Con muchas expectativas y temores celebraron este viernes millones de personas en el mundo la llegada de la nueva era maya, que por demás marca el inicio del solsticio de verano para todas las naciones del sur del planeta.
Mientras en la Isla del Sol, bolivianos y representantes de 36 pueblos indígenas le dieron la bienvenida al Pachakuti o la nueva época de equilibrio y armonía, en otras regiones del globo terráqueo la gente se une a estos festejos con la esperanza de encontrar la paz deseada en la Tierra.
Y es que más allá de pronósticos apocalípticos de fanáticos y personas sin escrúpulos, que intentan llenar sus bolsillos con una ceremonia tan sagrada, los pueblos mayas despiden este 21 de diciembre el quinto sol del 13 B’aktun para recibir otro ciclo de transformaciones, que ellos han denominado la era de la luz.
Lejos de vaticinar el fin del mundo, esta ancestral cultura propone dejar atrás el individualismo para aprender a vivir en comunidad, en consonancia con la naturaleza y con «un cambio de conciencia a nivel cósmico, del reciclaje de la humanidad, del regreso de Quetzalcóatl», precisan líderes espirituales guatemaltecos.
Sin embargo, el jolgorio no fue bienvenido de igual forma en todos los lugares. Mientras en América Central se realizaban actos folclóricos y rituales indígenas, en Europa y Estados Unidos muchos se refugiaron en montañas y búnkeres con grandes reservas de alimento y agua.
Tal es el caso de Francia, donde las autoridades cerraron desde el miércoles último el acceso al pico Bugarach para prevenir el flujo masivo de personas tras rumores infundados de que ese lugar sobreviviría al apocalipsis.
Con forma de pirámide y mil 565 metros de altura, el monte Rtanj fue el lugar escogido por los serbios para refugiarse. Muchas son las leyendas y la magia que rodean a este monte ubicado a 200 kilómetros de Belgrado: base de ovnis, receptáculo de energías misteriosas, resto de una civilización perdida.
En Reino Unido, cientos de personas se congregaron en Stonehenge para una «fiesta del fin del mundo», aunque el druida británico más famoso, Arthur Uther Pendragon, admitió que el mundo no se acabará.
«Estamos viendo este suceso como un nuevo comienzo y no como un fin. Estamos buscando una nueva esperanza», dijo.
De furor califican algunos las fotos publicadas en la red de redes por el holandés Pieter van der Meer, quien presentó su propia Arca de Noé, que en este caso resulta un bote salvavidas a prueba de catástrofes que instaló en su jardín.
Sirince, un pequeño poblado turco conocido por sus vinos, tampoco escapó al supuesto día del Juicio Final, pues según reportan medios de prensa, ayer hubo más periodistas y agentes de seguridad que visitantes, para decepción de restaurantes locales y tiendas de recuerdos.
De acuerdo con los pronósticos, otro lugar que se salvaría de la hecatombe es Cristerino, en el sur de Italia, por lo que sus habitantes celebraron el hecho con globos aerostáticos y música en la plaza principal.
Pero los falsos rumores no impidieron que curiosos y turistas visitaran pirámides y lugares sagrados asociados a la cultura maya, entre ellos el Monumento de Tortuguero, en el sudeste de México, donde documentos refieren que se halló el primer jeroglífico asociado a la fecha.
En este lugar montañoso, ubicado a 50 kilómetros de Villahermosa, capital de Tabasco, los «Guardianes del linaje Olmeca» realizarán, a partir de hoy, cultos prehispánicos durante tres días a la espera del dios Bolom Yokte, «el Señor de la Luz» en maya, que según la predicción presidirá el nacimiento de la nueva era.
Inicio o fin, profecía o realidad, lo cierto es que junto a la alineación del sol, la tierra y el centro de la galaxia, que hace más de cinco mil años vaticinaron los mayas, la humanidad necesita hoy más que nunca vivir en armonía y paz para preservar el planeta y lo más sagrado: la vida humana.
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