Más de 1 900 piezas se incluyen hasta la fecha en el Registro Provincial de Bienes Culturales de Sancti Spíritus, institución que ingresó el pasado año más de 5 000 pesos cubanos convertibles al presupuesto del Estado.
Cuadros del pintor espirituano Oscar Fernández Morera, vajillas de Sevres o cristal de Baccarat, incluso comadritas de principios del siglo XX han quedado descritos con sus más insignificantes detalles en los cientos de libros con que hoy cuenta el Registro Provincial de Bienes Culturales de Sancti Spíritus, institución que contribuye a garantizar la integridad del patrimonio nacional.
El inventario de las piezas patrimoniales radicadas la provincia, ya sea en entidades estatales o en manos privadas; la documentación para trasmitir la propiedad de dichos objetos y la emisión de los certificados imprescindibles para sacar bienes culturales del país figuran entre las funciones del registro, cuya labor se desarrolla por lo general en el más absoluto anonimato.
Precisamente la tramitación de documentos para comercializar obras artísticas en el exterior de Cuba constituye una de las acciones que más ocupa a los especialistas del registro, concepto por el cual la institución yayabera recaudó durante el pasado año más de 5 000 pesos cubanos convertibles (CUC).
Según Rosa María Díaz Gutiérrez, directora del Registro Provincial de Bienes Patrimoniales en Sancti Spíritus, el sellaje, la autorización y certificación de exportaciones son servicios que brinda la entidad y que han venido reportando considerables incrementos, lo cual resulta comprensible si se tiene en cuenta la afluencia de turistas al territorio, fundamentalmente al polo trinitario, que adquieren obras de artistas plásticos contemporáneos a manera de souvenir.
Más allá de los trámites para la exportación de obras no patrimoniales, el principal desvelo de quienes mantienen actualizado el registro radica en inventariar, describir con exactitud milimétrica y chequear cada dos años el estado de las piezas de valor y más de cinco décadas de antigüedad que se mantienen desperdigadas a todo lo largo y ancho del territorio.
Hasta el momento, cerca de 1 900 bienes muebles se han incluido en los libros del registro; sin embargo, los especialistas reconocen que la cifra no representa verdaderamente el patrimonio que atesora la provincia, ya que no todas las personas concurren a registrar sus bienes porque temen perder la propiedad sobre ellos.
Según Díaz Gutiérrez, aún faltan por incluir en el catálogo las piezas que integran las colecciones de los museos de la provincia y los valores patrimoniales que se encuentran en instituciones religiosas y fraternales, levantamiento en el que se enrolan desde el 2010 y en el que continuarán enfrascados durante buena parte del año en curso.
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