“No he aprendido a perder”, sostiene el lanzador espirituano Ismel Jiménez.
“No he aprendido a perder”, sostiene el lanzador espirituano Ismel Jiménez, quien igualó esta semana el récord provincial de juegos ganados en una serie, implantado por el estelar José Antonio Huelga.
Su porte es regio sobre el box. Su temple y aval sobrepasan sus 25 años de edad y ocho campañas. Ismel Jiménez Santiago ha entrado en la historia, no solo del béisbol de la provincia, sino también del cubano.
Hace poco rebasó las 1 000 entradas de por vida. Esta semana llegó a su éxito 16 de la presente serie, que le asegura el liderazgo de la temporada y lo iguala con José Antonio Huelga (séptima edición con Azucareros) con la mayor cantidad de triunfos de un espirituano en Series Nacionales.
Se dice fácil. Para ello ha debido lanzar con constancia y efectividad, con nervio, decisión y sabiduría. Es el brazo de hierro de los Gallos, con cerca del 35 por ciento de sus triunfos.
“No pensé conseguirlo tan pronto, me trazo metas, me propuse 15, no sabía que igualaría con un superlanzador como Huelga; otros con tremenda calidad no contaron con este equipo, eso ayuda.
“Trabajo muy duro. De conversar con lanzadores buenos, sé que llegaron porque se emplearon a fondo. A veces tienen que mandarme a parar, si son seis tramos quiero hacer ocho. Cuando lanzo lo hago para recuperarme más rápido, me doy hielo en el brazo, hago muchos ejercicios para fortalecer todo el cuerpo y hago fuerza con poco peso”.
De él, los entrenadores ponderan su interés, su eterna inconformidad, la decisión resuelta, el estudio del contrario. Como regla, trabaja cada cinco días. Suele completar los juegos y “cargar” sus culpas.
“Me gusta esa rotación; si me paso, siento que, aunque estoy más duro, me riego en el control, para mí esto es más importante. Me gusta tirar los 120 lanzamientos, abrir y cerrar, sentir ese sabor de venir con las bases llenas y dominar; tenemos buenos cerradores jóvenes, pero confío más en mí, prefiero autorrelevarme, correr el riesgo, que me den el palo a mí. Cuando salí contra Villa Clara, me amarré los cordones en el box, tienes que salir y dar strike; Aledmis dio jonrón, pero si no, yo hubiera sido el bueno de la película”.
Los números no engañan. Su control es envidiable: 109 ponches y apenas 36 boletos, menos de dos por partido. Los secretos salen de la mente más que del brazo: “Cuando llego al dogout pienso en el bateador que viene, con qué lo dominé o cómo me bateó. El pitcheo lleva sabiduría, inteligencia, equilibrio, debes estar bien físicamente, pero si lo estás mentalmente tienes un 80 por ciento de tener buenos resultados”.
Bebe cada sorbo de experiencia de los entrenadores que lo guiaron desde que comenzó a jugar en su natal Trinidad, pasó por la EIDE Lino Salabarría, por las categorías juveniles, la Liga de Desarrollo, donde enseñó credenciales, hasta llegar a los Gallos. Ahí debió imponer su novatada en medio de un staff que por entonces era de lujo.
“Todos pusieron algo; Alexis Bastida me encaminó, pero fue César Demetrio Pérez quien me trabajó como pitcher. Tengo que agradecerle a Lourdes Gourriel que me dio la oportunidad de abrir desde que entré, me dio la responsabilidad cuando estaban Aragón, Maels, Ifriedi, Peña, Noelvis. La primera vez salí mal y me volvió a poner, me dio confianza, yo mismo me dije: soy abridor aquí, y lo logré, todos tienen un libro diferente, a veces hasta un viejito de las gradas me dice algo, lo tomo o lo dejo”.
Lo trinitario le brota en ese temperamento fuerte, en la ira que destila cuando no todo sale bien. Ahí tira la pelota, vocifera, hierve.
“Eso me ayuda, soy impulsivo, atrevido, a veces hasta me halo el pelo, pero quien no se arriesga no triunfa. En 2-0 me han bateado y luego tiro eso mismo y poncho. Cuando pierdo me molesto conmigo, a veces son las dos de la mañana y estoy despierto, o no como, no hablo por teléfono. No he aprendido a perder, ya aprenderé”.
Sufre como pocos pero también se divierte en la tensión de nueve entradas: “Disfruto cuando tiro los lanzamientos que tengo en mi repertorio y las cosas salen bien, me gusta ver sufrir al bateador, quemarle el bate como se dice, si veo a uno ansioso, le tiro un cambio a 70 millas y se descuelga. Eriel y Bello me motivan. También me cierro, quiero comerme al receptor, tirarla más dura que nadie y me dan líneas”.
¿Caprichos?
Por momentos soy un poco caprichoso, me gusta buscar la picazón en el contrario, retar al bateador, me lo recomiendan Caña y Juan de Dios; si me dan un batazo con recta pegada, si puedo, la repito, él no lo espera y lo domino”.
¿Por eso te gusta decidir qué tirar aunque te den el batazo?
Me gusta decidir por mí, no llevo la tablilla y si estoy un poco perdido, en ese momento me gusta que alguien salga y lo indique, pero prefiero llevar el juego, a veces acelero el partido, estoy dando strikes, atacando y viene el jonrón. Contra Cienfuegos dije: le voy a pitchear a Pito Abreu, lo dominé; con ellos tienes que implantar respeto, pero luego me lo dio Arruebaruena, es así.
¿Cómo logras la concentración?
He ido al box con mil preocupaciones de la familia, pero he sabido ponerlas a un lado y después del juego las vuelvo a coger. Cuando termino me duele hasta la cabeza de pensar en todos los detalles de por qué perdí o por qué gané. Muchos se confunden y dicen que soy pesado porque si me llaman de las gradas no miro, ni me río, lo hago en el dogout para que el contrario vea que estoy relajado. El lanzador tiene que poseer carácter, si no, no llega ni a cabo de flecha.
Los espirituanos siempre apuestan por que ganes. ¿Cómo asumes esa responsabilidad?
“Muchos me preguntan cuándo pitcheo para saber si vamos a ganar. Eso es algo que me gusta, me obliga y me compromete, soy muy exigente. Me gusta aplaudir en el banco, si estoy en el box, animo al resto. No siempre se puede ganar, cuando pierdo, entreno el doble, pueden estar convencidos de que cuando salgo lo entrego todo.
Caballo de hierro, ¿no temes que se le acorte la vida a tu brazo?
“Hablo mucho con lanzadores de otras épocas y, aunque no se puede comparar, me pregunto si hombres como Caña Ramos, que no tenían las condiciones de nosotros, lanzaban cada tres o cuatro días y duraron, ¿por qué no yo, con cinco? El secreto está en el entrenamiento, estar encima de todo tu cuerpo para que ninguna de sus partes tenga problemas.
Algunas exclusiones, como la de la última preselección, te marcan…
Los hombres no se miden por las veces que se caen, sino por las que se levantan, eso es como un bujía que me pincha y me obliga a hacer más y más, me gusta que me chispeen, así estoy más activo.
Tienes la opción de implantar una marca absoluta.
No saldré a buscarla, quiero ayudar al equipo en los play off, no me gusta irme de una campaña sin ganar un juego en esa fase porque parece que no cumplí todas metas, ese éxito se saborea como ninguno. Mi sueño inmediato es llegar a 100 victorias en nueve series pero, Elsa, la lengua no tiene hueso, prefiero vivir cada día.
ismel tiene sobre sus hombros una gran responsabilidad y por lo tanto debe de ser conciente de ello por eso debe de entrenar con esmero y seriedad, dotarse de mucha ecuanimidad, confianza en si mismo, disfrutar el juego y le deseamos éxitos. LE QUEDAN 6 POR GANAR AUN.
Auto suficiente y con mucho corage JIMENEZ recuerden que los hierros de los motores cuando no se les da el cuidado razonable y no le echan aceite en el rose se desgasta produciendo perdidas por los excesivos e innecesarios usos vamos haber para la proxima temporada del beisbol asi dijo un ciego y nunca vio se le canso de tanto usarlo esa es una cancion de ROCIO JURADO LOS GALLOS CAMPEONES. Lazaro
Felicidades a Ismel. Indudablemente es uno de los tres lanzadores mas consistentes de la pelota cubana. Me pregunto cuantos lanzadores de nuestra pelota han llegado a 100 victorias en el tiempo que lo hara Ismel. Hoy tiene 90-37 y es el lanzador activo de mejor promedio de ganados y perdidos con 709. Solo lo superan Orlando Hdez y Norge L. Vera, dos de los grandes lanzadores de la pelota cubana y que ya no estan activos.
SS le debe las pocas glorias de esta serie 51 a el. Siempre gana el que hace falta y ha mantenido al equipo en un nivel competitivo entre tantos contratiempos. Ojala tenga su oportunidad en el equipo nacional para que siga consolidando un nivel ascendente.