del Petróleo de Estados Unidos explicó en Carolina del Sur que un grupo de la poderosa industria viajará por todo el país en los próximos meses como parte de la campaña «Vote por Energía» (Vote 4 Energy).
La iniciativa propone recurrir a la radio, televisión y medios impresos, sobre todo en los estados indecisos como Ohio, Pennsilvania y Virginia, a fin de convencer a las personas de la necesidad de ese proyecto.
Gerard criticó la política energética de la actual administración, y arremetió contra el gobernante por impedir nuevas áreas de perforación a lo largo de la costa atlántica.
Desafortunadamente, el pueblo de Carolina del Sur pierde empleos y el crecimiento económico que acompaña a la producción, aseguró.
El funcionario pidió a los votantes del sureño territorio presionar al mandatario para que apruebe el Keystone XL, proyecto que genera desde hace meses enconados enfrentamientos entre demócratas y republicanos en el Congreso.
Las discusiones amenazaron, incluso, con bloquear la iniciativa que proponía la extensión por dos meses del recorte de impuestos de nómina a la clase trabajadora, así como las prestaciones por desempleo.
Hasta último minuto, los conservadores insistieron para que se aprobara la instalación del oleoducto, en virtud de lo cual impusieron una cláusula que otorga a la Casa Blanca un plazo hasta el 21 de febrero para que se pronuncie al respecto.
La industria del petróleo puso en marcha una agresiva campaña de respaldo a la instalación de las tuberías, mientras Gerard aseguró en un discurso a principios de mes que Obama enfrentará «enormes consecuencias políticas» si rechaza el proyecto, comentó la publicación.
La Casa Blanca dijo que no tendrá tiempo suficiente para examinar adecuadamente el proyecto en el plazo de 60 días exigido, pero los republicanos valoran la posibilidad de eludir al jefe de Estado para que el Congreso autorice la construcción, concluyó el rotativo.
Analistas señalan que la postergación de las obras tiene, a todas luces, un marcado carácter electoral, ya que el equipo presidencial trata de allanar posibles escollos que puedan afectar las aspiraciones reelectorales de Obama.
Grupos ambientalistas y otros opositores consideran que el oleoducto entrañará numerosos riesgos ecológicos al atravesar el manto acuífero de Ogallala, importante fuente de agua potable para las granjas en ocho estados del centro del país.
De avalar la instalación de las tuberías, el mandatario enfurecería a sus seguidores ecologistas, y de no aprobarse, podría enfrentar críticas de los trabajadores y empleadores por frustrar una fuente generadora de miles de puestos de trabajo.
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