En el municipio espirituano deTaguasco, una madre y dos hijas dejaron sin aliento a los escépticos que no las creían capaces de sembrar y cultivar tabaco.
“Estuve varios años pidiendo tierra para sembrar tabaco, y siempre me decían lo mismo: ‘No vas a poder’; ‘eso no es para mujeres’; ‘se va a embarcar la cooperativa’; ¡Qué poco me conocen!”. Las palabras de Griselda Pérez Batista revelan su naturaleza obrera. “Tanto insistí, que me dieron el área y entre dos de mis hijas y yo plantamos 40 000 posturas y levantamos esta vega”.
Hubo que devorar carretera, caminos y trillos para llegar a ese rincón de Taguasco que llaman Los Limpios. La noticia, nada común, halaba la curiosidad periodística. Mas, una cosa es escuchar que tres mujeres rompieron allí la tradición varonil de este cultivo y, otra, asistir a una clase de apego a la tierra.
“Llevo 27 años trabajando en el campo” -dice Griselda como si tal currículo fuera asunto de coser y cantar-. Empecé en el café, allá en Sagua de Tánamo, Holguín; mis cosechas eran siempre por encima de las 1 000 latas, fíjate que fui a tres congresos a La Habana. A esta cooperativa llegué hace 16 años. Primero vino mi esposo; probó, y como a los seis meses fue a Oriente y me dijo: ‘Vieja, vamos para que conozcas aquello’; pero, qué va, le dije: mira, si voy a mirar, no me mudo; y arrancamos para acá con la familia.
“A los tres días me vinculé a la cooperativa, aunque estuve un mes que no paraba de llorar; había hecho algunas cosas en el tabaco, pero quería tener mi vega; hasta que por fin el año pasado nos vincularon a esta área. Hicimos el contrato para entregar 30 quintales de tabaco y lo vamos a cumplir; la mitad de los ingresos serán para nosotras, la otra parte para la CPA (Cooperativa de Producción Agropecuaria Desembarco del Granma).
BRIGADA LA FAVORITA
Así llaman por aquellos contornos a estas obreras que no creyeron en dudas ni en consejos de esposos y dejaron la cobija hogareña para arrimarse a la hoja de tabaco.
“La siembra es fuerte, varios días ahí, dobladas constantemente, pero no nos aflojamos”, dice desde su estatura de 31 años Karelis Olivares Pérez. “Mi esposo, Leonel Gutiérrez, que es el jefe del área, es el que nos ha guiado, no conocíamos nada del tabaco, ya nos defendemos bastante; menos cortarlo, hacemos todo lo demás. No nos hemos puesto para eso, aunque manejar la cuchilla es algo difícil; a lo mejor para la otra cosecha le perdemos el miedo…”.
Por estos días cargaron para el aposento 316 cujes, “nos dio trabajo, pesan mucho, lo que pasa que las muchachas tienen fuerza, pues hay que acomodarlos y retocarlos allí en la casa”, cuenta Griselda y agrega: “También fue duro el riego de agua, mover esos tubos de un lado para otro; la última vez terminamos a las doce de la noche”.
Muchos hombres se han asomado a Los Limpios, en son de, como se dice, ver para creer. Alguien pasó una mañana y les dijo: “Esto está lleno de hierba”. Y le contestaron: “Déjennos tranquilas”; cuando volvió a los tres días y vio la vega guataqueada, no lo creía.
“Le hemos tapado la boca a mucha gente que dudaba de nosotras, nos decían: ‘Están locas’, y ya usted ve”, relata Griselda.
ESPEJO EN LOS LIMPIOS
“Hasta el mismo presidente de la cooperativa se ha quedado asombrado con la vega”, revela Yisel Olivares Pérez, una obrera de 26 años. “Sabía que era difícil, pero me he sentido útil aquí. Mi esposo es vaquero en la CPA, tengo dos niños; luego él me dice que me quede en la casa; pero qué va, me gusta el tabaco, ver que esas hojas son el fruto de nuestras manos.
“Ha habido momentos que me han dado ganas de irme, pero de eso nada; tengo que atender la vega, la casa, a los niños y también mi matrimonio; los fines de semana saco un tiempito para pintarme las uñas y el pelo”.
La nueva historia de Griselda, Karelis y Yisel tiene apenas la edad de una vega de tabaco y ya trasciende las fronteras de Los Limpios. Cuentan que las hermanas siempre halan parejo, que son inseparables; pero si de guataquea se trata, todavía la madre saca primero el surco.
“Cuando se corte la capadura, le voy a dar cinco días de vacaciones a las muchachas -aclara Griselda-, después, a preparar la tierra porque hay que sembrar maíz, frijoles, yuca, boniato…”.
¿Y usted no descansa?
A lo mejor en mayo cojo unos días para ir a Oriente, y virar rápido, porque el campo no se puede desatender. El año que viene me jubilo por la edad, pero no voy a dejar de sembrar tabaco. Junto a ellas, levantaré otra vega.
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Otro ejemplo de querer es poder hacer y combinar las labores de la agricultura el hogar y ser una mujer con animo en su presencia de embellecimiento estas tres trabajadoras lo han demostrado yo veo muchos jovenes y hombres que solo tienen tiempo para dedicarle a la juerga y carentes del sentido de pertenencia incluyendo un total desarraigo hacia lo cotidiano como el tener metas de ser funcionales laboralmente o tomar conciencias y habitos de estudiar con ansias de superarse pero quien le pone el cascabel al gato o al vago la suerte que tenemos estas tres laboriosa de la provincia de SANCTI SPIRITUS dando que hablar positivamente por cumplir en la vega de tabaco felicidades. Lazaro