Hace 21 años, mientras guardaba prisión tras protagonizar el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992, Hugo Chávez recibió en ceremonia familiar el escapulario de su bisabuelo, el general Maisanta.
“Unos lo llaman Maisantay otros el Americano. Americano lo mientan porque es buen mozo y catire: entre bayo y alazano…” Andrés Eloy Blanco
Decían que había sido un asesino, que mataba a la gente, les cortaba el cuello y luego exhibía la cabeza de sus víctimas en el pico de la silla, ha contado Elena Frías, la madre del presidente Hugo Chávez, al referir las macabras versiones recibidas de generación en generación sobre su abuelo Pedro Pérez Delgado, el legendario general Maisanta.
La leyenda de Maisanta, esbozada casi a diario por su biznieto y defensor cabal, el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, tuvo quizás su punto de partida en 1895, cuando aquel adolescente de quince años, “para preservar la honra de la familia”, se enfrentó y le dio muerte a Pedro Macías, un coronel del pueblo de Ospino, donde vivían, quien al decir de la gente había “embarrigonado” y dejado a su suerte a la hermana Petra, suceso que convirtió a la comarca en un hervidero de chismes.
El episodio de la venganza y también la falta de otras referencias marcaron a Maisanta con la imagen de hombre malvado, asesino y cuatrero, grabada en el imaginario social e incluso buena parte de la familia Frías.
Insatisfecho con el estigma acuñado, Chávez decidió en su época de adolescencia y juventud averiguar por sí mismo la verdadera historia de Pedro Pérez Delgado, anduvo por su ruta familiar, entrevistó descendientes, rastreó en los archivos de la guerra y bebió de la fecunda tradición oral del llano.
Las pesquisas le permitieron “descubrir” que su bisabuelo, inspirador recurrente de corridos de caballería, fábulas y relatos de cronistas en las sabanas occidentales de Venezuela, en realidad había sido un hombre valiente, de sólidos principios y consecuente hasta la muerte con sus ideales.
EL ÚLTIMO HOMBRE A CABALLO
Maisanta, apodo heredado de su grito de guerra (Madre Santa) que pronunciaba en el momento supremo de la batalla, había nacido hacia 1875 y según relata el médico y escritor barinés José León Tapias en su libro Maisanta, el último hombre a caballo, se fue a la guerra contra los federales cuando sólo contaba 17 años y sin estar afiliado a partido alguno porque según sus propias confesiones era sólo un revolucionario.
Aseguran que su padre, el coronel Pedro Pérez Pérez, quien había peleado junto a las huestes de Ezequiel Zamora, en Semana Santa sacaba el fusil de campaña, lo paraba contra la pared de la casa y en un ritual que nunca se ocupó de explicar a nadie le gritaba: “¡Estás vencido!” y allí lo dejaba hasta el Domingo de la Resurrección.
De esa savia bebió el hijo quien “con sus macheteros desnudos, entrando a tajo limpio contra las tropas del gobierno de Juan Vicente Gómez” se fue al ataque de San Fernando, la toma de Puerto Nutrias y el asalto al cuartel de Elorza para tejer la historia del combatiente irreductible y general de los llanos.
En aquellas campañas de fines del Siglo XIX guerreó por toda la sabana –ha contado Chávez-, se alistó primero con el General José Manuel Hernández, el “Mocho”, y después a las órdenes de Cipriano Castro, líder de la revolución restauradora con la que Venezuela estrenó el Siglo XX.
La leyenda de Maisanta se extendió sobre todo por los llanos del Guárico, de Barinas, del Apure, del Arauca y del Casanare, del Vichada, del Meta y más allá. “Es memoria viva de un tiempo de rebeldía, era la rebeldía contra el imperio que tomaba Venezuela buscando petróleo; era la rebeldía de los hombres y de las mujeres de la Patria que se alzaron contra Juan Vicente Gómez”, ha reiterado si biznieto, el presidente Chávez.
EL ESCAPULARIO DE MAISANTA
Andrés Eloy Blanco, poeta insigne de Venezuela, quien lo conoció en la prisión, recogió parte de la épica del guerrero en su poema “Un corrío de caballería”, que Chávez aprendió de memoria y que recitaba por los cuarteles cuando hacía proselitismo entre los soldados.
Precisamente en la cárcel, en el castillo Libertador, de Puerto Cabello, encontró la muerte el general Maisanta en 1924, dicen algunos que como consecuencia de un infarto. Su hija Ana Domínguez de Lombano, sin embargo, asegura que “le envenenaron la comida con vidrio molido por orden del general Juan Vicente Gómez”.
Al morir Pedro Pérez Delgado llevaba en su pecho el escapulario de la Virgen del Socorro, con la Cruz de Espadas y los laureles de la victoria, que su madre le cosiera tiempo atrás y que por suerte quedó a buen resguardo. Al cabo de los años por decisión familiar la prenda fue heredada por Gilberto Lombano Domínguez, nieto de Maisanta y primo de Chávez.
Tras los sucesos del cuatro de febrero de 1992, hace exactamente dos décadas, y previa consulta con su madre, Gilberto no lo pensó dos veces y se apareció resuelto al cuartel San Carlos, en Caracas, donde guardaba prisión Hugo Chávez, principal promotor del reciente alzamiento militar.
Era el 29 de febrero y en medio de la primera visita familiar que se le concedía al prisionero, con la presencia de sus padres, hermanos y compañeros de cárcel, se improvisó una ceremonia inusual pero llena de simbolismo:
– Primo, le impongo este escapulario –le dijo Gilberto- para que pegue el grito de guerra de Maisanta. Él acaba de reencarnar en usted.
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Fuentes:
–José León Tapias: Maisanta, el último hombre a caballo, Caracas 2000.
-Oldman Botello: Historia documentada del legendario Pedro Pérez Delgado. Maisanta. Caracas 2005.
-Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez: Chávez nuestro, La Habana 2004.
-Relatorías del programa “Aló presidente” fundado por Chávez.
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