Elecciones Generales: el poder de la democracia

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Los detractores de Cuba siempre han insistido en mantener la desvariada idea de democratizar el país, quizás por el peso de la historia, al esgrimir las mismas razones que los Reyes Católicos en su insistencia por cristianizar a América.

Terquedad sin sentido tras la cual escudan la eterna letanía de que aquí no hay democracia; el tema vuelve sobre todo por estos días, cuando el pueblo fue convocado a las Elecciones Generales que tendrán lugar en el mes de octubre, para en una primera fase elegir a los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, mientras que en fecha por definir quedarán electos los delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular y diputados al Parlamento.

Para Orelve Jacomino Ramos, presidente de la Comisión Electoral Provincial, tales ideas de quienes critican el modelo cubano muestran total desconocimiento del real significado de una democracia que proscribe términos tan usuales como prebendas y privilegios, pues sabido es que uno de sus rasgos más distintivos es que las propuestas salen del pueblo, son las personas las que eligen a sus representantes, y esa selección no se realiza por medio de ningún partido político. Por otra parte, ningún representante recibe remuneración alguna, salario, dieta o cualquier otro beneficio por el desempeño de la labor para la cual fue elegido, sin contar que, como norma, no son políticos profesionales.

De ningún modo se pretende haber alcanzado un nivel de desarrollo democrático que no pueda ser superado; de ahí los trabajos de organización del actual proceso de elecciones por parte de las autoridades correspondientes a fin de equilibrar y perfeccionar el sistema, sus métodos y mecanismos.

Constituidas ya las 696 comisiones electorales de circunscripción que regirán el proceso en cada uno de los barrios espirituanos, se desarrolla una etapa de capacitación de los integrantes de las comisiones electorales a todos los niveles, como paso intermedio de un cronograma que culmina con la elección de los delegados a las asambleas provinciales del Poder Popular y los diputados al Parlamento.

“Solo la democracia… es susceptible de una absoluta libertad, libertad que se define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley”. El verbo ilustrado del Libertador Simón Bolívar definió hace mucho más de un siglo rasgos que hoy son comunes en el sistema cubano, donde todos, hombres y mujeres, incluidos los miembros de los institutos armados, que hayan cumplido los 16 años de edad y estén en pleno goce de sus derechos políticos pueden participar como electores en las elecciones y referendos que se convoquen.

Por si fuera poco, a los candidatos los distinguen sus valores humanos, su prestigio como ciudadanos, sus condiciones personales, y es debido a esas características que el pueblo nomina a aquellas personas a quienes consideren más capacitadas para gobernarlos, en asambleas que, de acuerdo con el cronograma, se efectuarán durante el mes de septiembre.

¿Quién dice que en Cuba no hay elecciones? No serán las más perfectas, pero sí las más cercanas a una democracia. En Cuba no hay democracia, también dicen. Al menos existe todo un sistema, que respaldado por los logros de una Revolución con más de 50 años se acerca a esa libertad utópica que no conocieron ni los griegos de la era de Pericles.

Como ha sucedido a lo largo de 15 convocatorias, los espirituanos tratarán de no apartarse de lo que se pretende sea la quintaesencia de la democracia de un pueblo, que alcanza su plenitud en la voluntad de cada ciudadano, libremente expresada para determinar su propio régimen político, económico, social y cultural.