Elier Rodríguez Yumart mezcla la voluntad con la sabiduría agraria para atemperar los planes a los recursos y necesidades; se distingue como el mejor productor de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Paquito Rosales, de Sancti Spíritus.
Poner un contrato de producción en manos del campesino Elier Rodríguez Yumart es como apostar al éxito para la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Paquito Rosales, en la zona de El Capitolio, en el municipio espirituano.
“En diciembre pasado entregué 108 quintales de frijoles para salvar a la cooperativa; con eso superé ampliamente mi compromiso y pude haber vendido el excedente, pero la cooperativa estaba embarcada y preferí aportarlo todo. Si no somos serios con el contrato que hacemos, ¿a dónde vamos a parar?”.
Con 40 años y una estampa de campesino moderno que sueña con la tierra, este guajiro mezcla la voluntad con la sabiduría agraria para atemperar los planes a los recursos y necesidades; se distingue como el mejor productor de la CCS porque “nunca me ha asustado el trabajo y el que piense que el campo es un juego, se equivoca”.
¿La finca siempre tuvo esta prosperidad?
Esto era un monte de aroma; cuando me dieron la tierra en 1998 para sembrar tabaco y vine con otros compañeros a medir el terreno, todo estaba perdido, tuvimos que entrar por una cañada que pasa por aquí. Ese buldoceo y desmonte del marabú han sido de las cosas más duras que he tenido que enfrentar, fíjate que traje a tres hombres a chapear y se fueron, le cogieron miedo a la santanica.
De ese tiempo para acá, solo he dejado de hacer una vega; la primera cosecha tuve que curar la hoja en las naves de lo que iba a ser Cerámica Roja, en Sancti Spíritus, porque no tenía la casa de tabaco. La mejor fue la campaña 2006-2007, cogí 278 quintales; vamos a ver, este año ese récord está tambaleándose porque inicialmente el plan era de 60 000 posturas, pero terminé sembrando 200 000. Tengo mucho tabaco guardado en la casa y todavía me queda un corte de capadura. El único que se mantiene sembrando tabaco en esta zona de El Capitolio y el Entronque de Guasimal, soy yo.
¿En qué otras producciones tienes planes de venta al Estado?
De cerdo, maíz, frijoles, cebolla y leche, y para mí eso es sagrado, lo entrego todo al Estado, porque es mi compromiso, mi palabra, es lo establecido y esta tierra en usufructo -unas 30 hectáreas- me la dieron para eso. Hace falta producir mucho, pero que los alimentos salgan por la vía correcta.
¿Dentro del campo tienes alguna preferencia?
Siembro de todo, porque el campo siempre da, lo que hay es que aprender de los más viejos y saber hacer las cosas bien, a su tiempo; pero esto es duro y hay que trabajar. Hasta el cultivo más noble te exige algún sacrificio y mi filosofía es que el mejor abono para la tierra es la mano del hombre.
Lo que más me gusta es sembrar; como ves, tengo ceba de puercos, ganado, quisiera que me ampliaran el área para meterme en la ceba de toros, la cría de carneros; pero, si algo me atrae, te repito, es sembrar. Como cultivo prefiero el frijol, es muy agradecido con las labores que se le hacen; es muy raro que el frijol te deje a pie, por muy malo que se dé, siempre da provecho.
¿Tienes deuda con la entrega de algún producto?
No me perdono llegar a un 31 de diciembre incumpliendo algo a lo que me comprometí. El contrato de frijol era de 2 toneladas, entregué 6; en maíz toda la cooperativa tenía como plan 217 quintales, aporté 140; de cerdo entregué 20 toneladas. Este año hice un plan de leche de 6 000 litros, quiero llegar a unos 10 000 o más y no tengo atrasos en la entrega diaria a la industria. Creo que aun con sequía y escasez de recursos, lo principal es el desvelo y el interés del productor.
Para que la tierra produzca, ¿el recurso es determinante?
Es muy importante y lo idóneo es disponer de los insumos para el momento que hacen falta, para uno poder planificarse bien. La gente cree que la agricultura es fácil y empieza a pedir tierra; ¡que va!, el que le tiene miedo al trabajo que no se meta en esto. Hay mucha tierra entregada como superficie, pero no está en producción; fui 12 años presidente de la cooperativa y llegaron a reunirse más de 50 usufructuarios, pero no pasaban de 15 los que de verdad producían.
Mi esposa me dice que de milagro estoy cuerdo, porque han sido años de mucho trabajo y responsabilidades. Para atender mis producciones varias veces tuve que preparar la tierra de noche y también, con la ayuda de ella, regar a esa hora.
Desde este año me dedico solo a la producción y te digo que al campo hay que ponerle el deseo y la cabeza. A mí lo que menos me agrada es trabajar con las vacas, aunque me levanto a las cuatro de la mañana y ordeño. Me gusta también pasear, lo que pasa es que cuando se pide tierra y se hacen contratos de entrega de comida, hay que poner a un lado la diversión y atender la finca. Mi preocupación no es el trabajo, sino cómo incrementar aún más las producciones.
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