Trinidad devino locación de una cinta en torno a la figura de El Libertador. Escambray conversa en exclusiva con su director.
La imagen de Luis Alberto Lamata no coincide con la calcada idea de un director de cine: aislados, inalcanzables, con la mirada fija en el monitor. Al contrario, parece un trinitario común, de los que conocen la ciudad como la palma de su mano y caminan por las piedras sin dificultad alguna.
Solo cuando escuchas su acento caraqueño reparas en su procedencia, y ni siquiera entonces puedes sospechar que ese hombre de barba poblada es uno de los directores más importantes del séptimo arte latinoamericano.
Antes de filmar la próxima secuencia de El hombre de las dificultades –una coproducción entre el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Villa del Cine y Alter Producciones, ambas de Venezuela, cuyo estreno está previsto para el próximo año-, dirige sus pasos hacia uno de los costados de la Plaza Mayor para compartir, con la mayor sencillez, el deslumbramiento que todavía siente detrás de cámara cuando indica: ¡Acción!
Es la segunda oportunidad que selecciona Trinidad como escenario para sus películas. La primera vez fue en 2007, durante el rodaje de Miranda regresa. ¿Esta villa lo seduce?
Sin dudas. Aunque había visto muchas películas cubanas que habían sido filmadas en Trinidad, cuando visité la ciudad por primera vez como turista, dije en muchas de estas esquinas: ojalá algún día yo pueda filmar aquí. ¡Y mira, tuve suerte!
¿Cuánto beneficia la conservación de la ciudad para elegirla como locación?
Sería extraño y muy egoísta como cineasta pedir que una comunidad se sostenga para hacer películas en ella. Pero, indiscutiblemente, la conservación influye mucho. Aquí existe un esfuerzo muy grande por preservar el patrimonio lo mejor posible, en circunstancias difíciles. Creo que siempre puede hacerse más, me gustaría ver reforzadas algunas casas, edificios…, pero en general siento una gran conciencia por conservar la memoria.
¿Qué persigue con esta producción?
La película quiere acercarse a un público que muchas veces cree saber algo sobre Bolívar y tal vez lo que tiene son pre-conceptos o ideas muy elementales. La formación histórica nos muestra una figura de bronce, excesivamente cercana a la epopeya y poco a lo humano. Bolívar se definió a sí mismo como el hombre de las dificultades, de ahí el título del filme. Precisamente, el guión comienza con una cita de José Martí: “No se puede hablar con calma de Bolívar porque nunca vivió en ella”. Eso queremos: contar el drama de un hombre de carne y hueso, con una vida que no llegó a los 50 años, absolutamente llena de problemas y tensiones.
¿Por qué enmarcar el filme en un período determinado en la vida de El Libertador?
El proyecto nació como parte de una serie de Televisión Española, donde se pedía a directores de distintos países realizar un largometraje que no contara la vida entera de los personajes. Aquí en Cuba Fernando Pérez escogió la niñez y la adolescencia para filmar José Martí: El ojo del canario. En mi caso, propuse hacer el Bolívar de Jamaica y Haití porque es el más desconocido. Estamos reproduciendo en Trinidad esos sitios entre 1815 y 1816, años en que Bolívar estuvo exiliado, pasando hambre, privaciones, intentando rehacer una República.
¿Qué criterios ha seguido para seleccionar al actor y cantautor venezolano Roque Valero como protagónico?
Para mí, el criterio del parecido físico es secundario, me interesa mucho más la calidad del actor porque no se trata de reproducir un personaje mecánicamente. En este caso, encuentro en Roque los matices que quiero darle a Bolívar, ese carácter alegre y explosivo a la vez y, para mayor suerte, también guarda un parecido físico al Libertador.
Usted estudió la carrera de Historia en la Universidad Central de Venezuela, ¿es esa fascinación por el pasado el motivo para realizar películas de este corte?
Definitivamente. La memoria es fundamental para entendernos, pero no para anclarse en el pasado. Jugar a recrear un momento que ya no existe es absolutamente mágico. En el caso de mis películas, me he acercado a la colonización, la independencia, la Guerra Federal en Venezuela…, porque no veo el futuro de Latinoamérica lejos de lo que podamos aprender de figuras como Bolívar, Martí, Miranda…
¿Qué opinión le merece el cine latinoamericano contemporáneo?
Cada vez veo más películas de nuestro continente que no se parecen entre sí, de una complejidad narrativa mayor; propuestas más valientes. Estoy muy contento del cine que estamos haciendo. No es óptimo, pero siempre que tropiezo con alguna película brasileña, argentina, mexicana, chilena, peruana…: digo ¡qué experiencia extraordinaria haber visto esta película! Creo mucho en nuestro cine.
En tiempos donde la tecnología se impone aceleradamente, ¿considera usted que los cines, como instituciones dedicadas a la proyección de filmes, están condenados a desaparecer?
Yo mismo me hago esa pregunta muchas veces. En términos personales puedo decirte que no hay nada como convertir el cine en una experiencia colectiva. Sin embargo, cada vez es más frecuente verlo como un centro comercial donde comes palomitas de maíz y no como el lugar donde las personas comparten sus vivencias cuando las luces se encienden y termina una película. Si eso está por terminar, es probable, pero al menos estoy seguro de que no se perderá el discurso cinematográfico.
¿Qué consejo daría a los jóvenes realizadores?
Dar consejos es muy difícil. Este puede sonar reiterativo, pero es verdad: agarren una cámara, echen un cuento. ¿Faltan recursos?, intenten encontrar la solución y no esperen por las condiciones perfectas. ¿No quedan contentos?, igual muestren el trabajo. ¿Los critican?, no importa, no dejen de filmar.
Después de El hombre de las dificultades…
Me siento en deuda con Caracas, esa ciudad tan difícil y a la vez tan particular de la que provengo. Tengo necesidad de buscarla más en mis producciones. Hay un guion contemporáneo sobre Caracas que quisiera rodar el próximo año, si los recursos levantan. Ahora, la vida te da sorpresas, vamos a ver.
¿Qué película suya salvaría del naufragio cinematográfico?
Alguna sin realizar todavía. Soy muy crítico con mis filmes; no son perfectos, pero son míos. Llevo casi 30 años en esto y todavía quiero estar 30 más para hacer una muy buena película.
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