Expertos alertan acerca de los peligros de la distorsión de la historia y de datos por parte de ciertos guías turísticos en Trinidad.
Para caminar por el Centro Histórico de Trinidad más vale tener los oídos curados de espanto. De lo contrario, usted podría experimentar lo mismo que un futuro colega cuando escuchó, en las narices de su casa que mira hacia la Plaza Mayor, la voz de un guía de turismo:
“Muchas viviendas de este lugar tienen muebles que están en la localidad desde 1513 (…). Los antiguos palacetes ubicados alrededor de esta plaza fueron las primeras casas construidas en el territorio (…). Justo aquí, en el Centro Histórico, fue donde se fundó la tercera villa de Cuba (…)”.
Con un tono capaz de persuadir al mismísimo Papa, el guía siguió relatando la historia a su modo; mientras el joven, desde la ventana, le imploraba a los difuntos Hortensia Pichardo y a Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara -dondequiera que se encontrasen-, no oír aquella tromba de falacias.
En un acto de poner en guardia la duda, elemental en Periodismo, archivé esta vivencia narrada en el post “El que no sabe…”, publicado en agosto pasado en la página personal Isla nuestra de cada día, del trinitario Carlos Luis Sotolongo, hasta tanto Escambray pusiese a Trinidad de nuevo en el camino con varias interrogantes en la mochila, no precisamente de turista.
ASUNTO SOBRE LA MESA
Interesados en los frondosos valores patrimoniales de la sureña ciudad y del Valle de los Ingenios, cientos de turistas con pasaporte canadiense, francés, italiano, alemán, británico… ponen pie en tierra diariamente allí, conducidos por la mano, en gran medida, de guías de turismo pertenecientes a las agencia Havanatur, Cubanacán y Cubatur, entre otras.
Mucho antes de convertirse la villa en un polo con atractivos para visitantes extranjeros, después de la Segunda Guerra Mundial, entidades hoteleras y del giro en el mundo optaron por la contratación de personas con ciertas características, incluido el manejo de otro idioma, para guiar a los grupos de turistas en los recorridos por sitios de interés histórico y cultural de las ciudades.
Estudiosos cubanos les otorgan importancia cardinal a las competencias profesionales del guía, un clásico cicerón en las lides turísticas, a la hora de interpretar el patrimonio cultural y natural, momento que debe rebasar la mera evocación y revelación del pasado ante los ojos, curiosos o no, del visitante.
“No estoy de acuerdo con quienes dicen: ‘Este farol es un mudo testigo del siglo XIX trinitario…’”, comenta Víctor Echenagusía Peña, museólogo y especialista de la Oficina del Conservador, quien acude a mostrarle, de cuando en cuando, a expertos, diplomáticos, políticos… de esta y otras latitudes la riqueza de ese paisaje colonial y humano, bautizado como Trinidad.
No habituado a hablar desde el pórtico, Raúl Ruiz Gascón, director de la agencia de turismo cultural Paradiso en la provincia, perteneciente a ARTex, S.A., asegura que su entidad cuenta con un equipo de guías fortalecido a partir de acciones para su formación.
¿Su agencia está exenta de la falta de preparación de este personal?
“No totalmente. Hace seis años comenzamos a prepararlos; pero no todo está hecho”, apunta Ruiz Gascón, con más de una década al frente de la referida agencia.
¿Hasta qué punto se manifiesta la distorsión de algunos elementos históricos sobre Trinidad, que pudieran parecer insignificantes, debido a carencias culturales de los guías?
“El fenómeno sí se da en Trinidad. Tenemos muy buenos guías, pero también muy malos; eso no lo podemos negar”, sostiene.
Las autoridades del Ministerio del Turismo (MINTUR) en la provincia no disfrutan de vacaciones en una isla solitaria, de espaldas al asunto, que si bien no adquiere dimensiones traumáticas ni decide los rumbos del sector, sí reclama un paréntesis reflexivo.
“La necesidad de ser fiel a la historia en los datos que se brindan ha sido preocupación también de la Oficina del Conservador y de Patrimonio -señala Reiner Rendón Fernández, delegado del MINTUR en Sancti Spíritus-. Esto se ha analizado hasta nivel nacional, en la comisión Cultura-Turismo. Personalmente, le hemos transmitido la inquietud a los directores de la agencias de viajes a nivel central”.
MUSEO ADENTRO
En el patio con aliento renacentista del otrora Palacio de Cantero, hoy Museo Municipal General, la guía Dadysneiby Rodríguez Franco se siente a sus anchas. Sus 13 años en el giro le permiten poblar la memoria de los turistas con los fantasmas de María de Monserrate Fernández de Lara y de Justo Germán Cantero, quienes, al compás de las narraciones de esta elocuente mujer, parecen volver al zaguán de la casona decimonónica para subir al quitrín y llegarse otra vez al Valle de San Luis.
Rodríguez Franco, quien laboró en Cubatur y desde hace más de siete años lo hace en Paradiso, disiente con los que ponen en entredicho las competencias profesionales de sus colegas al servicio de las agencias de viajes del territorio.
¿Por qué ustedes no recurren con más frecuencia a los guías de los museos?
“Por el tiempo, desde mi punto de vista. Cuando comencé no había cursos; la preparación era de forma autodidacta. En mis primeras veces en todos los lugares me auxiliaba de los expertos; en el país ya no los necesito en ninguna parte”, aclara Dadysneiby.
Anait Gómez Hernández, directora del Centro Provincial de Patrimonio, discrepa de tal parecer atendiendo a la riqueza que atesoran estas instituciones: “Cada año enriquecemos las colecciones; el discurso dentro de los museos cambia”.
En medio del señorial Palacio de Cantero, abierto en 1980 como museo, se incorpora al diálogo Mercedes Galdós Jiménez, su primera directora y hoy especialista del concurrido inmueble.
“La gran mayoría de los guías no pide visitas dirigidas; ellos son los que atienden al turista -indica Galdós Jiménez-. Hay muchos que son profesionales; sin embargo, hay otros que no están lo suficientemente preparados para hacerlo y dicen barbaridades”.
¿A qué agencias pertenecen estos?
“No te puedo decir si son de tal agencia; pero sí sucede mucho”, subraya la especialista.
Entre los dislates antológicos, la museóloga cita los equívocos en los estilos de los muebles; referir que el edificio perteneció a la familia Manaca Iznaga, que una pajarera -con disímiles especies de aves disecadas- fue un obsequio de Alejandro de Humboldt a doña Monserrate, cuando en realidad constituyó un regalo del también naturalista alemán Juan Cristóbal de Gundlach…
Independientemente de que si el inventario de gazapos en este o aquel museo u otro sitio de la ciudad y del propio valle pueda ser menor o mayor, a Isabel Rueda Rodríguez, directora del Romántico, le inquieta la no actualización de los guías turísticos acerca de las nuevas informaciones aparecidas con los estudios progresivos de las colecciones, máxime en su institución donde no existen pies de exponentes ni texto alguno para acompañar a los objetos exhibidos.
“Hay que ser muy cuidadosos porque no pocos turistas repiten la visita”, añade Isabel, quien, como otros entrevistados, ve con preocupación el surgimiento de otros “guías” en la ciudad, más interesados en echar CUC en sus bolsillos que ser intérpretes a fondo del caudal patrimonial de la villa.
ILEGALIDAD POR CUENTA PROPIA
“Cuando los guías no son profesionales, no matan a personas con los disparates que dicen; pero sí sacrifican la historia, contaminan la cultura”, advierte Reiner Rendón, en una alerta que deja escaso margen a otras consideraciones.
¿Por qué ha emergido este tipo de seudoguía?
“Por la falta de actuación de todos los que tenemos que ver con la actividad turística. Ahí tenemos responsabilidad nosotros, es decir, el MINTUR, la Dirección de Trabajo y la Integral de Supervisión, toda la sociedad. Es una ilegalidad que es necesario enfrentar con energía, dirigidos por el gobierno local. Este problema existe Trinidad; pero lo vemos en todos los lugares donde hay turismo”, agrega el delegado de ese ministerio.
Sin máscara ni disfraz, quienes “ejercen” esta singular modalidad de empleo privado caminan por doquier: “Últimamente se observa una cantidad de personas que por sus propios medios ofrece este servicio sin la suficiente preparación -alega Dadysneiby Rodríguez. La gente sabe quiénes son; Trinidad no es un pueblo grande.
“He escuchado guías de este tipo con muy pocas posibilidades de comunicación -añade la trabajadora de ARTEX. En boca de ellos he oído barbaridades sobre datos demográficos, fechas de construcción de lugares…”.
Sin desconocer, además, la existencia de choferes de vehículos ligeros autotitulados guías turísticos en sus tarjetas de presentación, fuentes consultadas por Escambray que prefirieron el anonimato alertaron, asimismo, acerca de la idea en ciernes de personas de crear cierta clase de “agencia” para realizar estas funciones por la izquierda de la ley.
La especulación pudiera verse como tremendista; mas, quienes viven en Trinidad no llevan vendaje en los ojos y conocen las reales perspectivas de crecimiento de la planta hotelera durante los años venideros en aquel polo, razón por la que algunos intentarán sacarle partido.
Ante la aparición de los guías por cuenta propia, la Dirección Integral de Supervisión en el municipio permanece atenta, en opinión de Laura Ramírez Pomares, al frente de la entidad, la cual apenas ha impuesto por esta causa una multa ascendente a 1 500 pesos este año a un ciudadano procedente de Ciego de Ávila, a tenor del Decreto-Ley No. 274 “De las contravenciones personales de las regulaciones de trabajo por cuenta propia”.
A su juicio, ¿resulta suficiente el seguimiento que ustedes brindan a este fenómeno?, preguntó este reportero, vía telefónica, a Ramírez Pomares.
“Sí, como no. En el Centro Histórico nosotros tenemos dos inspectores diariamente desde las 8:00 a.m. hasta las 11:00 p.m.”, acota la funcionaria.
Debido el despegue mostrado por la problemática de los guías construidos desde la mentira, nadie debiera dormir la siesta ante esta variante subrepticia de asedio al turista, enfrentado más coordinadamente durante los últimos tiempos en la villa.
DE ACCIONES Y ALGO MÁS
Las adulteraciones de datos patrimoniales, de detalles y sucesos históricos…, subestimadas por algunos al sonar inocentes en el oído, a la hora del intercambio con los turistas, avivan el criterio de Víctor Echenagusía: “Ello provoca daños que a veces pueden ser irreversibles porque desdibujan un poco la imagen de la ciudad y el carácter multicultural de nuestra identidad”.
Los deslices también pasan por el tamiz ético si refrendamos la opinión de Luda Gutiérrez Carrazana, directora del Museo de Arquitectura Colonial: “Aquí en el momento de la traducción y durante las visitas dirigidas hay guías que ponen en boca de nosotros cosas que no decimos, verdaderas sandeces; nos percatamos de eso porque varios de nuestros técnicos dominan el inglés”.
A contrapelo de ello, Gutiérrez Carrazana destaca el interés de otros guías, incluso no de Trinidad, de superarse y consultar la bibliografía disponible en la institución, la cual, igualmente, ha contribuido con uno de sus especialistas a la formación de este personal en cursos auspiciados por la Escuela de Hotelería y Turismo de Trinidad.
Alrededor de 30 profesionales en este giro han egresado de dos cursos convocados en la mencionada escuela, que cuenta con un exigente plan de estudios, capaz de crear y acentuar competencias, sin extraviar del horizonte el equilibrio academia-práctica.
Tanto Omar Viera Vivas, director del referido centro docente, como el delegado del Turismo en la provincia hablan de la necesidad de recurrir más a los guías locales para evitar las pifias y darles a los visitantes una información más profunda en cada sitio.
En sus pesquisas, Escambray conoció que en el 2012 ninguna agencia ha optado por el servicio de guía que oferta el Museo de Arquitectura Colonial para el disfrute de determinados grupos de viajeros, quienes podrían recorrer el Centro Histórico o el Valle de la mano de voces expertas.
Independientemente de las razones -esa oferta no se cobra hasta ahora-, ello resulta inquietante si consideramos que esta es la institución de su tipo por excelencia para acercar a los visitantes al patrimonio edificado de la villa.
Al cierre de estos apuntes, Norberto Capio Calzada, director de la Oficina del Conservador, anunció la apertura oficial a inicios del próximo año de la empresa Aldaba, la cual ofrecerá un servicio similar, dinero mediante, a la par de otras diversas funciones a emprender por la entidad.
La Oficina y la dirección de Patrimonio reconocen el fluido intercambio existente con el MINTUR en el territorio a través de las acciones de capacitación coordinadas, el aporte de datos para inversiones y la entrega de material bibliográfico, para, entre otros fines, elevar el nivel de desempeño no solo de los guías; sino, igualmente, del resto personal del ramo en una urbe que suda valores arquitectónicos, históricos… a diestra y siniestra.
Sin embargo, de poco valen los afanes institucionales si la autosuperación naufraga en tierra firme; de ocurrir ello, lamentablemente nos encontraremos a otro guía en medio de la Plaza Mayor llenando de muebles las casonas de la villa -fundada en 1513 en su mente despistada-, cuando los aborígenes aún pescaban plácidamente casi desnudos en las aguas del río Guaurabo y los arcabuces de los españoles no habían tronado por toda aquella comarca.
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