Entre bambalinas se escurren pronósticos sobre la exclusión de los Gallos de la postemporada. Vienen de todas partes y se enraízan en tierra propia. Los argumentos apuntan al pobre desempeño de la primera mitad de la Serie 51, que ya es historia desde el jueves último.
En principio, creo que es un tremendismo sumarse a tales conjeturas, pero entremos en juego. Ciertamente, Sancti Spíritus rindió en esa fase la peor actuación entre los “equipos de clase”. Con 22 triunfos y 26 reveses, aparecía como el quinto elenco con menos cantidad de triunfos y fuera de los límites clasificatorios del occidente, a siete y medio de la cima, empatado con Metropolitanos.
No han logrado los Gallos poner de acuerdo a los tres departamentos fundamentales en pos de la victoria. Las primeras explicaciones van a parar a los bates en un conjunto con sobradas potencialidades, además de no rebasar colectivamente la media de la serie con 275 (onceno), y lo peor es su efectividad: de 616 corredores en posición anotadora, solo ha sido impulsado el 23 por ciento, muy por debajo de la media permisible.
Llama la atención que el ocupante del segundo puesto, Yunier Mendoza, sea el de mayor promedio con hombres en base (375), seguido de Frederich Cepeda (371), Yunieski Gourriel (339) y Yulieski Gourriel (315). El resto promedia por debajo de 300.
Muy poco han podido aportar los 55 cuadrangulares conectados, que los ubica en el cuarto puesto, pues 27 de estos han sido con las almohadillas limpias.
Algunas variantes tácticas, que tampoco han sido profusas, no han fructificado. Este es de los equipos que menos habilidades para el toque han mostrado, con solo 22 concretados (lugar 13) y algo similar ocurre con los intentos de robo: 31(duodécimo).
Otro elemento: ninguno de los que han asumido como primer bate ha cumplido su rol, lo que obliga a seguir buscando alternativas en un turno que resulta clave. El aporte del banco ha sido casi nulo, pues los emergentes en siete veces al bate solo han pegado tres hits, para un pobre 111, lo peor de la justa.
La defensa, aunque exhibe 965 (penúltimo puesto), en realidad ha mejorado después del primer tercio y hoy no es un punto neurálgico.
No puede decirse lo mismo del box. Con la excepción de Ismel Jiménez, el resto de los lanzadores han sufrido altibajos en esta primera mitad, aunque el PCL de 4.15 mantiene a este cuerpo por encima de la media.
Un verdadero quebradero de cabeza significan los finales de partido con un staff de relevistas que promedia para 4.81 (décimo) y le batean para 281. Imaginen que en 75 juegos acumulan 12 derrotas, casi la mitad de las que archiva el conjunto y solo seis salvados.
Se le echa de menos a un Lázaro Santana, ganador de siete partidos en la serie pasada decepciona el desempeño de Yasniel Sosa, quien debe asumir como primer reemplazo y ya carga tres derrotas y un 5.28 PCL. Tampoco ha respondido Yoharisleibis Panamá, empleado en demasía desde mi punto de vista, pues en 18 entradas promedia para 10.50 PCL.
Ante tales carencias, los novatos han dado una respuesta aceptable, sobre todo Omar Guardarrama con sus últimas presentaciones y dos juegos salvados.
Alientan las recientes salidas del zurdo Yamichel Pérez, después de un pésimo inicio, pero se pide a gritos un cerrador efectivo a fin de preservar algunos éxitos, pues 12 de los fracasos por margen de una o dos carreras han sido después del octavo capítulo.
Un aparte sobre el empleo de Ismel Jiménez en rol de relevista vs. Villa Clara. Primero, un cuadrangular lo permite cualquiera y no creo justo emprenderla contra un hombre que se ha echado el equipo encima, con cerca del cuarenta por ciento de las victorias (nueve).
Segundo, aun cuando sea plausible la decisión del propio lanzador de pedir la bola, habrá que vigilar su sobreuso. Hablamos del pitcher más trabajador de la justa con 101.1 entradas y su brazo es imprescindible en las aspiraciones clasificatorias de los Gallos.
Y vuelvo a las “bambalinas”. Hoy el acceso a los play off no resulta una quimera. Falta la mitad del torneo y la diferencia en relación con el ocupante del cuarto puesto este jueves era de apenas dos partidos y medio. Un calmante a los optimistas: en similar trecho de serie anterior el balance era de 24-24. Este fin de semana puede ser importante al medirse a su más cercano rival: Pinar del Río.
Eso sí, los plazos no esperan. El conjunto precisa ganar más de los que pierde y para ello necesita levantar no solo números.
Necesita de sus Yulieski, Cepeda, Eriel, Bello, Mendoza, Ismel, Peña… al ser los máximos responsables de halar el conjunto, aunque no los únicos. Un equipo es eso, un equipo, donde cuentan tanto el último hombre del banco como el primero de la dirección.
Hará falta desterrar ciertos asomos de apatía y abulia como los mostrados en el primer partido ante Villa Clara donde quedó en entredicho hasta la disposición, la entrega y las ganas de jugar.
Acaso porque tales desventuras tocaron fondo ese día, justo es decir que mostraron otro rostro en los dos encuentros sucesivos, incluido el último. Perder es lo más lógico en un juego, pero lo importante es hacerlo con vergüenza para rescatar también una afición que constituye, por así decirlo, su amuleto en este momento decisivo.
Esa debe ser la regla antes que la serie avance más y sobrevengan los desesperos que nada ayudan a un equipo que ya ha demostrado con creces su incapacidad para soportar presiones.
Por delante aparece un calendario complicado. Después de Pinar enfrentarán a Santiago de Cuba desde el martes y tras el Juego de las Estrellas recibirán aquí a Las Tunas y Matanzas.
Al menos desde el alto mando de los Gallos las armas no se han depuesto: “No esperábamos que estuviéramos así, este equipo es el que más alto trabaja las cargas en la preparación y después del juego 35 o 40 comienza a levantar, este año quizás nos hemos atrasado, no se han conjugado los tres factores de juego, siempre terminamos bien en la segunda mitad y luego nos caemos en los play off, por eso hemos tratado de que el equipo levante y llegue bien allí, logrando la clasificación; como es lógico, ese sigue siendo nuestro objetivo”.
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