En tiempos del auge azucarero de Trinidad nació la estirpe de los condes de Casa Brunet. Hoy, Hilda Zerquera Ruiz de Porras, unida por línea directa al rico sacarócrata, perpetúa en tinta la historia de la familia.
Tras la ventana de una casona del siglo XVIII ubicada en la calle Amargura, de Trinidad, una mujer menuda contempla la quietud del mediodía. En sus manos estrujadas reposa la foto en sepia de una señora vestida de negro, con ojos nostálgicos. “Esta es mi bisabuela: la hija del conde Brunet”, dice mientras desvía su mirada hacia las piedras sembradas en el camino, como si al hacerlo escuchara el sonido de quitrines.
Recostada en el sillón de madera, respira profundo para narrar una historia con sabor a ingenios y melaza de caña; de un linaje iniciado hace más de dos siglos, del cual ella constituye el último eslabón de la rama que aún conserva algunos bienes y el título nobiliario en España.
“Siempre he tenido muy buena memoria”, advierte, dispuesta a probar la veracidad de los recuerdos atesorados a sus 92 primaveras, por inverosímiles que parezcan.
PUERTOS, AZÚCAR Y NOBLEZA
Todo empezó en el puerto de Cádiz, en el siglo XIX, cuando un hombre llamado Juan Luis Brunet y Díaz partió rumbo a Cuba hasta anclar en otro puerto: el de Casilda, ubicado en el centro-sur de la isla.
Una vez asentado en la tercera villa, contrajo matrimonio con la trinitaria María de las Mercedes Muñoz y Pablo Vélez en 1801, con quien tuvo ocho hijos. Nicolás de la Cruz Brunet y Muñoz, el séptimo de ellos, devino años más tarde figura destacada en la Trinidad decimonónica.
En 1830 Nicolás desposó a Ángela Borrell y Lemus, hija del rico hacendado don José Mariano Borrell y Padrón. “Vivieron en el Palacio ubicado en la Plaza Mayor que hoy se conoce como Museo Romántico -señala Hilda-. Mi madre me hablaba del ingenio de Palmarito, el de Yaguaramas, entre otras propiedades de Ángela”.
A partir de entonces, el conde de Casa Brunet pasó a representar y administrar los bienes de su esposa.
“Aunque Nicolás no tuvo tanta incidencia como don Justo Germán Cantero o don Mariano Borrell, sí tuvo un peso indiscutible en el contexto azucarero. El ingenio Palmarito era uno de los más importantes en el segundo tercio del siglo XIX, con una producción considerable en el Valle de los Ingenios y una buena dotación de esclavos”, apunta la investigadora Bárbara Venegas.
Quien además ostentara, entre otros títulos, el de Gentilhombre de Cámara de su Majestad con Ejercicio y Servidumbre, “tuvo a su vez una trascendencia social extraordinaria para Trinidad. Era amante de las artes, la carpintería, la herrería… y contribuyó a la construcción del ferrocarril de la región junto a los acaudalados del momento. Uno de sus más grandes aportes resulta el Teatro Brunet, edificado en solo 40 días, hacia 1840, con todos los adelantos técnicos de la época capaz de competir con el Sauto, de Matanzas, entre otros renombrados espacios de este tipo”, agrega el Doctor Manuel Lagunilla, historiador de la ciudad.
Bien recuerda Hilda las veces que escuchó hablar sobre noches de esparcimiento dentro del teatro, donde los más afamados artistas ofrecieron su quehacer a los habitantes del terruño y cómo del interior del Palacio Brunet emergió una descendencia numerosa, al punto de sumar 12 hijos, “entre ellos La Condesita, mi bisabuela”.
LA CONDESITA Y EL LIBRO DEL ABUELO
Aunque en la ciudad todavía existen otros descendientes de la familia, ninguno está tan estrechamente vinculado al conde de Casa Brunet como Hilda, bisnieta de Josefa María Brunet y Borrell, La Condesita, primogénita del matrimonio, nacida el 13 de abril de 1831.
“Después los condes se separaron y partieron rumbo a España, cada cual por su lado. Ángela repartió parte de sus bienes entre sus hijos y Frías se hizo cargo de todo lo demás”. Tal sentencia puede corroborarse en documentos históricos que señalan al Doctor José Antonio Frías y Pérez como poseedor de los créditos hipotecarios de Nicolás. Este último falleció en Vallecas, Cádiz, en 1898.
La bisabuela de Hilda, La Condesita, escribió el segundo capítulo de la historia. “Ella permaneció aquí hasta casarse con el brigadier Ruiz de Porras, miembro de una familia venida de Colombia que intentó asentarse en Sancti Spíritus, pero a falta de un puerto para el comercio vino para Trinidad”, relata.
Después, La Condesita tomó su capital y emigró a España hasta morir a los “sesenta y pico de años. Tengo guardados retratos de ella, joven y después más viejita. Tuvo cinco hijos, entre ellos a mi abuelo José Manuel Ruiz de Porras y Brunet, un hombre educado en París, conocedor de varios idiomas. Murió muy joven a causa del tifus. Fue a su finca para ver un esclavo; al regresar tomó agua de un arroyo y enfermó”.
Aparece aquí una pieza clave para explicar una de las obsesiones de Hilda: recoger la historia de la familia hasta la actualidad. Ese afán nació de su abuelo materno, quien administró todos los bienes de su madre, La Condesita Brunet.
“Mi abuelo apuntaba todo en estos libros”, dice mientras sus dedos bordean folios gastados por los años y contempla la apretada caligrafía en líneas estrechas donde José Manuel plasmó para la historia todo cuanto concernía a los bienes familiares.
Aparecen nombres de esclavos, propiedades, de la distancia entre el puerto de Casilda y varios puertos españoles…; evidencias del quehacer de la segunda generación.
MÚSICA, TIZA Y EL LIBRO INCONCLUSO
Entre pentagramas y libros de escuela nació Hilda, fruto de la unión de María de la Gloria Suárez del Villar y Arias, profesora de Música, con el maestro José Estanislao Zerquera Alomá, hijo de Francisco Javier Zerquera, este último uno de los primeros pedagogos trinitarios en establecer un colegio gratis para la juventud.
Desde niña estuvo seducida por las anécdotas y la historia de sus antepasados. Creció junto a cinco hermanos, todos fallecidos, rodeada de las melodías interpretadas por su madre en el piano hasta los 104 años, cuando esta murió. Estudió en Cienfuegos, siguió los pasos del magisterio como su padre y más tarde se casó. No tuvo hijos.
Hoy vive rodeada del cariño de sus sobrinos y la compañía de dos guineos como sus más fieles guardianes; devora a diario la prensa y, a la vez, perpetúa en un cuaderno los nuevos acontecimientos de las generaciones actuales de las familias.
El libro, escrito sobre la marcha, tiene el antecedente inmediato en las anotaciones hechas por su padre, quien continuó las memorias registradas por el abuelo materno de Hilda, José Manuel Ruiz de Porras y Brunet.
“Cuando papá me pidió continuar su libro me di a la tarea de recolectar todos los datos desde la quinta generación hasta enlazar las cuatro familias: por vía materna, los Ruiz de Porras y Suárez del Villar; por vía paterna, los Zerquera y los Alomá”.
Los primeros trazos de esta investigación empírica aparecen en un volumen pequeño, hace más de 20 años, donde Hilda inmortalizaba el más mínimo suceso. Pero llegó el instante en que la información exigía mayor espacio. Entonces transcribió todo en páginas más grandes.
Sobre las hojas blancas de ese cuaderno ancho, celosamente escondido, escribe para la posteridad; un volumen aún inconcluso cifrado con la tinta de la historia y la contemporaneidad que coloca sobre sus piernas y solo ella puede hojear; una suerte de baúl de papel dividido por años, efemérides, acontecimientos, anotaciones pendientes de verificación, fotos de cada miembro de la familia, acomodadas según la correspondiente generación de la rama genealógica.
“Yo hago esto porque, al final, todo el mundo quiere saber quiénes son sus antepasados, aunque a cada rato digan que son cosas de viejos. Además, la información está muy dispersa. Así es mejor: todo está en un mismo lugar”.
¿Cómo actualiza su libro?
Tengo una sobrina en California. A través de cartas, ella me mantiene al tanto de los nacimientos, matrimonios y muertes ocurridos fuera de Cuba.
El último de sus deseos…
Tener hasta los últimos momentos de mi vida esta lucidez. ¡He visto desaparecer a tantos de los míos! Mi madre murió en mis brazos, ¿cómo yo le voy a tener miedo a la muerte? Solo quiero vivir un poco más para poder escribir mi libro y entregarlo lo más completo posible.
¿Quién continuará la historia?
Hasta hoy pienso dar el libro a Carmen Luisa, mi sobrina. Ella vive aquí, en Trinidad, y tiene muchos datos de la familia. Estoy segura de que estará bien guardado.
magnifico todo, gracias por compartir🇨🇺💐
Me gusta está historia porque supuesta mente mi familia dise que tenemos desendensi de el conde de Brunet y estaba leyendo porque me gusta saber la historia de mis antepasados. Y hoy vi una foto en casa de mi tía una foto de mis descendientes que tenía el apellido de Brunet.
Me encantaria saber como puedo conseguir la biografia que le dejó la Sra Hilda a su sobrina Carmen Luisa, Yo estoy hacienda mi biografia soy de apellido Alomá y no conosco mis antepasados.
Gracias por la ayuda que me [uedan brindar.
Hola me ha encantado esta publicación y este articulo mensiona los Alomá , Me gustaria contactar con con usted o con Maria Luisa para saber si hay alguna biografia de mi familia. En espera de su contestación
Agradecida
Martha Alomá Alomá
Hola :
Es hermoso el relato de la familia Brunet , mi familia materna es de Matanza , Cuba. Sabe si algún Brunet viajó al puerto de Veracruz a principio del siglo XIX..?
Hola a todos :
Yo soy nieta de mi abuela Aida Gonzalez Brunet, siempre me interese por saber su historia , pero mis tíos no recuerdan mucho ,pero es muy interesante saber las raices de nuestros antepasados..
Gracias
Kika
Lucy C says:
Your comment is waiting for moderation
August 2, 2015 at 13:52
Hello, First of all I want you to know That my Grandmother was Hilda’s sister. And my mother is Hilda’s niece.
Hilda lives in Trinidad, Cuba. She is a very funny lady with highly skilled maners like the olden days.
Very proper in every way. I as well as you are very interested in our family history. I do not know all the facts acerca
The family lineage. But I can tell you Hilda That is the book of knowledge.
If You With email to me I can put you in contact Carmen Luisa With my cousin That Takes care of Hilda.
And maybe It could help.
And maybe even a family trip to Cuba to get the scoop first hand.
But I have to warn you Hilda does not let anyone touch her books, you can look at them with her at your side all you want but do not Think About Touching them. Lol
Hope to hear from you soon.
Answer