Una amplia investigación en el Sur del Jíbaro, que incluyó la capacitación de cientos de productores, contribuye al control de esta maleza que afecta los rendimientos del cereal.
Nuevas alternativas de control de Arroz Rojo como el uso de variedades de ciclo corto, la extracción manual de la planta en los campos y el empleo de otras tecnologías en la preparación de las tierras durante las diferentes épocas del año desarrollaron estudiosos de la Estación Territorial de Investigaciones de Granos Sur del Jíbaro, de La Sierpe, con vistas a lograr un manejo sostenible de esta maleza en las plantaciones.
El trabajo Prospección, caracterización, umbrales de daño y control de Arroz Rojo, vías para el manejo sostenible del cultivo del arroz, recientemente premiado por la Academia de Ciencias en la provincia, reúne los resultados de indagaciones desarrolladas en ese territorio durante la pasada década, junto a una labor de capacitación a productores de la arrocera y del sector cooperativo y campesino que se dedican a este cultivo en varios territorios del país.
“Organizamos un programa con vistas a incrementar sus niveles de conocimiento sobre el tema y dotarlos de las herramientas necesarias para lograr un manejo sostenible de esta maleza tan dañina para el desarrollo del grano. Esta superación la recibieron 1 494 arroceros de las provincias centrales y algunas orientales, a través de áreas demostrativas y la realización de días de campo, conferencias, cursos, plegables y talleres”, puntualizó el máster Jorge García de la Osa, su autor principal.
En la evaluación inicial, los expertos determinaron que las afectaciones causadas por esta plaga en los campos de producción pueden provocar pérdidas en el rendimiento agrícola de hasta casi el 90 por ciento de la cosecha.
El Arroz Rojo se considera la maleza de más difícil control para el cultivo del cereal en países de América, el Mediterráneo y de Asia. En Cuba se encuentra ampliamente diseminado por los campos y produce anualmente cuantiosas pérdidas al rendimiento agrícola y la calidad del grano cosechado.
En su diseminación influyen de manera conjunta la semilla utilizada para la siembra, las carretas y combinadas empleadas para el corte y traslado y el pastoreo con ganado vacuno en campos de cultivo. Implementar acciones de manejo sostenible parece ser su mejor antídoto.
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